El maestro Óscar Jairo González entrevista a Wilson Abad Zapata, actor y director de teatro. Indaga sobre la vida del dramaturgo y sobre el montaje de El gato negro de Edgar Allan Poe.
No se sabe nunca quiénes somos o sí lo sabemos es por un instante: ¿Qué y quién es para usted ser y realizar su vida como dramaturgo y actor?
Es un oficio que me permite hacerme preguntas e intuir respuestas. Tal vez nunca lleguemos a saber quiénes somos, pero definitivamente, como ser humano artista, soy lo que perciben otras personas de acuerdo con sus convicciones, creencias personales y el contexto en el que nos relacionemos. Soy muchas designaciones, al observarlo con atención es una fuente inagotable para el desarrollo del mismo oficio teatral.
¿En qué medida y cómo se desarrolló en usted la necesidad y el deseo de montar el relato de Poe El gato negro en el teatro y por qué?
Azar, intuición, destino. Se montó fragmentado en el año 2012 para la Semana de la lengua en la Universidad de Antioquia con un grupo de teatro. El año pasado lo volví monólogo para el encuentro Invernía, de Elemental Teatro. En diciembre de 2016 caí accidentalmente del tercer piso de mi casa, después del milagroso salto sobrevivió en mí un sentido diferente en todas las cosas y las relaciones. Somos autodestructivos de conciencia alterada. El texto brotó en mi realidad como una revelación. Afloraron recuerdos y maduró mi amor y forma de amar a los gatos.
Todos los seres humanos de una manera u otra estamos llenos de misterio y de inasibilidad: ¿Cómo instala estas sensaciones en El gato negro y por qué?
El misterio lo ponen quienes asisten a ver la obra. Yo simplemente juego con los tiempos narrativos, haciendo de ellos una experiencia que se puede percibir desde tormentosa hasta descarada. En cuanto a la inasibilidad, la evidencio desde varias aristas como el no poderse parar, hablar bien, estar calmado y callado o quieto. No se haya de ninguna manera ni forma.
El destino nos es desconocido, tenemos un destino que nos es dado y otro que nos damos nosotros: ¿Cómo se hizo en ese sentido y dimensión evidente en usted, para vivir a Poe teatralmente?
Es un autor que atrae, en lo personal creo que fue un ser que no buscó aprobación en nadie para hacer de su vida y ejercicio literario lo que quiso. En ese sentido, mis manifestaciones artísticas, obedecen a algo que quiero decir y busco la manera de hacerlo, sin buscar mucho consenso.
¿Considera que en El gato negro hay o no un feminicidio, por qué sí o por qué no?
No. Lo que hay es un ataque de furia incontrolable. En este caso fue su esposa, para efectos de la narración, pero pienso que pudo ser cualquier persona que se encontrara ahí. Su madre, de tenerla, un hijo, o hasta un amigo o la ley. No habría importado el género.
¿Qué es para usted lo que Poe llama en el relato El gato negro “furia e irritación demoniaca” y por qué y cómo las lleva a la escena?
Es lo que llamo “justificación” para hacer cualquier cosa y tener el descaro de sentirnos inocentes porque esa energía fuera de nosotros nos impulsa a actuar. Y lo llevo a escena poniendo intenciones dementes ficticias en el personaje.
¿Por qué y en qué circunstancias en su vida comenzaron a llamarlo gato y qué de la mirada gatuna hay en usted y su naturaleza teatral?
Mi cuñado me llama gato desde hace más de diez años. Él ve en mí a alguien con suerte en los accidentes. Después de mi caída desde un tercer piso y no quedar mal, bueno, algo habrá. Los ojos son tremendamente reveladores en cuanto un animalito está sintiendo o quiere hacer. El ser humano es igual, el teatro me ha enseñado a observar esta circunstancia y a determinar de acuerdo con ello.
El ojo es una obsesión en Poe que desnuda, que observa perversamente: ¿Qué le dice el ojo del gato aquí y por qué?
El ojo en el relato es algo que vigila al personaje, que le muestra alguna parte fea o maluca como en un espejo. Por eso lo saca, muestra que es capaz de matar la bondad y lo que sea necesario con tal de estar cómodo.
¿Por qué intentó cambiar el nombre del gato de El gato negro, Plutón, por el de Charlie y qué ha provocado su inquietud teatral por la vida de los gatos?
Charlie se llamaba el gato, acababa de morir y tuve pulsión de hacerle un homenaje. Los gatos desde su naturaleza independiente y alerta me seducen, me enseñan y son un remanso increíble para dar y recibir afecto. Creo que sirven para aliviar el alma.
¿Qué elementos teatrales, nuevos en su visión teatral, ha introducido en este monólogo y por qué monólogo?
Nuevos creo que ninguno, si hay algo viejo e inventado es el teatro, pues es un arte que se desarrolla desde lo humano en todos los niveles. Lo novedoso para mí fue hacerlo desde la intuición y darle rienda a mi estado natural en el momento de la interpretación. Es monólogo porque después de aprender el texto completamente caí en cuenta que podría hacerse completo con otros actores. Mi intuición me llevó a concebirlo solo y así lo dejé.
¿Desde qué perspectivas el teatro ha formado su vida y la vida ha formado su teatro, en que incidentes y en que intermitencia, como su temperamento?
Desde los trece años hago teatro, es mi vida. Todo tiene que ver con él: lo que pienso, hago y digo obedecen a criterios que me he formado con respecto a la cotidianidad vistos desde un enfoque observativo y analítico, pero desde lo teatral.
Si hay teatro del absurdo o teatro simbolista, ¿usted cómo llama su teatro, cómo lo propone y desde dónde lo hace y lo ha hecho y por qué, para qué?
Intuitivo, dejo que el actor explore a partir de su propia naturaleza y la funda con un posible sentir del personaje. No creo en las posturas técnicas para mostrar un sentir, el momento escénico a veces es más real que muchos aspectos de nuestra vida, se debe ser coherente con él.
¿Quién es, qué hace y cómo forma su público para el teatro, en qué lo reclama para sí y en qué lo busca vulnerar, cómo y qué sentido tiene?
Creo que hago y haré un teatro sin pretensiones de nada, sólo me gusta utilizarlo para preguntarme cosas, es una herramienta que ojalá mucha gente pueda utilizar para instalar una nueva conciencia y se permita verse a sí misma en el mundo que se ha construido para compartir con los demás.
¿Podría decirnos si el soñar, fantasear y delirar le lleva, le muestra y le revela maneras de hacer las escenas en el teatro o eso nunca ocurre, por qué sí y por qué no: gravedad del sueño?
Imaginación, delirio, insomnio y fantasía son algunos de los elementos que componen el kit de herramientas invisibles de un creador, sin ellas, imposible.
Fidel Castro en el Teatro Colón