El presidente de Estados Unidos revirtió el proceso de restablecimiento de las relaciones bilaterales con la isla.
"Tal y como lo prometí”, advirtió Donald Trump: El frío volvió al estrecho de la Florida. Los avances para restaurar las relaciones bilaterales hechos por el gobierno del expresidente Barack Obama con Cuba quedaron en la cuerda floja.
Trump, republicano y actual mandatario de Estados Unidos, decidió reversar parcialmente lo pactado en el 2014, y le propuso al régimen de los Castro “hacer un mejor acuerdo que beneficie a su pueblo”.
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La noticia de la normalización de las relaciones bilaterales con Estados Unidos después de medio siglo había significado el fin de uno de los conflictos que marcaron la Guerra Fría.
Imágenes impensables se vieron: el primer vuelo comercial proveniente de Estados Unidos, de la aerolínea JetBlue, aterrizando en el aeropuerto de ciudad cubana de Santa Clara, o el crucero norteamiracano El Adoni navegando por las costas cubanas con unos 700 pasajeros.
Sin embargo, el impredecible Trump decidió pasar del discurso a los hechos, mostrándole los dientes al régimen comunista, dándole un fuerte golpe a la economía de la isla.
La directriz, firmada por él, restringió algunos de los acuerdos alcanzados en la administración de Obama para normalizar las relaciones con Cuba, en medio de un incendiario discurso que hizo en el simbólico Teatro Manuel Aritme de Miami, nombrado así en honor a uno de los líderes de la brigada que desembarcó en la invasión de Bahía de Cochinos, que intentó derrocar al líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, en 1961.
“Estoy anunciando una nueva política hacia Cuba, tal y como lo prometí en campaña. Lograremos una Cuba libre. No vamos a levantar las sanciones al régimen cubano hasta que todos los prisioneros políticos sean liberados, se respete la libertad de expresión y de reunión, se legalicen todos los partidos políticos y se programen elecciones supervisadas por la comunidad internacional. Vamos a hacer cumplir la prohibición al turismo. Vamos a cumplir el embargo”, afirmó Trump, en medio de la euforia de los asistentes al evento.
El actual mandatario, que durante la campaña presidencial mostró un fuerte discurso anticastrista, incluso celebrando la muerte de Fidel Castro, aumentó la incertidumbre de empresas y turistas interesados en la isla.
“No nos quedaremos en silencio para enfrentar la opresión comunista más tiempo”, sostuvo Trump en el recinto de la Pequeña Habana, en Miami, con la presencia del senador republicano por Florida Marco Rubio, que lo ayudó a redactar las nuevas restricciones.
El Gobierno cubano, por su parte, a través del el diario oficial del Partido Comunista Cubano, Granma, consideró que Trump ha sido mal aconsejado por “unos pocos legisladores de origen cubano” que usaron “chantajes para secuestrar la política” hacia la isla, en contra de los deseos de la mayoría de los estadounidenses.
“El presidente estadounidense, otra vez mal asesorado, toma decisiones que favorecen los intereses políticos de una minoría extremista de origen cubano del estado de Florida, que por motivaciones mezquinas no desiste de su pretensión de castigar a Cuba y a su pueblo, por ejercer el derecho legítimo y soberano de ser libre y haber tomado las riendas de su propio destino”, aseguró el medio de comunicación.
Entre otras medidas, la directriz firmada por Trump aumentó las restricciones de viaje de turismo de los Estados Unidos hacia Cuba: prohibió los viajes individuales, mientras que los grupales deberán ser auspiciados por alguna organización con una finalidad protegida por las licencias del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.
La normalización de las relaciones había significado un auge del turismo a la isla por parte de turistas edstadounidenses. Según fuentes oficiales cubanas, alrededor de 284.000 estadounidenses visitaron Cuba durante el 2016, lo que sería 74% más con respecto al año anterior.
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“La tendencia al crecimiento se mantuvo en el 2017 y ya para el mes de mayo pasado habían arribado a nuestro país tantos viajeros norteamericanos como en el 2016”, confirmó Granma.
Otro de los grandes afectados por la decisión de Trump será el Grupo de Administración Empresarial (Gaesa), un poderoso conglomerado empresarial de las Fuerzas Militares que controla hoteles, restaurantes, puertos, ingresos de capital, tiendas de ropa, entre otros, y con ellos, gran parte de la economía que mueve la isla. Trump prohibió a las empresas estadounidenses hacer negocios con ese consorcio.
Por otro lado, se mantendrá la embajada estadounidense en La Habana y se seguirá permitiendo el envío de remesas de ciudadanos estadounidenses a sus familiares cubanos.
Para Mauricio Jaramillo, internacionalista de la Universidad del Rosario, “el golpe para Cuba se sentirá en la economía. Los Castro esperaban que, por la normalización, llegaran capitales norteamericanos vía inversión y por el turismo que impulsaran la economía cubana. Con esta decisión, Trump dio un fuerte golpe a la economía de la isla”, afirmó el docente.
Asimismo, “Cuba había logrado una victoria política durante el gobierno de Obama. Había ganado más espacios y visibilidad que habían perdido desde la caída la Unión Soviética. Esto también puede repercutir en el gobierno comunista”, agregó.
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