Fundado en 1743, en la parte alta del Cañón del Chicamocha en la cordillera oriental, les ofrece a los visitantes diferentes opciones de turismo patrimonial, cultural, de naturaleza y espeleología
El territorio santandereano está dividido políticamente en 87 municipios, agrupados en seis provincias, una de ellas es la Provincia de Mares, en lo que se encuentra el municipio de Zapatoca, territorio próspero con una historia que nutre el acervo del territorio en Santander.
Zapatoca, fundado en 1743, en la parte alta del Cañón del Chicamocha en la cordillera oriental, les ofrece a los visitantes diferentes opciones de turismo patrimonial, cultural, de naturaleza y espeleología, con en un clima como lo describe el lema municipal: “Zapatoca, clima de seda y remanso de paz.”
Uno de los aspectos históricos que llaman la atención de este municipio es la leyenda del alemán Geo Von Lengerke (Dohnsen 1827, Zapatoca 1882), quién llegó a Santander a mediados del siglo XIX. Desarrolló el comercio de la quina, construcción de caminos, algunos de ellos aún se conservan y hacen parte del turismo regional. Esos caminos unen a los municipios de Zapatoca, Los Santos, Betulia, Jordán y San Vicente. Además, Lengerke fue un gran terrateniente, se dice que llegó a tener cerca de 12 mil hectáreas, explotadas en una simbiosis entre feudalismo y esclavitud (más de 200 esclavos llegó a tener), aparte de ello, fue comerciante de cacharrerías, licores, quesos, vinos, entre otros. Pero, lo curioso es que a Lengerke se le atribuyen más de 100 hijos naturales, algunos incluso le achacan unos 500 hijos. Sus restos reposan en el cementerio de Zapatoca, el cual, es uno de los atractivos turísticos del municipio.
En el marco del turismo cultural, llama la atención la Casa Museo del Quijote, creado por Rodrigo Espíndola Chaparro, quién le rinde un homenaje a El Quijote de la Mancha y su escudero Sancho Panza, a través de una serie de metáforas que relacionan aspectos de la personalidad de El Quijote con temas contemporáneos, invitando a quien ingresa allí a reflexionar sobre el ser en relación con sí mismo, con sus pares y con el mundo contemporáneo y la naturaleza.
En el centro urbano las iglesias tienen un atractivo especial, máxime la Parroquia de Santa Bárbara, y la iglesia de San Joaquín en el parque principal.
En Zapatoca encuentra una oferta gastronómica variopinta desde la comida tradicional santandereana hasta comida brasilera, atendido con una amabilidad característica sin igual de los pobladores zapatocas.
Recorrer las calles de los zapatocas es sentir un pedacito de algunos pueblos coloniales de Antioquia, las fachadas aseadas y bien pintadas, la gran mayoría con macetas florecidas pegadas en la pared, algunas calles empedradas, que aún congelan esa época colonial en la comarca.
Por rescatar de Zapatoca, el orden y aseo en las calles, las autoridades policiales tienen la misión de hacer respetar la zona como “remanso de paz”, cuentan qué alguna vez llegaron unos jóvenes ha poner desorden con música y bebiendo en la vía pública, y al ser requeridos por la autoridad para entrar en orden, prefirieron irse de la zona.
Ir a los miradores es otro paseo que no se puede perder. Desde allí en lontananza se pueden observar el Cañón del Chicamocha atravesado por el río Suarez, desembocando en el río Sogamoso, a su vez la parte inical de la represa Hidrosogamoso, y de paso ir a la cueva del Nitro, para los amantes de la espeleología, nutre esa experiencia de un turismo especial, sobre todo por la paz que se respira en cada rincón de los zapatocas.