El papa Francisco puso el dedo acusador en la llaga del periodismo, describió, lo que para él, son los cuatro pecados de los medios de Comunicación
Crudo, desparpajado, directo y en una actitud bastante terrenal y por momentos desafiante, el papa Francisco puso el dedo acusador en la llaga del periodismo, describió, lo que para él, son los cuatro pecados de los medios de Comunicación: desinformación, difamación, calumnia y coprofilia o “amor a lo sucio”.
Durante una entrevista al programa Salvados, de la cadena española La Sexta, no tuvo inconveniente en acusar a algunos medios de calumniar sin ningún problema. “El medio de comunicación tiene tanto poder frente a las masas que puede calumniar impunemente ¿quién les va a hacer juicios? Nadie… Uno se atreve pero…”
“Es un poquito arriesgado decirlo, pero es verdad. Uso la palabra técnica, la coprofilia: El amor a la cosa sucia… literalmente el amor a la caca, el amor a los escándalos, y hay medios que viven de cohonestar escándalos sean o no verdaderos, sean la mitad verdaderos o no, pero viven de eso…”
Estas duras palabras del Pontífice, invitan a la reflexión, se convierten en una radiografía de una realidad que como él dice “nadie se atreve a juzgar”. Tal vez movido por los tsunamis mediáticos que él mismo ha desatado, al atreverse a destapar y denunciar públicamente los pecados de sacerdotes, comprende el descontento de las víctimas con los resultados de la cumbre de febrero, que reunió a los presidentes de las conferencias episcopales para tratar el tema de la pederastia en la Iglesia.
“Yo les entiendo porque uno busca a veces resultados que sean hechos concretos en el momento. Por ejemplo, si yo hubiera ahorcado 100 curas abusadores en la plaza de San Pedro es un hecho concreto, hubiera ocupado espacio. Y mi interés no es ocupar espacio, es iniciar procesos sanadores”.
Para el católico tradicional no deja de ser sorprendente ver y escuchar al Vicario de Cristo en la tierra hablar más de lo humano, que de lo divino. Contrasta su elocuencia con el silencio orante del Papa Benedicto XVI, uno ora y el otro labora, y hasta con el mismo San Juan Pablo II, a pesar de haber sido un Papa que usó los medios de comunicación al servicio de la Iglesia. Sus posiciones políticas frente a Trump, Maduro, el capitalismo, el manejo de la inmigración en el mundo, y particularmente en España, la venta de armas, los impuestos de la iglesia, la memoria histórica, entre otros, sacuden la opinión, interpelan e invitan a la reflexión.
Y al final una frase estremecedora sobre los restos de las víctimas desaparecidas: “Una sociedad no puede sonreír al futuro teniendo sus muertos escondidos…Los muertos son para ser enterrados, pero no para ser escondidos”. “Nunca se va a tener paz con un muerto escondido”.
Se puede estar o no de acuerdo con él sobre algunos temas, pero sus palabras le garantizan un puesto en la historia como un líder irreverente que se atrevió a llamar muchas verdades por su nombre y a interpelar a algunos de los más connotados poderosos del mundo.