Cientos de personas mueren cada año en el Valle de Aburrá por causas asociadas a la contaminación. Este territorio registra índices superiores a cualquier otro conglomerado urbano en Colombia.
Por lo menos 1.013 personas murieron los dos últimos años en el Valle de Aburrá por la contaminación del aire. Según el Departamento Nacional de Planeación (DNP) 8.241 personas murieron en Colombia en este periodo como consecuencia de la calidad del aire en las ciudades.
Con estas cifras, el Valle de Aburrá es la región con mayor porcentaje de muertes por esta razón al tener 12,3% del total nacional, seguida de Bogotá con el 10,5% (pese a que esta ciudad triplica la población del Valle).
El DNP especificó que las principales causas de la contaminación del aire son las chimeneas y vehículos, además del uso de leña y carbón para cocinar.
De contingencia en contingencia
La última fuerte contingencia ambiental en el Valle de Aburrá se dio en marzo de este año, cuando hasta siete de ocho puntos de medición de las partículas de PM2,5 estuvieron en alerta roja.
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En 1979, el profesor Luis Oliverio Cárdenas, junto a un grupo de investigadores de la Universidad Pontificia Bolivariana, inició el seguimiento a la calidad del aire en Medellín. En ese entonces, los estudios y mediciones arrojaron que la ciudad, por encontrase en un Valle, retiene los gases contaminantes. Por esto, advirtieron a la administración municipal que se debía controlar el crecimiento demográfico, incentivando el desarrollo urbano de otras zonas de Antioquia.
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“Desde esa época no se tomaron las medidas necesarias. Un problema de tan largo alcance no se soluciona con medidas temporales”, indicó Cárdenas.
Sucedió que en Antioquia “todo el mundo se vino a vivir a Medellín, pero aquí no hay el aire ni los árboles suficientes. Todos quieren tener un vehículo. Por esto, la ciudad está saturada. La población de Medellín ha crecido desmedidamente”, explicó el profesor.
Medidas a mediano y largo plazo
Entre las medidas a tomar para evitar mayores contingencias, Juan Gonzalo Merino, representante de la Asociación de Transporte Colectivo del Valle de Aburrá, aseguró que las autoridades territoriales y el gremio del transporte público están trabajando conjuntamente en el mejoramiento del servicio.
“A nivel de Medellín, el compromiso en los próximos cinco años es sacar de circulación 1.800 buses que no cumplen con los estándares de emisión. El primer año planeamos cambiar 180 vehículos (el 10%), el segundo año 15%, el tercero 25%; hasta el quinto año, en el cual llegaremos al 70% de la flota. En los otros municipios del Área Metropolitana, las empresas han venido cambiando la flota progresivamente de acuerdo a los requerimientos del Área, con un plazo de cinco o seis años”, aseguró Merino.
“Se requiere trabajar en acciones de mediano y largo plazo: la región debe revertir su modelo de ocupación; grandes inversiones en sistemas masivos de movilidad y transporte sostenible, así como en medios no motorizados personales; una ciudad que funcione 24 horas, desplazando los picos de demanda del transporte y un reordenamiento del transporte de carga y mercancías”, precisó Carlos Fernando Cadavid, director del Centro Nacional de Producción Más Limpia.
Si no se toman las medidas necesarias, “tendremos una gran emergencia ambiental. Necesitamos cambiar el modelo de desarrollo. A este ritmo, las crisis serán cada vez más fuertes y más seguidas. No sólo tenemos que salir de la emergencia que afrontamos hoy, sino lograr que Medellín sea habitable los 365 días del año”, apuntó Cárdenas.