…Que aquí nunca ha pasado nada.

Autor: Alberto Morales Gutiérrez
1 septiembre de 2019 - 12:03 AM

La distorsión se maneja de manera múltiple, antes o después de los hechos. El orden de los factores no altera el producto

 

Medellín

Alberto Morales Gutiérrez

“La historia la escriben los vencedores” es una frase que se atribuye a George Orwell y refleja de manera adecuada esa obsesión que tiene el poder por manipular los hechos para construir verdades a la medida de sus intereses.

Hace rato que los historiadores se quedaron sin trabajo. Esta tarea ya la ejercen, entre otros, los propagandistas, muchos periodistas fletados, escritores que se venden al mejor postor o simples lamesuelas enquistados.

Lea también: La falacia narrativa

Debe destacarse que esta tendencia no es nueva en ningún caso. Ya está claro por ejemplo que los jeroglíficos que relatan la batalla de Kades en la que Ramsés combatió contra los hititas de Muwattali no fue la victoria heroica que el pictograma enseña, sino una derrota descomunal. ¡El Faraón era mañoso a no dudarlo!

Goebbles no lo hacía nada mal, fue un campeón de la mentira y sus desafueros están debidamente documentados.

Es célebre la obsesión de Stalin por borrar de la historia de la revolución bolchevique la presencia de Trotsky y de múltiples de sus opositores en el Partido Comunista, y sus instrucciones para que desaparecieran de todas las fotografías oficiales. Muchos de esos “arreglos fotográficos” son francamente grotescos e infantiles.

La señora Deborah Esther Lipstadt ha adquirido cierto renombre cabalgando sobre la idea de que el holocausto nazi no existió: No existieron los hornos crematorios, Hitler defendió a los judíos, las cifras de muertos son menos de la décima parte de las registradas, y los desaparecidos lo hicieron a propósito porque tenían matrimonios desavenidos. Todo lo escribe, lo dice y lo vocifera sin sonrojarse.

Por estas tierras hay sectores que emulan con la falacia y no pierden la compostura. Mire por ejemplo a José Obdulio Gaviria y su tesis peregrina de que en Colombia no existe conflicto armado. Un tipo de razonamiento que emula con el muy uribista axioma de que las víctimas de los falsos positivos de Soacha “no estaban cogiendo café” y la posición oficial del Centro Democrático contra la Comisión de la Verdad, a la que “no van a permitir que escriba la historia a su antojo”, para no citar sino tres ejemplos.

Esta semana el premio de oro a la distorsión histórica se lo ganó un tal Jorge Ricardo Sarmiento, pomposo fiscal encargado de las investigaciones sobre los hechos del Palacio de Justicia, cuando afirma que “no hubo desaparecidos” y que los casos de desapariciones forzadas “fueron el resultado de malas identificaciones o cuerpos mezclados”.

La distorsión se maneja de manera múltiple, antes o después de los hechos. El orden de los factores no altera el producto. Y entonces pretenden acostumbrarnos a las versiones de manera tal que el que es un asesino resulta de repente siendo una víctima, el que es un delincuente se transmuta en perseguido, el que es un corrupto se transforma en un ser probo e inmáculo, y el que concibió todo el delito dice que lo hicieron a sus espaldas.

Lo invitamos a leer: La mentira como estrategia existencia

Los abuelos, siempre tan sabios, entronizaron una frase célebre: “Más fácil cae un mentiroso que un cojo”, y es cierto. Puede que logren que sus mentiras y componendas duren un tiempo, que sus versiones parezcan inmutables, pero más temprano que tarde se sabe la verdad. Es por eso por lo que las multitudes cuando se levantan en rebeldía gritan a coro en las calles: ¡No pasarán! Y eso si es cierto.

Compartir Imprimir

Comentarios:

Fernando
Fernando
2019-09-01 21:06:43
Hay una cosa que ni Dios puede cambiar y es el pasado. Cambiarlo es privilegio de los historiadores. Dicen por ahi.

Destacados

Carlos Vives
Columnistas /

Para adelante y para atrás

El Mundo inaugura
Columnistas /

EL MUNDO fue la casa de la cultura de Medellín

Mabel Torres
Columnistas /

Firmas y responsabilidad

Guillermo Gaviria Echeverri
Columnistas /

La desaparición de EL MUNDO

Fundamundo
Columnistas /

Mi último “Vestigium”

Artículos relacionados

Libros La Violencia en Colombia
Columnistas

Detenidos en el tiempo... 

Las fuerzas oscuras borraron incluso la cátedra de historia en la formación de las nuevas generaciones. Han logrado su objetivo, por ahora,

Lo más leído

1
Columnistas /

Cinco cosas a favor y cinco en contra sobre el comunismo extinto

Los comunistas son tan enfáticos en su convicción que con la mayoría resulta imposible hacer un diálogo
2
Columnistas /

La redacción correcta en el ámbito educativo

El vocablo bachillerato, en minúscula, alude de un modo genérico, a la enseñanza secundaria; si hay dos...
3
Columnistas /

¿Dulcecito o dulcesito?

El elemento que agregamos al final de una palabra para cambiar su sentido se llama sufijo… Este sufijo...
4
Columnistas /

EL MUNDO no se acaba

El periódico EL MUNDO de Guillermo Gaviria Echeverri surgió para recordar que la barbarie no podía,...
5
Columnistas /

Para adelante y para atrás

Es un golpe duro para el fortalecimiento democrático y para el ejercicio de la pluralidad y la tolerancia
6
Palabra & Obra /

El Medellín que vio Tomás Carrasquilla

Una crónica referencial de 1920 que puede medir los cambios de la ciudad