Entrevista a la guionista y directora Paloma Valencia Londoño acerca de su cortometraje Vientos de agosto
En la relación necesaria y esencial, con unos principios estéticos: ¿Podría indicarnos cuáles son los suyos, desde dónde los forma y realiza su tarea y la proyecta, en su realidad y naturaleza del cine?
Para mí la inspiración está en todas partes, desde la cotidianidad, desde una conversación con las personas, hasta el arte pictórico, películas libros etc. Todo esto todo lo que consumimos termina definiendo nuestra propia estética y nuestro propio cine, nuestra forma de contar. Somos los que comemos, y no me refiero a la comida, si no a lo que comemos desde todas las artes.
¿Desde qué indicaciones, indicios y evidencias o no realiza usted la construcción del guion, qué es lo que más le interesa de la historia y el relato, y que intencionalidad tiene con ellas?
Cuando comienzo la construcción de un guion para mi comienza de una forma muy literaria, casi como escribir un cuento. Luego de que he escrito esto comienzo a llevarlo al formato del guion.
Lo que más me interesa de las historias es la condición humana, las historias intimistas, los temores de los personajes, sus luchas internas. En cuanto a la intencionalidad creo que es una necesidad de explorar de entender, de empatizar con el otro con personajes con diferencias o incluso similitudes a las mías. Es una fascinación por el humano y sus dicotomías.
Momento de Vientos de agosto
En la misma dimensión de la construcción del relato o la historia: ¿Considera que la formación literaria (la literatura) le ha sido básica y por qué, y lo mismo la sociología y antropología?
Si digamos que con la literatura tengo una relación muy estrecha y muchas veces ha partido como fuente de inspiración, como lo fue en el caso del cortometraje Vientos de agosto. Yo estaba volviendo a leer Cien años de soledad, y estaba atrapada por el realismo mágico de Gabriel García Márquez, por esa misma época viajé a Honda e inmediatamente sentí que era una especie de Macondo, sus personajes su arquitectura todo lo que ocurría en torno a este pueblo.
Desde la literatura y la visita “antropológica” a este lugar (visita que no tenía fines antropológicos en un inicio) nació la idea del guion de Vientos de agosto
¿Nos podría decir en que incidieron e intervinieron en su formación, inquietud de sí, deseo insaciable, de hacer cine las novelas Réquiem por un sueño de Hubert Selvy Jr. y El club de la pelea de Chuck Palahniuk y por qué?
Yo crecí en un hogar donde las películas siempre eran muy relevantes en nuestro entorno y eran una actividad constante. Pero no fue sino hasta el colegio donde vi Réquiem por un sueño y el Club de la pelea, y con estas películas entendí que había alguien atrás orquestando cada imagen, cada personaje, música y sonido, y me fascino el cine y tener el poder de crear historias y películas.
Y digamos que en ese momento no entendía que me había atrapado tanto de estas dos películas, pero a la final son historias que giran en torno a protagonistas que están librando sus batallas internas, que se confrontan a sus inseguridades y temores.
¿Qué tensiones y necesidades en la estructura del cortometraje Vientos de agosto, la llevaron a incluir e incrustar lo relacionado al canto y en concreto los alabaos?
Vientos de agosto para mí fue una especie de catarsis frente al miedo de enfrentar la mortalidad, era entender la muerte como un paso más de la vida, y entender la vida como un fluir constante.
Los alabaos para el Pacífico son cantos a la muerte, cantos fúnebres de alabanza, su catarsis a la muerte expresada desde la música. Eran importantes en esta escena que no tenía diálogos que los alabaos y la imagen tuviesen todo el poder para comunicar y para generar emociones.
El agua, como en Duras y Tarkovski, y el río son para usted muy relevantes y reveladores en Vientos de agosto: ¿Qué obsesión le hizo llevarlos al mismo y desde dónde los trata?
El río es esta fuerza que no se detiene, este fluir constante y purificador, en Vientos de agosto representaba eso, la continuidad de la vida que no se detiene el fluir orgánicamente. Hugo (el personaje principal) siempre va al río en las noches, se sienta sobre un puente y el río pasa por debajo como eje transversal de esos dos mundos de los cuales Hugo es una especie de mediador.
Es necesario tener una intencionalidad con lo que se hace, con lo que se vive en los movimientos del arte en uno mismo: ¿Cuál es la intención e intencionalidad de lo que ha hecho hasta el momento y de lo hará?
