Es esperanzadora la idea de una asociación de facultades renovada, que viva no sólo para pensar la educación sino para resignificar y transformar la dimensión científica, pedagógica, didáctica y disciplinar de lo que configura la profesión docente
Por: Sonia Vallejo Rodríguez*
Este 21 y 22 de marzo, tras 25 años de haber sido conformada Ascofade, la Asociación Colombiana de Facultades de Educación, tuvo lugar su primera Cumbre. Dada nuestra experiencia en territorio en procesos de formación y acompañamiento a directivos docentes y docentes, fuimos invitados a participar. En medio de 92 facultades de educación, nosotros, la Fundación Empresarios por la Educación, éramos sin duda como un perro a cuadros.
Fue muy interesante compartir el espacio con estas 92 facultades, comprometidas con aportar al país promoviendo la investigación cooperada y estratégica, el debate con pares académicos nacionales e internacionales, la participación en la construcción de las políticas educativas nacionales, regionales y locales, y el fomento de diálogos académicos con otras asociaciones y redes relacionadas con la educación y la pedagogía en torno a la identificación, sistematización y visibilización de experiencias exitosas escalables. Fue interesante también encontrarnos con muchas de las voces que históricamente han hablado de la educación y exaltado el estatus de la profesión docente en el país desde la epistemología y la filosofía que acompaña el campo educativo.
Ahora bien, como organización de la sociedad civil, hemos aprendido que la pedagogía, lejos de ser entelequia o abstracción, es hoy más que nunca una actividad que debe estar ligada a la realidad o realidades de los diversos territorios, asunto indispensable para comprender el mundo en que vivimos. Para nosotros, es fundamental entender la pedagogía como un campo de saber que favorece la transformación de ambientes dignos para el aprendizaje y ambientes políticos que garanticen el derecho a la educación. Hablo de una pedagogía que habita pero permea y trasciende los muros de las facultades de educación para instalarse, resignificarse y reelaborarse en los actores, discursos, prácticas e interacciones del sistema educativo o, mejor, de los contextos reales donde la educación se hace vida. Eso es lo que hemos encontrado trabajando con las comunidades educativas.
En la Cumbre participamos en mesas de trabajo sobre educación rural y educación a distancia, formación docente, diversidad e inclusión y currículo en educación superior, todos temas trascendentales y vigentes para la agenda no sólo académica sino también política del sector. Más allá de las clásicas disertaciones, que la verdad sea dicha a mí, como pedagoga, me resultan sospechosas por los permanentes señalamientos de lo que no funciona pero la carencia de propuestas que uno esperaría de quienes han vivido para pensar la educación, fue muy rico identificar el saber sistematizado del encuentro de las facultades de educación con los territorios desde la experiencia y el conocimiento de los contextos.
Celebramos la Cumbre de Ascofade y su apertura a otras naturalezas que piensan y viven para trasformar la educación, pues es esperanzadora la idea de una asociación de facultades renovada, que viva no sólo para pensar la educación sino para resignificar y transformar la dimensión científica, pedagógica, didáctica y disciplinar de lo que configura la profesión docente en nuestro país; una asociación de facultades que contribuyan a construir escenarios posibles de transformación.
Desde la línea de Conociendo para la Acción, en la Fundación estamos comprometidos con trabajar para minimizar las barreras de acceso a la información sobre el estado de la educación en el país, visibilizar los problemas estructurales del sistema educativo, plantear rutas para su solución y producir información que integre las realidades locales con las estadísticas nacionales. Coincidimos con Ascofade en sus propósitos en torno a la necesidad de crear conocimiento, y anhelamos muy especialmente hacerlo en diálogo con las regiones, para ampliar las comprensiones alrededor de la educación en Colombia y brindar elementos para la toma de decisiones soportada en evidencias, aportando a garantizar el derecho a la educación en el país.
Sin duda, Colombia está en mora de contar con una organización especializada en educación que permita al sector conocer el estado en que ésta se encuentra, monitorear sus avances y retos y, sobre todo, proponer alternativas para el desarrollo de mejores políticas públicas e inversiones pertinentes en el sector. ¿Quiénes más se quieren apuntar?
*Líder de la línea de Conocimiento para la Acción en la Fundación Empresarios por la Educación, una organización de la sociedad civil que conecta sueños, proyectos, actores y recursos para contribuir al mejoramiento de la calidad educativa.
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