Petro no ha logrado dar explicaciones satisfactorias sobre el video que lo muestra recibiendo fajos de billetes y ha sido desmentido por varios de los involucrados.
Nos hemos venido acostumbrando a que la izquierda hace lo que le viene en gana como si tuviera privilegios especiales mientras las demás corrientes políticas tienen no solo que ajustarse a la ley sino someterse a castigos y tratos injustos que bastante se parecen a una persecución.
Basta ver que la evidente inhabilidad del contratista Antanas Mockus para asumir su curul en el Senado se echó al olvido y que muy seguramente su presencia allí será bendecida por los organismos competentes para que continúe con sus funciones circenses: se bajará los pantalones y luego entablará dinámicas entre enemigos políticos para cosechar aplausos que lo atornillen. Si fuera uribista, ni un minuto le hubieran permitido posar sus blancas nalgas en una curul.
Ello permite calcular en qué va a parar el escándalo de Gustavo Petro Urrego, con ese video que lo deja muy mal parado como adalid de la moral. Si fuera un uribista, no solo estaría en la picota pública, sino durmiendo en la cárcel La Picota, y el circo correría a cargo de los medios de comunicación, que molerían día y noche el tema.
Los elementos sombríos que rodean el asunto son muchos, agravados por el hecho de que Petro no ha logrado dar explicaciones satisfactorias y ha sido desmentido por varios de los involucrados. Petro quiso salirse por la tangente aduciendo que se trataba de un préstamo proveniente de un personaje al que se le atribuye una supuesta solvencia moral, como es el arquitecto Simón Vélez, conocido por sus trabajos con la guadua.
Sin embargo, el arquitecto notificó que nunca ha prestado dinero para campañas políticas y mucho menos a gente como Gustavo Petro, contradiciendo, incluso, declaraciones concedidas a la revista Gatopardo en el año 2016, en las que aseguró que había apoyado campañas de políticos tan disimiles como Petro y Germán Vargas Lleras. Ante las dudas que generó su mensaje, su propia hija tuvo que salir en las ultimas horas a confirmar que el comunicado en el que niega el préstamo a Petro, sí es del arquitecto.
Pero Vélez no fue el único que desmintió a Petro. Su excompañero del M-19, Antonio Navarro Wolff, negó que ese dinero hubiera entrado a su campaña en 2006, cuando fue precandidato a la Presidencia de la República hasta que la izquierda eligió como candidato a Carlos Gaviria Díaz. Ese argumento fue esgrimido por Petro tratando de explicar el destino de esos recursos, pero su propio camarada le hizo el quite, lo que demuestra que algo muy turbio hay allí.
El video en sí es bastante escandaloso, pero lo es más si se considera al oscuro personaje que le entrega los fajos de billetes a Petro: un tal Juan Carlos Montes, otro exguerrillero del M-19 y uno de sus hombres de confianza. Montes es todo un vividor, un mantenido del Estado al que los medios le han encontrado 64 contratos en siete departamentos y en la capital del país, donde ha estado involucrado en casos de corrupción como el de la famosa máquina tapahuecos que de nada sirvió. En Bogotá lo conocían como ‘el hombre de la maleta’, pues se dice que solía cargar una maleta llena de efectivo. Incluso, su pareja sentimental también tuvo varios contratos en la alcaldía de Bogotá durante la administración de Gustavo Petro, mandato que se caracterizó por una feria de contratos en la que se dilapidaron billones de pesos que salieron de los bolsillos de los bogotanos.
No en vano, la Contraloría Distrital y el Consejo de Estado tienen en vilo su futuro político por el no pago de unas multas multimillonarias que le fueron impuestas por el grave detrimento público que le causó a las arcas de Bogotá. Pero como hay privilegios para los de izquierda, ni las pagará ni se dejará sacar de la actividad política. Tampoco este video tendrá repercusión alguna ante la Corte Suprema de Justicia, de donde saldrá inerme de nuevo. No se olvide que es un bandido que ni siquiera fue amnistiado o indultado por sus actividades terroristas al que se le ha permitido llegar adonde la Constitución le cierra las puertas hasta un ladrón de gallinas. Pero su imagen quedará gravemente lesionada, y difícilmente podrá ser candidato presidencial otra vez.