Como con la segunda vuelta se busca escoger un presidente con amplia votación, lo que seguramente facilitará su gobierno, es claro que las alianzas están a la orden del día
Bien se ha dicho que en la primera vuelta de unas elecciones se vota por el candidato preferido o, si se está insatisfecho con las opciones, se puede votar en blanco para crear un hecho que tiene consecuencias jurídicas. Pero para la segunda vuelta, el elector solo tiene dos nombres para escoger, aquellos que gozaron del mayor apoyo popular, y ahora el voto en blanco no tiene ninguna consecuencia jurídica.
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La segunda vuelta se ha establecido para impedir que se elija, como puede ser posible en el caso de una sola vuelta, un presidente con apoyo precario. Como con la segunda vuelta se busca escoger un presidente con amplia votación, lo que seguramente facilitará su gobierno, es claro que las alianzas están a la orden del día. Es lo que no han entendido algunos importantes dirigentes del centro o del centro izquierda.
Tan pronto se conocieron los resultados de la primera vuelta, parece que se dio por terminada la Coalición Colombia, pues cada uno de sus tres sectores decidió adoptar decisiones en forma independiente. ¿No era el momento para tomar una decisión como coalición? Una meta central de dicha coalición era intentar elegir un presidente y, como se estaba a mitad de camino de ese empeño, fue absurdo que después de la primera vuelta cada sector se fuera por su lado.
Para complicar las cosas, el líder de la Coalición Colombia que obtuvo 4.589.696 votos dice que quiere ser rector de una universidad y que no desea volver a ser candidato.
Si se entiende el sentido político de una segunda vuelta, la Coalición Colombia está ante un escenario que le exige considerar una alianza con uno de los dos candidatos en juego, alianza que se pactaría con base en un “acuerdo sobre lo fundamental” que se haría público. Es obvio que dichos candidatos, si desean conformar alianzas, tendrían que moverse hacia el centro.
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No se necesita ser un politólogo para saber que la Coalición Colombia está bien lejos del programa del candidato Duque, muy en especial por su gran discrepancia frente al cumplimiento del Acuerdo de La Habana. Además, acabamos de ver las alianzas de este último con los vestigios de la vieja política.
Por su parte, el candidato Petro ha venido moviéndose hacia el centro cuando descarta una Constituyente y afirma la protección de la propiedad privada. Queda claro que se trata de un candidato reformista y no revolucionario cuando anuncia que su programa central es establecer un capitalismo democrático.