Las bodas, incluso las más informales, tienen reglas de etiqueta que hay que seguir. Expertos explicaron cómo no cometer errores que puedan ser perjudiciales para la boda.
Hay normas básicas de cortesía, etiqueta y protocolo que vale la pena recordar cuando se trata de una boda. Consejos sutiles que pueden evitar un mal entendido en ese día tan importante.
El investigador y asesor de marcas Julián Posada explicó que la etiqueta está ligada a la formalidad de la boda, a las “expectativas, necesidades y visión del mundo de las personas que están casando”.
Lo primero son las invitaciones. No son simples tarjetas, una invitación refleja el tipo de boda e incluso la personalidad de los novios, según aseveró Mónica Restrepo, gerente de Todamiboda, organizadores de matrimonios.
Aleida Salazar, directora creativa de Piña Colada, realizadores de invitaciones, aclaró que en la invitación hay puntos que deben ir de manera obligatoria, “la fecha, la hora el lugar, el tipo de traje, si es por la iglesia también se debe especificar y el código de vestuario”. Añadió que hay otros elementos que algunos optan por poner, mientras que otros lo consideran de mal gusto, como es el caso del tipo de regalos que hay que llevar.
En cuestión de invitaciones, “las tendencias han cambiado. Ya no son tan acartonadas, sino que son un reflejo de los novios”. Un elemento decisivo a la hora de pedir una invitación personalizada es el tipo de boda, según expresó Salazar. Eso determina los materiales, tonos y formas. “De acuerdo a la formalidad de la boda, debe serlo también la tarjeta”: perlado elegante para la noche, mate casual para la boda campestre, entre muchas otras opciones.
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“La invitación es un abrebocas para lo que será la boda. Los invitados sabrán por esta que esperar y cómo ir. Por eso tiene un valor emocional”, afirmó Salazar.
Restrepo agregó que la invitación debe reflejar el tipo de evento. Por ejemplo, si es de día la tarjeta será más pequeña que si es de noche. Detalles que no deben pasar desapercibidos, por lo que es necesario contar con la ayuda de expertos.
Respecto al tiempo en que deben ser enviadas las invitaciones, Salazar recomendó de mes y medio a dos dependiendo donde viva el invitado, “si vive fuera del país debe ser avisado con más tiempo”.
Precisó Restrepo que el tiempo adecuado son cuatro semanas si la boda y los invitados son en la misma ciudad y seis semanas si es en otra locación. Respecto a la confirmación, los invitados deben avisar por lo menos dos semanas antes si van a asistir o no, “es muy importante que no digan a última hora que no pueden ir”, aunque lo protocolario es que los organizadores de la boda llamen a confirmar.
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Código de vestuario
Posada explicó que el código de vestuario depende de la geografía y del tipo de celebración. “El código se ajusta a cada celebración, hay quienes se casa en un club, al aire libre, en un desayuno, conozco parejas que se han casado en un picnic”.
Por eso, las tarjetas deben dejar claro el tipo de evento y dar indicaciones de cómo lucir para que no haya lugar a confusiones. Posada agregó que “no se trata de decir exactamente qué lucir, eso es mala educación, sino dar pistas y, en caso de que el invitado no lo sepa, aclararle que en el lugar de la boda hace frío o que es en la playa”.
Por su parte, Restrepo aclaró que el código depende de si la boda es informal, casual, formal o de la gala. Las diferencias van entre una libertad casi total en la primera y esmoquin y vestido largo que no deja ver los zapatos en la última.
Las invitaciones para bodas muy formales especifican: corbata negra o corbata blanca, indicando que los hombres deben vestir esmoquin en el primer caso y frac en el segundo. Las mujeres deben lucir vestidos de gala o vestidos formales.
En el caso contrario, “no se especifica en las invitaciones un código, sino que se interpreta de la locación y el tipo de evento”, precisó Restrepo.
Posada agregó que es importante diferenciar el código de vestuario de los gustos, “hay un código en el que se especifican las reglas generales del vestuario, pero no se puede decir cómo interpretarlo ni tratar de imponer los gustos. Un invitado no tiene que ir de acuerdo a mi gusto. ¿Qué es mal vestido? Es una cuestión de interpretación”.
Posada concluyó que un problema constante es que “hay gente que trata de ser creativa y confunde”, porque dan indicaciones que no tienen sentido alguno o las posibilidades interpretaciones son demasiado amplias.