Esta mayoría el dio el pulso para exigirle a EPM una prima de 200 millones de dólares para que recibiera la concesión de construir y operar la central hidroeléctrica por 50 años.
Lo peor que le puede pasar a EPM es que la presa de Hidroituango colapse por sus debilidades intrínsecas, si las tiene, o que haya que colapsarla después de un estudio detenido y juicioso porque no se puede poner en peligro las vidas de miles de personas en el cañón del Cauca antioqueño e incluso mas allá de Caucasia.
Este escenario sería catastrófico para las finanzas y viabilidad futura de EPM y las transferencias que hace a la ciudad para financiar la inversión en programas sociales de la administración y que benefician a miles de medellinenses.
En este sentido, a muchos críticos de EPM que han resultado con la actual crisis, empezando por los ecologistas que prefieren que la naturaleza no sea intervenida y que las comunidades que la habitan permanezcan en su hábitos tradicionales de producir y ver el mundo, se les olvida que EPM es una empresa pública del orden municipal, que ha prosperado en la venta de servicios públicos domiciliarios a lo largo de su existencia, y que parte de los beneficios empresariales –hoy alrededor de los 1.3 billones de pesos anuales- se han invertido en servicios sociales para las comunidades más pobres de la ciudad de Medellín, que provienen, no solo de la misma ciudad, sino también del resto del departamento y del país.
Sin embargo, también hay sombras. A pesar del éxito de EPM en los servicios de agua, electricidad y telefonía fija, que posteriormente, esta última, fue convertida debido al cambio tecnológico inevitable, en inversiones multimillonarias en empresas de telefonía celular e internet sin mayores logros para la ciudad, pero si para el capital extranjero. En primer lugar, fue el caso de OLA, una empresa de telefonía celular entre la ETB y EPM, y que luego fue convertida en TIGO, haciéndose Millicom internacional socia de ETB y EPM en la propiedad de esta empresa. En segundo lugar, se constituyó a UNE-EPM, que vino a convertirse en una empresa fusionada con TIGO y operada por Millicom. Esta última parte en la vida de EPM es la más cuestionada, como el fiasco de la compra del 50% Orbitel por 85 millones de dólares al los grupos Sarmiento y Santodomingo, y que hoy no vale nada, y los negocios y fusiones con los extranjeros de Millicom. Las incursiones en el extranjero por parte de EPM es otro capítulo muy cuestionado.
Por otro lado, en el proyecto hidroeléctrico Pescadero-Ituango, “EPM era el accionista mayoritario en marzo de 2006 con el 53.07% de participación, y EPM accedió a compartir el control mayoritario del proyecto con el Departamento de Antioquia cediéndole 7.07% de sus acciones, de tal manera que cada uno quedara con el 46%. El IDEA, a pesar de este gesto de buena voluntad, por parte de EPM, decidió comprarles su parte a los accionistas privados, alegando que EPM también quería hacer lo mismo” (Maya, G. Toma hostil de Pescadero-Ituango, elmundo.com, 12 de Agosto de 2008).
Lea: Toma hostil de Pescadero-Ituango
Esta jugada convirtió al departamento de Antioquia en el accionista mayoritario de la sociedad, y esta mayoría el dio el pulso para exigirle a EPM una prima de 200 millones de dólares para que recibiera la concesión de construir y operar la central hidroeléctrica por 50 años, 8 de construcción y 42 años de operación.
Al gerente de EPM en 2010, Federico Restrepo, bajo la alcaldía de Alonso Salazar, le preguntaron:“¿En qué resultó la negociación para el desarrollo del proyecto Hidroituango?”. Respuesta: “Todo fue ganancia” (EPM, la joya de la corona, elespectador.com, diciembre 21-2010). ¿Si? pagaron 200 millones de dólares para empezar, que no tendrían que haber pagado si no se hubieran bajado de la mayoría accionaria. Una estupidez.
Sin duda alguna, EPM cumple una función muy especial en la gobernabilidad de la ciudad. EPM actúa como proveedor de fondos al Municipio, que permiten, en la una de más inequitativas ciudades del país, bajo el modelo neoliberal que se implementó desde los 90, invertir en obras públicas, escuelas, colegios, bibliotecas y empleos en las comunas más pobres de Medellín, que luego los alcaldes capitalizan en votos, en imagen y en ser los mejores alcaldes de Colombia. Sin EPM, algunos de los alcaldes, cortos en inteligencia, pasarían a la historia como unas nulidades absolutas, pero pasan como grandes prospectos de hombres de estado. Si Venezuela se ha especializado en reinas de belleza, Medellín se viene especializando en producir presidenciables a partir de la alcaldía de Medellín. La clase política local y empresarial han sido los directos beneficiarios de EPM.
Sin embargo, EPM no es una empresa privada, ni tampoco es una empresa extranjera. Es una empresa innovadora, una de la grandes del país, y por lo tanto ha crecido con la inteligencia y las capacidades nacionales. Si Colombia tuviera 10 o 20 empresas como EPM, en todos los campos de la actividad económica, otro cuento de país tendríamos.
Por esta razón, ante la eventual catástrofe de colapsar a Hidroituango debido a sus fallas constructivas propias o por el deterioro que ha producido la actual contingencia, en un mes largo, y al costo derivado, en pérdidas, de cerca de 10 billones de pesos invertidos en una represa que no generará energía pero si una carga financiera enorme para pagar las deudas asociadas al proyecto y que dejará a EPM en una situación muy precaria, y sin capacidad de hacer transferencias significativas a la cuidad, la comunidad de Medellín debe estar vigilante ante la arremetida de las fuerzas privatizadora, que otra vez saldrán a vociferar que la salvación de EPM estará en la venta de EPM al sector privado para así subsanar al falta de trasferencias a la ciudad y la inversión social hacia los más pobres. Estos argumentos ya los escuchamos en el pasado.
No hay que olvidar que Juan Felipe Gaviria, Gerente 2004-07, bajo la alcaldía de Sergio Fajardo, le dijo a la revista Semana: “EPM será una sociedad por acciones, como lo son Ecopetrol, Isagén e ISA” (¿EPM por acciones? Octubre 20-07). Fracasaron en esta intentona. Sin embargo, siempre van a tratar de lograrlo (Maya, G, EPM pierde y se hacen los bobos, Julio 6-2012).
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Finalmente, aunque Hidroituango no llegue a funcionar, EPM tendrá por obligación moral y ética que reformular sus relaciones con la comunidad del Cañón del Cauca, iniciando un fondo para el desarrollo y la inversión social de esta región tan pobre y atrasada. Sin promesas vacías.