Cada trabajo creo tendrá una intencionalidad diferente, pero a rasgos generales creo que podría decir que: una necesidad expresar, de conectar con el otro, encontrar empatía, tratar de entender al otro, plantear pensamiento críticos y humanos frente a nuestro entorno y frente a la sociedad.
Tiene Vientos de agosto, una mediación constante con la naturaleza, la naturaleza del ser humano, la condición y humana y la naturaleza en sí: ¿Por qué y que se propone mostrar con esa mediación?
Sí la naturaleza de la vida, la naturaleza que nos rodea, desde plantas vivas llenas de color a plantas secas deteriorándose. A medida que el corto transcurre y Hugo se va acercando a su muerte, fue una decisión dramática y estética junto con el director de arte, que las plantas de su tienda fueran marchitándose y secándose. Al inicio utilizamos plantas y flores con más color, hacia el final las plantas son más secas y carentes de vida.
Vientos de agosto es una historia de un lugar macondiano, Honda
Como Vientos de agosto se instala y se desarrolla en el trópico, en el municipio de Honda, ¿qué es lo que usted llama “Mágico realista” en su visión del mundo, el horizonte que causa?
Honda es un pueblo que cuando lo conocí, reflejaba lo que en mi mente era ese lugar del realismo mágico, un lugar donde podían habitar personajes tan humanos como fantásticos.
¿Qué tanta trascendencia ha tenido para usted la formación en teatro en Nueva York (The New School), por qué decidió formarse en técnicas teatrales, como su catarsis?
Ha sido muy importante los estudios que pude realizar en Nueva York, digamos que fui a estudiar actuación porque quería entender mejor el universo de los actores y entender cómo trabajan para poder dirigirlos más apropiadamente. No solo estudiar actuación (el método) me dio esas herramientas, sino que también se hace un trabajo muy fuerte en entender los personajes y porque obran de la manera que lo hacen, porque toman las decisiones y como se traducen en acciones o en imágenes. Todo esto aporta al trabajo desde la escritura desde la creación de los personajes, y también en el momento de estructurar una puesta en escena, Todas las elecciones estéticas y creativas tienen un fundamento, ninguna elección debe ser gratuita.
¿Por qué decidió y como lo hizo, desarrollar Vientos de agosto, con un personaje como Hugo, que hace un actor profesional y dramaturgo como Cristóbal Peláez, por qué un actor profesional?
Para mí en Vientos de agosto no era tan importante tener un look naturalista, ni pretendía que mis actores fuesen actores naturales que impregnaran el corto con este naturalismo. Por el contrario, quería instaurarme en el plano más fantástico, alejarme del look naturalista pero a la vez consiguiendo lo verosímil. Cristóbal es un hombre que tiene mucho conocimiento y aportaba mucho a esta necesidad y al personaje.
Cristóbal Peláez es Hugo en Vientos de agosto
Hay en Vientos de agosto una condición que le da un carácter al relato, que es lo pictórico, la tendencia al claroscuro en la fotografía: ¿Por qué y qué intenta proponer?
Con el director de fotografía hablamos mucho de nuestros referentes desde el arte para aproximarnos a la estética visual del cortometraje, y llegamos al claro oscuro, por su misma naturaleza ya que tiene unos contrastes muy marcados entre luces y sombras. Vientos de agosto habla de esta, o de la muerte, de la vida y del viaje. Entre la vida y la muerte se viven esos contrastes entre lo iluminado y la oscuridad cuando todo ha acabado.
La película hace un gran esfuerzo en la fotografía
Es esencial o no para usted tener una relación sensible con su director de fotografía Camilo Monsalve, como la tuvieron Truffaut con Néstor Almendros y Bergman con Sven Nykvist y ¿por qué?
Sí, para mí la relación con el director de fotografía con el que he hecho mis dos cortometrajes es de vital importancia, es una relación productiva y nutritiva desde lo creativo expresivo y desde el arte. Es primordial para mí el nivel de entendimiento que tenemos.
¿Por qué la llamó “Vientos de agosto”, pues también podría haberse llamado: “Vientos de enero” o “Vientos de octubre; qué significado tiene y como comunica esa o esas sensaciones?
Mi abuelo siempre trabajo en el campo con cultivos y ganado, y parte de mi niñez la viví en el campo, en agosto siempre llegaban los vientos de agosto y eran tan fuertes en un verano tan intenso, que acababan con los cultivos, desmejoraban el pasto para el ganado. Entonces esto siempre tuvo una connotación negativa, en el corto con los vientos de agosto llegan las pestes al pueblo y con estos además llega un hombre forastero a enfrentar a Hugo con sus más grandes temores.