Gracias al profesor Arturo Tobón por allá en el año de 1996, quién en su clase de macroeconomía nos retó a escribir un artículo como actividad de aula, el cual titulé Colombia, ¿la Taiwán latinoamericana?, quién le sumó al desafío de enviarlo a un periódico, para ver qué pasaba. Lo presenté en esta casa Editorial que amablemente lo publicó.

De allí nació Columna Joven que luego la transformé en Fides, con el deseo de utilizar la palabra latina que significa confianza, buena fe, rectitud, entre otras acepciones, para que este espacio fuese eso, un escenario ajustado a hechos y datos reales, enfocado desde sus inicios con una vocación de aportar a soluciones, pero sobre todo de construir una nueva sociedad colombiana, que con el transcurso de los años y en mi ejercicio como profesor universitario traté que se apegara a la filosofía de EL MUNDO, de “Educar mientras se informa”.

Debo agradecer al doctor Guillermo Gaviria (q.e.p.d) por haberme aguantado el cañazo, con el apoyo de Don Arturo Giraldo, quién fue un maestro para mí y seguro que, para muchos de mis colegas columnistas, como también a sus sucesoras, Irene y Luz María.

En estos 24 años mucha agua pasó bajo el puente turbulento de esta Locombia, patinchada y tuerta, como alguna vez tituló mi padre una de sus columnas en El Correo, a su vez, mi abuelo cuando yo estaba en los albores de ser “columnista de opinión”, me dio un consejo, que traté de aplicarlo durante estos 24 años: “escriba corto y con palabras claras para que lo lean”.

En estos casi cinco lustros la tecnología de la información y la comunicación apalancó las grandes transformaciones, pasamos de la máquina de escribir al computador, luego la Internet y con ella muchas cosas positivas, como por ejemplo la socialización y democratización del conocimiento, pero, a su vez, ello condujo a las nuevas generaciones a vivir en un mundo “light”, que a su vez no aprovechó ese caudal de información para  para ser más críticos con sentido, sino para dejarse llevar del sensacionalismo y tratamiento morboso de los acontecimientos. Para combatir esa tendencia, EL MUNDO le apostó por hacer un periodismo ético, analítico para contribuir en la formación de una nueva sociedad con sentido, pero, infortunadamente una golondrina no hace verano y hoy después de 41 años, la sociedad antioqueña y colombiana ve como otro diario de convicciones liberales cierra sus puertas, como fue su predecesor El Correo y muchos anteriores a él, hasta llegar a 1814 a Rionegro, cuna del periodismo antioqueño cuando allí se publicaron los dos primeros periódicos en Antioquia “La Estrella de Occidente”, a mediados de ese año y “La Gaceta Ministerial de la República” el 25 de septiembre del mismo año. Según lo relató Don Jorge Ospina Londoño, en su escrito de 1977, “Historia del periodismo antioqueño”.

Con el cierre EL MUNDO, los avances en la construcción de una sociedad democrática, librepensadora con control en la ejecución de lo público pierden un importante escenario de debate ideológico, por ello con tristeza debemos decir un hasta luego.

A mis amables lectores que me acompañaron durante estos tiempos con su paciencia muchas gracias y espero haber podido contribuir en esa construcción desde la opinión de una nueva Colombia y los invito a seguir luchando por una Colombia justa, pacífica y equitativa.

Aprovecho esta despida para decirles que migraré a mi blog Intelexi, http://intelexi.blogspot.com/, el cual espero seguir aportando.

A la familia de FundaMundo, como dice el Joda de Star Wars “qué la fuerza los acompañe” para que desde esos nuevos escenarios sigan aportando en la construcción de una nueva civilidad, y que este escenario pluralista y democrático regrese pronto.

Gratitud para la Casa Editorial El Mundo y a mis amables lectores por su paciencia.