¿Que deje así? ¡mamola!

Autor: Alberto Morales Gutiérrez
2 marzo de 2019 - 09:01 PM

Las grandes transformaciones de la sociedad, su avance, su transformaciòn y desarrollo ha sido consecuencia de la rabia colectiva, de la indignación contra las injusticias y los atropellos

Uno de los efectos del colosal aparato de propaganda que opera al servicio del neoliberalismo, ha sido el de persuadir a muy amplios sectores de la sociedad que se trata del mejor sistema económico que puede existir sobre la tierra. Los corifeos de esta visión sostienen que con el neoliberalismo se llegó al fin de la historia. Según ellos, ya no hay nada mejor para hacer.

Los analistas serios afirman por el contrario que, como modelo económico de desarrollo, el neoliberalismo es un gran fracaso. No solo desencadena una brutal inequidad sino que concentra la riqueza en muy pocas manos, como está probado.

Lea también: La dignidad que habita en la indignación

En el marco de los logros de esa operación propagandística, han construido además unos “axiomas” perversos: Tenemos que ser felices, no debemos criticar porque eso trae malas energías, debemos ser optimistas y VER SIEMPRE el lado positivo de las cosas, no rebelarnos nunca, la rabia es siempre negativa, la indignación es un acto de mala educación.

El axioma se expresa, en lenguaje popular, con una frase siniestra: “Deje así”.

Todos estos conceptos se han entronizado para construir la más grande operación de resignación que se conozca en la historia.

El filósofo alemán de origen coreano Byung Chul Han lo explicaba recientemente en el periódico El País de España de esta manera: “Ahora uno se explota a sí mismo figurándose que se está realizando; es la pérfida lógica del neoliberalismo que culmina en el síndrome del trabajador quemado”. Y la consecuencia, peor: “Ya no hay contra quien dirigir la revolución, no hay otros de donde provenga la represión”. Es “la alienación de uno mismo”.

Ahora, que está tan de moda el negacionismo de la historia se trata de borrar de nuestra memoria el hecho de que las grandes transformaciones de la sociedad, su avance, su transformación y desarrollo ha sido consecuencia de la rabia colectiva, de la indignación contra las injusticias y los atropellos.

La derrota de los regímenes esclavistas, de los regímenes feudales, la construcción de la democracia y la república, la jornada laboral de ocho horas, los derechos de las mujeres, los derechos de las minorías étnicas, los de las comunidades LGTB, todo, ha sido conquistado a partir de la rabia multitudinaria, de la indignación colectiva.

La verdad es que la indignación tiene un poder transformador. Es la indignación la que no permite que la injusticia, que el atropello, que el abuso perduren hasta el infinito.

La rabia es pues un derecho inalienable.

Lo invitamos a leer: La parábola del impune

Déjeme abusar de esta tribuna para hacerle una recomendación. Hago parte de un equipo de personas que viene trabajando en una plataforma dedicada a canalizar el malestar público. Se llama GRRRot y ya se encuentra en etapa experimental en el Valle de Aburrá. Usted puede encontrar la APP en las tiendas IOS o Android Descárguela y podrá darse cuenta de que usted no está solo (a) con su indignación. Por algo se empieza…

 

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