En manos de la ONU, las 7.132 armas que entregaron las Farc seguirán un recorrido hacia su destrucción. Luego de los procedimientos técnicos de registro, identificación, monitoreo, recolección y almacenamiento, las armas proseguirán su camino hacia la neutralización y la disposición final.

El 1 de agosto la ONU habrá extraído de las 26 zonas veredales los contenedores en los que almacena las armas. Sin embargo, unas 700 seguirán en manos de la guerrilla, para la seguridad de sus campamentos, hasta que sean deshabilitados el próximo 1 de septiembre, según indicó el jefe de la Misión de la ONU en Colombia, Jean Arnault.

Arnault añadió que quedan por desactivar más de 380 caletas en las que las Farc tienen armamento, municiones y explosivos, que también quedarán en manos de la ONU al terminar agosto. La Misión ya ha verificado 81 caletas con armamento, municiones, explosivos y armamento inestable.

Según la hoja de ruta, las Farc contribuirán en la limpieza y descontaminación de los territorios afectados por minas antipersonal, MAP; artefactos explosivos improvisados, AEI; y municiones sin explotar, MUSE; o restos explosivos de guerra, REG.

Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, dijo en junio de 2016 que que con las armas se elaborarán tres monumentos. “Naciones Unidas las va a fundir, pero va a reservar un porcentaje para crear tres monumentos: uno que se va a quedar en Nueva York, otro que va para Cuba y otro que viene a Colombia. Conjuntamente vamos a ver dónde se coloca ese monumento”, explicó.

Las armas llegaron por los golfos de Morrosquillo y Urabá, Panamá, Venezuela y Ecuador, procedentes en su mayoría de EE. UU., México, Venezuela, Perú, Israel y China. Un porcentaje considerable fue fabricado en armerillos clandestinos del país.

En el discurso que Arnault dio al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas explicó que de esas 7.132 armas entregadas “una serie permanecerán a disposición de las Farc-Ep para garantizar la seguridad de los campamentos y los lugares de dejación de las armas de las Naciones Unidas en las mismas, hasta el 1 de agosto, fecha en que los contenedores serán retirados de los campamentos. Las actuales zonas donde se encuentran se convertirán en “Áreas de Capacitación y Reincorporación” aseguradas por la Policía y las Fuerzas Armadas de Colombia”.

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¿Y la balística forense?

Los expertos consultados por EL MUNDO difieren en conceptos en cuanto al posible análisis balístico forense que sufrirían las armas entregadas por las Farc, con el fin de esclarecer con qué hecho estuvieron relacionadas, teniendo en cuenta el derecho a la verdad de las víctimas contemplado en el Acuerdo de Paz.

Así, Jaime Fajardo Landaeta explica que en el proceso de identificación que realizó la ONU, previa a la entrega de las armas y que demoró seis meses, se debió hacer el análisis criminal.

“La ONU e investigadores especializados internacionales, además de la información aportada por la Fiscalía, realizaron un análisis para mirar si esa arma estuvo involucrada en hechos distintos al conflicto armado, para mirar si esa arma se puede destruir o hay que pasarla para iniciar otras investigaciones o a procesos ya iniciados”.

Por su parte, el politólogo León Valencia explicó que en este caso la Justicia Especial para la Paz y la Comisión de Verdad esperan que las Farc continúen confesando los hechos de su autoría y toda la información que las víctimas reclaman, aspecto en el que el grupo rebelde ha mostrado “voluntad” y para lo que no se necesitan muchas pruebas. Reiteró que “se les exige la verdad para perdonar, no para castigar. Verdad para exonerar de cárcel, verdad para hacer penas alternativas”. Añadió que las Farc reconocen su participación en “el Nogal, en Bojayá, en el caso de los diputados del Valle. Estas cosas tan escabrosas las reconocieron para lograr los beneficios de la justicia especial y de la verdad”, señaló Valencia.

El docente Gustavo Duncan, sobre este aspecto, explicó que esas acciones de investigación dependerán de “otras acciones de la justicia que son algo técnico pero no son lo decisivo”. El académico criticó la atención que tiene el país en el tema del desarme, pues considera que aunque es importante, no es decisivo.

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¿Cuántas armas tenían las Farc?

