Los espacios comerciales del arte en Medellín, parecen debilitados por la falta de un gremio verdaderamente interesado en la adquisición y el coleccionismo de obras de arte. Paula Builes, fundadora de la nueva galería Policroma, apuesta con su espacio en fortalecer este sector, considerando su cargo como una oportunidad para trabajar en equipo con artistas, coleccionistas, medios, instituciones, empresas y por supuesto, diferentes públicos.
Cuando hablamos sobre la actividad artística de Medellín se manifiesta con frecuencia que las galerías constituyen un grupo considerablemente escaso, y que no existe en la ciudad un verdadero mercado que fortalezca las diferentes posibilidades de producción y expansión que los artistas necesitan. En cierta medida, quienes estamos atentos a este fenómeno, aceptamos que el mercado del arte se debe fortalecer y que sacar a flote una galería puede resultar una labor casi titánica. Paula Builes, quien se ha desempeñado en el sector comercial del arte y tiene una amplia formación en márquetin, mercadeo, comercio y gestión cultural, tomó la decisión desde finales del 2018 de contribuir al fortalecimiento de los espacios comerciales, inaugurando un nuevo reto: la galería Policroma. Este espacio se puede percibir como una apuesta refrescante al ambiente galerístico; espacios que por alguna clase de prejuicio se identifican como los terrenos más excluyentes y arribistas del mundo del arte. Por el contrario, Policroma tal y como señala su fundadora, “se concibe como un punto de encuentro de diferentes públicos para apreciar, disfrutar y adquirir piezas de arte. Y como lugar para trabajar en colaboración con otras galerías, medios, artistas invitados, instituciones, coleccionistas, empresas e individuos en los campos nacional e internacional”.
La dicotomía comercio/arte siempre ha generado opiniones que van desde los clásicos estereotipos sobre el “asqueroso lucro” que todo lo corrompe, a un cinismo también peligroso que defiende que los artistas solo deben elaborar imágenes, objetos y piezas que cumplan principalmente con una misión lucrativa, más que una función que aporte a la cultura. Para algunos críticos del mercado, el único modo honesto de admirar una obra de arte es dejando a un lado su procedencia, su autoría y su precio; en este sentido, frente a la pregunta sobre la suspicacia que despiertan las galerías y los artistas comercialmente más activos, Builes responde que la crítica y la suspicacia es entendible y, además, necesaria. “Los críticos y teóricos sirven como tensores y finalmente el mercado también los necesita para que esa fricción contribuya al desarrollo y a la evolución de la escena del coleccionismo y de la misma producción artística. (...) Hay que entender que ser artista y galerista es riesgoso. Es una vocación. Se debe estar dispuesto a recibir tanto críticas como elogios. Estos últimos pueden llegar a ser inclusive más peligrosos que las mismas críticas porque pueden llevar a una comodidad, a no evolucionar en la producción o en las muestras, a no tomar riesgos.”
Obras de la artista Cristina Castagna en la exposición ¿Costura para señoritas?. Cortesía Paula Builes, galería Policroma
Actualmente en Policroma encontramos la exposición ¿Costura para señoritas?, de Julián Urrego y Cristina Castagna, quienes en sus propuestas, destacan el bordado y el tejido como una tradición que une los lazos familiares o como una actividad que enmarca posturas de género a partir de un comentario contestatario. Así, Julián Urrego cuestiona paradigmas culturales acerca de lo que se debe o no se debe hacer según las actividades que nos asigna la sociedad de acuerdo con un género. En este caso, la costura vista como una actividad principalmente femenina, es usada por el artista para bordar piezas en papel y pañuelos masculinos donde su comentario es desarrollado desde la idea del dibujo como un ejercicio de construcción y elaboración no solo técnica sino también mental y emocional donde se refuerza con humor y un poco de sarcasmo, cada puntada.
Julián Urrego en ¿Costura para señoritas? En la galería Policroma. Cortesía Paula Builes, galería Policroma
Por su parte, Cristina Castagna quien también ha realizado una obra marcada por el dibujo y las artes gráficas, nos conduce a pensar el bordado como una actividad que vincula, que une y que “teje” relaciones familiares: “Casi todas las ideas nacen como una excusa de algo. En este caso, la excusa era fortalecer vínculos con mi abuela, Luisa García, retomando una actividad que me enseñó desde pequeña y la que fue mi primera actividad manuela en la vida: coser”. Las piezas de Castagna son poéticas y evocadoras, las de Julián Urrego son directas y contestatarias; con esto, la exposición propone acertadamente una dupla de artistas que se complementan y responden, cada uno desde sus ideas, a que una obra nunca está hecha para ella misma, al contrario, su carácter de obra se configura en señalar un afuera; un gesto que precede, contiene y acompaña su sentido, desde una dimensión emocional.