El escritor y dramaturgo Fernando J. López llegó este miércoles a la apertura del Hay Festival con uno de los temas que más ha investigado para sus publicaciones, los adolescentes en la literatura y el alcance de las redes sociales en la comunicación actual.
Los nombres del fuego, La edad de la ira hasta, El reino de las tres lunas y hasta Las vidas que inventamos, son algunas de las publicaciones reconocidas del escritor español Fernando J. López, quien lleva al público en una mágica experiencia de retrospección, un análisis, que aunque distinto, siempre lleva en sí lo importante que es la etapa de la adolescencia y lo mucho que ha cambiado el mundo con la llegada de las redes sociales que han dictado nuevas maneras de comunicación.
La literatura ha sido por años la salida de la realidad de muchos y la llegada a un mundo más diverso, complejo y pensante, así lo definió este miércoles el escritor en medio de su conversación, en el desarrollo del Hay Festival, sobre cómo la lectura abre nuevos espacios, transforma vidas y le da voz a aquellos que en algún momento se han sentido marginados.
López ha dedicado una gran parte de su carrera al estudio de los comportamientos de los adolescentes, pues se ha desempeñado como docente tanto en secundaria como en bachillerato.
Ante esto, ha querido ir más allá con lo que significan las redes sociales y cómo son ahora indispensables en las vidas de jóvenes y adultos, pero aún más, cómo afectan estas la comunicación, interacción y relación con los demás de manera física y cuál es la labor real que se deben hacer con ellas para una completa conexión y asociación.
“Me he dedicado a investigar mucho, creo que la literatura tiene que dar testimonio de quiénes somos y cómo somos y me interesa mucho aquella que nos cuenta en este momento, un nuevo siglo que presenta muchos cambios uno de ellos la comunicación y el cómo nos mostramos ante los demás, por eso desde que comencé a escribir tenía muy claro que tenía que trasladar esas nuevas formas, como lo son las redes sociales, a mis novelas”, puntualizó López.
Comentó además que para todo escritor es importante darse cuenta que ya no todo se reduce a la comunicación física sino que cada vez se hace más fuerte la vida virtual, mostrar desde quién eres en Instagram hasta que significan los Whatsapps que se mandan al día.
Entonces, ¿qué tan real son los amigos que adquirimos en redes sociales?, una pregunta que a muchas personas adultas les sería fácil responder, debido a que su proceso de selección es mucho más minucioso y detallado, considerando que agregan a quienes en realidad conocen, pero ¿qué pasa con los más de 2.000 amigos que los jóvenes acumulan en cada uno de sus perfiles?
De acuerdo con el escritor es un error garrafal categorizar y “demonizar” a las redes sociales por el efecto que causan de dependencia y necesidad en muchos adolescentes, ya que debido a sus nuevas formas de comunicación son la manera más asertiva de conocer e interactuar con los demás.
“Yo lo que he intentado es romper prejuicios y tabúes porque me parece que cuando demonizamos o convertimos en algo terrible a las redes sociales lo estamos haciendo desde una perspectiva equivocada, porque ellas como todo tienen una parte negativa y otra muy positiva, el problema es que a lo mejor debemos integrarlas en el discurso educativo, cultural, asumirlas y trabajarlas, pero lo que no se puede hacer es prohibirlas”, explicó el escritor.
Muchos jóvenes han optado por ver a través de sus pantallas su vida real, ignorando su alrededor y dejándose envolver por una comunidad virtual que al final lo que logra es potenciar la habilidad comunicativa del mismo.
“Conocí un caso de un chico que no se relacionaba con sus compañeros en la escuela sino que lo hacía con unos externos a través del móvil, entonces sus maestros decidieron quitárselo para así ‘ayudarlo’ a relacionarse con sus amigos físicos, pero en realidad a él no le estaban ayudando al obligarlo, lo que lograban era hacerlo sentir más solo y más incapaz, entonces ese tipo de cosas me dan mucho que reflexionar porque no podemos obligar a los adolescentes de hoy a vivir como lo hicieron muchos mayores”, resaltó López.
Pese a ello el novelista no dejó de lado lo negativo de la era virtual, ya que muchos casos de suicidio se han dado debido a temas de ciberbullying y la mayoría de trastornos alimenticios se han fomentado por una errada imagen virtual.
Precisó que las redes no son más que una herramienta con la cual se decide si usarla bien o mal.
Otro de los puntos fuertes de los temas del novelista ha sido el activismo femenino y la incursión de personajes de la comunidad Lgbti en las historias dramatúrgicas y literarias.
Para él, la diversidad no es lo mismo que la diferencia, ya que si bien en una se toma al individuo como un ser único en la segunda se busca conciliar para comprender al otro.
“El gran error es cuando vemos a la diferencia como un problema y como una separación o muro, en mi caso en todas mis novelas y obras trato el tema de la diferencia de todo tipo, ya sea sexual, de crianza, de género, de edad o herencia cultural y siempre trato de defenderla, porque es lo único que nos enriquece y en realidad vale la pena”, puntualizó López.
Añadió que el adjetivo con el que menos ha estado de acuerdo en la lengua española es el de “normal”, una palabra que a su criterio no entra en lo que la población es en realidad, “únicamente porque nadie es normal”.
“Hay que reivindicar la diferencia como algo que suma y como un punto de diálogo”, compartió.
Finalizó resaltando que la literatura juega un papel importante dentro de la vida del lector que por algún motivo siente que no encaja en los cánones de “normalidad” ya que tiene el poder de colocar o romper prejuicios.