En cuanto a la cifra de armas que dejaron las Farc, el senador Álvaro Uribe expresó esta semana que la entrega no fue total. “El comisionado de Paz, Sergio Jaramillo, dijo que 10.000 personas estaban entregando su arma de dotación personal, entregan 7.000 y en qué queda el resto, dónde están los misiles de tierra aire y las 900 caletas de las Farc”. Uribe habló inclusive de un negocio de 50.000 fusiles, misiles y granadas que al final de los años noventa el exasesor del Gobierno de Fujimori, Vladimiro Montesinos, realizó con las Farc y que pasaba de los 15 millones de dólares.

Jaramillo le respondió que ni siquiera las Farc conoce la cantidad global que se va a encontrar en las caletas, por lo que no es posible hablar de una cifra concreta de armas.

Al respecto, Jaime Fajardo Landaeta, exasesor de paz de Antioquia, expresó que es necesario, entonces, sumar las incautaciones hechas por Fuerzas Armadas a las Farc y las desmovilizaciones. Así, explicó que desde el año 2002, inteligencia militar documentó entre 16.000 y 18.000 mil hombres/armas en las Farc; en el año 2008 la cifra se redujo a 13.000. En cada deserción y desmovilización, el patrullero de la guerrilla entregaba su arma. Y a esto, agregó Fajardo, hay que sumarle las 43.000 armas incautadas por el Gobierno.

“Cada guerrillero entregaba una o dos armas y material explosivo; estamos hablando de la mayor entrega de armas que se ha dado en el mundo en cualquier proceso de desmovilización”, señaló Fajardo Landaeta, quien aseguró que las armas que provinieron de Perú fueron solo 10.000.

Lo que sigue

Las armas serán fundidas y de ellas se harán tres monumentos. El material explosivo de las caletas será destruido y el paso siguiente será la reincorporación a la vida civil de los excombatientes de las Farc y la creación del movimiento con el cual participarán de las elecciones.

Fajardo Landaeta, en este sentido, explicó que en agosto las Farc se convertirán en partido político. “Se elegirá su dirección, su plataforma política, su programa de gobierno y lo más seguro es que se dirán las alianzas que se deben perfilar para el próximo debate electoral”.

De otro lado, otros estudiosos del conflicto explican que luego de este desarme habrá otras preocupaciones, como lo son la seguridad para los desmovilizados y los bienes que deben entregar las Farc.

“El tema de las armas no es muy importante, lo más clave ahora es la plata y los milicianos. Algo que puede ser perturbador a largo plazo”, subrayó el docente de Eafit y analista Gustavo Duncan.

En ese mismo sentido el analista y politólogo León Valencia recordó que, como en otros procesos de desarme en el país, proteger a los reincorporados representa un asunto delicado y un “reto del Estado con la seguridad porque aquí han matado gente que se reincorpora a la vida civil, como a Carlos Pizarro Leongómez, líder del M19 y candidato presidencial”.

El desarme en otros procesos

René Guarín Cortés, exmilitante del M19, recordó el proceso de desarme que vivió ese grupo armado en 1990. Narró que dicho grupo realizó un inventario y acumulación de armas que a los días siguientes se neutralizaron en Caloto, Cauca, y que de ello “hay registro fotográfico en la prensa de esa época, en el que las armas del M19 aparecen entrando a una siderúrgica para ser fundidas y convertidas en hierro”, sostuvo, al tiempo que agregó que no se hizo un proceso de análisis balístico para determinar si con estas se habían cometido crímenes.

Este proceso de desarme también ha sido comparado con el de los paramilitares de las AUC, en el año 2003.

El politólogo León Valencia recordó que “hubo una arma por cada dos paramilitares. No hubo supervisión de organismos internacionales sobre el proceso que hicieron. Las armas entregadas eran hechizas y en malas condiciones, pero al contrario de lo que sucede ahora con las Farc, en esa ocasión sí hubo un análisis criminal para determinar con la balística para qué hechos había sido usada un arma, porque estos hacían una confesión para rebajar penas con cárcel, pero no para exonerarlos, la intención de la confesión era implicarlos directamente y que pagaran por los delitos. Por eso se necesitaban más procesos de seguimiento y de pruebas. En este caso de las Farc, los análisis no son para condenar sino para conocer la verdad”, sostuvo Valencia.