Los baúles de Luisa Francisca

Autor: Carmen Vásquez Gómez
4 junio de 2017 - 02:00 PM

El cuento de la inspiración que les llega a los diseñadores de moda cuando van a trabajar y presentar su colección, es un tema más que serio. Unos dicen que la musa les baja del cielo, otros ni se inspiran, solo les sale y tema y punto, otros la bautizan con gran reverencia. Pero hay unos pocos, muy pocos que cuentan una historia real. A este grupo pertenece Juan Pablo Socarrás.

Medellín, Antioquia

Hablar con Juan Pablo Socarrás es abrir un libro de historias. Historias que no terminan, que muchas veces son como aquellas leyendas que uno se pregunta…¿y esto pasó? Él no bautiza sus colecciones porque sí, él las vive, él cuenta una historia real y esta de su colección que acabamos de ver en el Bogotá Fashion Week, llega al alma del romance, el calor se funde con la brisa que permite solo sacar esos taburetes de cuero y esas mecedoras al borde de la calle para seguir meciendo recuerdos de leyendas.

Pero esta colección con el nombre de “Los baúles de Luisa Francisca y Antonio” es real. Es la historia de esa niña mimada a la que le llegaban de Curazao muchos baúles llenos de ropa para que fuera una de las niñas más bien vestidas de Valledupar. Un día de esos en que las calles se aprietan de fieles en una procesión religiosa, un hombre bello, elegante, con un aire distinto a los del pueblo la ve y se enamora de ella por bella y distinguida, él con el nombre de Antonio, comienza a mandarle cartas por intermedio de su prima Julia. Surge el amor y el Antonio de ascendencia árabe-italiano y la niña Luisa Francisca se casan en Santa Marta y al llegar con ella llegan los 180 baúles de su ropa, cosa que a todos deja de espanto la exageración, creyendo que ella era una reina de belleza.

Él le enseña lo grande que es el mundo, le enseña que es la sofisticación, la sigue llenando de baúles de sedas y encajes y la vida le trascurre entre su casa de Barranquilla y sus 10 amorosos hijos. Pero el destino, que es la cátedra de la vida misma, la deja viuda, con unas manos impecables que nunca en su vida han tocado el arte de hacer un oficio doméstico. ¡Y hay niña! Ahora qué vas a hacer en la vida para levantar tantos hijos. Es mujer de temple, se tiene que volver a su natal Valledupar  y el arte de la cocina es lo que la saca a flote. Se inventa el congelar y hacer “quibes” y sigue con sus baúles de ropa fina. 

Conozca también cómo y cuál es el "oficio ancestral" que ejecuta Adriana Santacruz 

Ella, la niña Luisa Francisca, hace poco murió y ella, la niña Luisa Francisca, es la abuela materna de este joven diseñador Juan Pablo Socarrás. Un trabajo de linos, sedas, chifones, paños que es atemporal, que es el recuerdo de aquellos años de los 30 a los 40, años de pudor, de elegancia día y noche. Una perfecta silueta marcada a la feminidad y a la masculinidad de la época. Cortes sencillos, impecable mezcla del recuerdo y la vanguardia de la moda. Cada detalle es estudiado por Socarrás, el diseño de la marroquinería, los accesorios, el leve maquillaje, los peinados. Todo cuenta una historia, hasta las notas musicales de un violín que solo interpretó aquellos vallenatos que enamoraron a su abuela.

 

¿Y a Juan Pablo cuándo lo veremos en una pasarela en Medellín?
No sé. Todo llega cuando Dios quiera, solo estoy construyendo una buena carrera, no tengo afanes. Por cierto, este jueves Inexmoda quiere hablar conmigo.

Juan Pablo Socarrás, diseñador de modas, el que no se inventa viajes para armar una colección, el niño que sabe que es muy tropical, que se enorgullece de decir que viene de una familia de Valledupar y Barranquilla ya tiene en mente otras historias para poner a caminar en futuras pasarelas, porque puede ser que las hijas del General, sus tías abuelas, las mismas que fueron tres mujeres de ropa en exceso o la misma Luisa Santiaga, si, esa misma mujer de amores con el telegrafista, o sus mismos padres al son de esa hermosa canción vallenata, anónima que se hizo famosa en la voz de Alejo Durán: ”dicen que el amor, amor, amor que me divierte, cuando estoy en la parranda, no me acuerdo de la muerte”. Puede que ellos sean próximas historias, que parece que fueran leyendas encantadas y todas entre ropas de seda y lino, pollerines y encajes.

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