Para ver tele-visión, entender bien lo que se dice en ella y apreciar lo que se ve, hay que poner un poco de atención.
Para ver tele-visión, entender bien lo que se dice en ella y apreciar lo que se ve, hay que poner un poco de atención. (Tele quiere decir lejos, ¿no? recordemos Teléfono, Telescopio…. Telegrama).
Rara vez mira uno televisión con lápiz y papel en mano, a menos que vaya a hacer la lista de los errores de castellano que se cometen a diario, no sólo en la prisa de las noticias, sino también en los dizque pensados y estudiados avisos de propaganda. Ejemplo actual: Fritar en lugar de Freír.
-También es cierto que generalmente uno mira la televisión mientras está conversando, discutiendo, trabajando, leyendo, jugando, cosiendo, comiendo, bebiendo. Y bueno, según el programa en otras circunstancias, como para los que tienen en la alcoba pantalla de TV tamaño cine...
-Y puede suceder, como recordamos pasó en New York con el programa de radio de Orson Welles, donde se interrumpía a cada tanto algo como una fiesta bailable, para simular una invasión de marcianos, 1938. Mucha gente en pánico corría- New York quedó paralizada.
-Veo que aquí todo el que quiere y puede se compra una tele, que supongo está costosa y sigue siendo superflua. Y en muchos casos, donde hay niños, hasta perjudicial.
Lo mismo que todos los jugueticos electrónicos como los celulares “de alta gama”, hasta “personas” robot y quién sabe qué más.
Sabrán todos quién descubrió la electricidad y cuando.
Tomás Alba Edison, creo que yo no había nacido.
La primera luz eléctrica en la calle se puso al norte en Noruega.
A mí me tocó una nevera que era un armario donde “el hombre del hielo” llevaba un tronco cada mañana, y “el hombre de la leche” llevaba dos litros cada mañana. La comida se hacía en el fogón de leña. Cuando llegó el eléctrico, la de la cocina no quiso usarlo, dijo “eso me pica”. Y cuánto durará LA ELECTRICIDAD al paso que vamos.
Estos pueblos que compramos sistemas de indiscreta comunicación, parece que no estuviéramos muriendo de frío, ni de hambre.
Como cuentan que pasa por ejemplo en pueblos de la India, donde hay quien caiga en la calle muerto por el hambre. Tiempo de vida calculado allá 34 años y nosotros dizque 70 y chillamos.
Allá por causa de la tierra árida, los cultivos son pobres, las vacas son sagradas y hay más millones de habitantes, la cosa es más difícil.
Los del polo norte, cuando ya están muy viejos y enfermos salen a morirse caminando por la nieve. El Undécimo no estorbar, cumplen los mandamientos...
Tampoco he visto que aquí estemos como en la China tratando de alimentar con alloz a cuatrocientos millones de habitantes, ni prohibiendo la reproducción. Debiendo vivir a 4 cuadras del trabajo, y teniendo que permanecer sentados en el suelo, piernas extendidas, pues encima hay otros trabajadores en las mismas condiciones.
¡Y trabajando en barcos! Y ese es un país poderoso, o que se las da, como USA y Rusia- aunque se le esté subiendo el agua para anegarlo... Ya se verá el resultado final y todo lo que hay detrás, ahora que a todo momento lo están filmando a uno. ¡Posar! ¡Fingir! ¡O por lo menos usar los antifaces que hace un siglo se usaban en los bailes!
¡Y Para hablar de guerra no hay que hablar de Bombas Atómicas pues eso no es guerra sino el fin de ella, y más ahora que se pueden disparar misiles desde el escritorio del “dueño”!
Digamos más bien que la guerra es -con relación a la siempre famosa y permanente “situación” colombiana-, una enfermedad que cubre cada vez más terreno de esta bolita Mundo que pronto desaparecerá así sea por su culpa y en sus propias aguas.
¿Y que hubo del trasteo a Marte? ¿No dizque hay quienes ya tienen finca allá? Pero no sé si pasaje. El papá lo debe ir comprando a los hijos.
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Todo es muy relativo: Cuando a una señora se le quema en su fogón la carne de la comida, sufre mucho, pero cuando se entera de que el marido no fue a comérsela por andar con otra carne (humana) entonces ya no le importa esa carne… ni “un” pito.
Si los colombianos hubiéramos pasado una guerra, si conociéramos esa miseria y ese dolor –que algo supe de la segunda guerra mundial-, no estaríamos haciendo guerras locales con violencias y terrorismos, sabríamos disfrutar la paz que a veces hemos tenido, la libertad que nos dejaron Bolívar y Santander, y no querríamos odiarnos los unos a los otros. Sería interesante amarnos.