¿En dónde está la otra parte de la historia? En la cárcel

Autor: La Urna Abierta
19 mayo de 2018 - 12:08 AM

Para todo efecto y fin práctico, esa persona deja de existir, o, en el mejor de los casos, sólo existe para su familia.

Melissa Pérez Peláez

“Botados en medio de la nada, alejados de la sociedad como si fuéramos una plaga o tuviéramos algo contagioso, estigmatizados, excluidos, olvidados hasta por nuestras familias”, estas son las palabras que utiliza Mariana Giraldo en el relato que titula “Chat made in Jamundí”, que hace parte de la séptima versión de Fugas de tinta; relatos que son contados por hombres y mujeres desde diferentes cárceles de Colombia, y que forman parte del proyecto del gobierno “Libertad bajo palabra”.
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Entre juicios y narraciones uno de los temas más populares son los relatos de crímenes, casi la totalidad de la sociedad reclama justicia mientras cuenta, una y otra vez, la historia de un homicidio, de un hurto o de una violación. Pero son pocos los que se preguntan por la otra parte de la historia, a casi nadie le importa la versión del que está entre las paredes de una prisión, a casi nadie le interesa los motivos del preso ni mucho menos lo que pasa con su vida una vez entra en una cárcel. Para todo efecto y fin práctico, esa persona deja de existir, o, en el mejor de los casos, sólo existe para su familia.
Tal vez por desidia, indiferencia, facilismo, insensibilidad, venganza o ingenuidad preferimos creer que las consecuencias dañinas de las conductas que perturban el bienestar de una sociedad se solucionan una vez se priva de la libertad a quien, en este caso, es el victimario. Pero la realidad enseña que el conflicto se extiende de una manera inimaginable una vez alguien es privado de su libertad como una forma de castigo
Para nadie es noticia nueva que las cárceles son lugares notoriamente violentos, administrados por el miedo, un lugar en donde los presos son puestos unos contra otros en una especie de caos controlado, y, especialmente en Colombia, un lugar en donde el hacinamiento alcanza magnitudes impensables, y que es la causa de la propagación acelerada de enfermedades ¿a quiénes les importa los incidentes y tragedias en estos lugares? Si no es un motín o un escape ¿a quién le importa lo que pasa con los presos?

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La falta de interés por el estado de muchas cárceles en Colombia y las condiciones en las que se encuentran los presos, son el reflejo de lo poco que como sociedad nos hemos preguntado por el verdadero fundamento de estos lugares. A regañadientes, y por vergüenza de aceptar que es la venganza lo que lleva a reclamar más castigo, se dice que el fin de estos lugares es el de neutralizar un individuo y resocializarlo, hasta se llega a decir que es con fines pedagógicos; pero poco interés hay en preguntarse seriamente si alguien privado de la libertad, en condición de hacinamiento, enfermo y con miedo constante, tiene la oportunidad, seriamente, de repensarse como individuo en la sociedad.   
La otra parte de la historia está en la cárcel, pero es en la entrada de la prisión en donde se pierde el interés por la historia que con tanta excitación contaban, pues se cree que es dentro de este lugar en donde las contradicciones y las injusticias, propias de la sociedad, se resuelven y desaparecen. 

Estudiante Universidad de Antioquia 
 

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