¿Cómo salirse de esta lógica de la confrontación disfrazada de buenas intenciones? Abandonando los terrenos de las élites
Hay algo muy propio del ejercicio periodístico y de opinión llamado intuición, olfato, sentido común, una capacidad empática que permite observar, percibir e interpretar lo que piensan y sienten las sociedades.
En esta misma columna, recientemente afirmé que la polarización en Colombia era fabricada por las élites políticas, y que no estaba enquistada en las bases ciudadanas, cansadas de tanto enfrentamiento. “Porque la gente está saturada de la polarización y de quiénes la fabrican. Las empeñadas en dividirnos son algunas élites, no las bases. La inmensa mayoría de los colombianos anhela convivir en paz”.
Me alegró leer en la revista Semana, los resultados de un estudio del Observatorio de la democracia, del Departamento de ciencia política de la Universidad de los Andes, realizado a partir del Barómetro de las Américas, que concluyó que "la polarización no es un fenómeno generalizado entre los ciudadanos". El director del Observatorio, Juan Carlos Rodríguez-Raga le respondió a la revista que "en los últimos años, la posición ideológica de los colombianos no ha tenido variaciones bruscas. Desde hace 15 años ha permanecido cercana al centro".
Si la polarización es artificial -como lo creo- y fue fabricada por las élites como caballito de batalla electoral en torno a la “paz”, la conclusión elemental es que el verdadero escenario político, el del centro, el de los consensos, está libre. Está por construirse. Vale la pena estudiar el caso de Sergio Fajardo, incluidas sus equivocaciones.
Este escenario se vislumbra lejos de los gritos, de los insultos, de los odios, de las descalificaciones ofensivas, de la persecución personal y bien lejos de las obsesiones ideológicas de algunos grandes manejadores de opinión del país, empeñados en imponer un modelo de Estado acorde con sus intereses particulares y que ha terminado reflejando la intensidad de sus propias pasiones. Muy distinto al debate serio de ideas contrarias entre seres racionales.
¿Qué permitiría entonces el ascenso de una clase política de centro, que vuelva a hacer primar el interés general sobre el particular? Que los medios masivos de comunicación vuelvan a visibilizar, a ponerle los reflectores a los líderes sensatos, pensantes, ecuánimes, estudiosos, con capacidad de unir a los colombianos en torno a proyectos comunes, de nación y no sólo de impulsar lo que nos divide.
Asegura el investigador en el artículo que, "la polarización se limita a lo referente al acuerdo de la Habana, y la distancia entre los que apoyan la paz y los que no, también fue promovida por las élites".
Estoy convencida que aún en el tema del "proceso de paz" que se presenta como el único tema de polarización, bastaría que los medios de comunicación dejaran de seguir propagando la premisa falsa de "amigos y enemigos de la paz". Sin ese sofisma de distracción podríamos empezar a trabajar en serio en la reconciliación entre los colombianos.
Vuelvo a preguntarme: ¿Cómo salirse de esta lógica de la confrontación disfrazada de buenas intenciones? Abandonando los terrenos de las élites. Descendiendo hacia las bases. Caminando hacia los colombianos de las periferias que han padecido en carne propia los horrores de la guerra.