Yarumo. Naturaleza sonora en el MAMM.

Autor: Editor
8 julio de 2018 - 02:00 PM

¨El mundo es sonido. Suena en los pulsares y en las órbitas planetarias, en el giro de los electrones, en los cuantos de los átomos y en la estructura de las moléculas, en el microcosmos y en el macrocosmos. Suena también en la esfera entre estos dos extremos, en el mundo en que vivimos¨.

~ Joachim-Ernst Berendt

Medellín

POR MARÍA VILLA

Cada uno de nosotros vibramos en muchos niveles. Desde el nivel subatómico al celular, desde el ritmo de la respiración hasta los latidos del corazón y desde la tensión de los músculos hasta las pulsaciones del sistema nervioso. Esas vibraciones sutiles producen sonidos; son estos sonidos eternos los que nos conectan con el universo.

La energía vibratoria del cuerpo humano es la misma fuerza interna que anima a todas las formas de vida, al ambiente y al aire que respiramos. Cuando estamos en presencia de naturaleza, nuestro comportamiento biológico se ve afectado por otros patrones vibratorios. Es ahí donde es posible tener experiencias en las que nuestros cuerpos y mentes se unen con un todo más amplio y en vibración.

Si en ocasiones nos encontramos abrazando a un árbol, sin razón aparente, es porque estos tiene una emanación áurica que nos atrae, y a través del contacto, se produce un intercambio energético que hace que las vibraciones se conviertan en combustible para el alma. Mientras más grande sea el árbol, la frecuencia vibratoria es mayor. Como el Yarumo puede alcanzar hasta 30 metros de altura, es de ramas y raíces gruesas, y tiene grandes cicatrices circulares, no es extraño que Daniel Lara Ballesteros lo haya escogido para la obra que actualmente se expone en el MAMM.

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Para esta muestra, el artista recopiló las frecuencias vibratorias del árbol de Yarumo (Cecropia peltata) y las transformó, a través de medios analogicos y digitales, con el objetivo de examinar las características física y metafísicas del sonido. Las vibraciones sonoras resultantes, fueron trasladadas a una plataforma de madera que abarca casi todo el espacio expositivo del Lab3. Es así que los visitantes podemos percibir las vibraciones y sonoridades de este árbol tal como si estuviéramos en su entorno natural.

En este caso, el contacto se establece entre la madera y todos los poros de nuestra piel, lo que hace que la experiencia sea más directa, profunda y placentera. Según el artista, este trabajo conlleva un propósito terapéutico, que tal vez resulte a partir del poder de transformación que tiene la vibración extraída del yarumo al interactuar con la energía del ser humano, pues dicho flujo vibratorio desbloquea los canales energéticos internos, con lo que se amplía nuestra capacidad sensorial.

Con el fin de indagar en este proceso ingresamos a la sala, al recinto que ahora alberga las emanaciones de los árboles estudiados; nos quitamos los zapatos y caminamos sobre la plataforma de madera, sintiendo un cosquilleo en la planta de los pies que proviene del sonido de los tres altavoces dispuestos por debajo. Al sentarnos, comenzamos a identificar las vibraciones en el cóccix, el punto ubicado en la base del canal principal de energía del cuerpo humano: la columna vertebral. Desde ahí la corriente sube hasta la coronilla, pasando por todas las vértebras y sus ramificaciones. Ese flujo energético zigzagueante culmina en una vibración potente en la corteza cerebral. De esta forma, la espina dorsal funciona como una antena que capta la energía terrestre (la vibración de la madera) y la conecta con la energía celestial (la vibración del ambiente).

Al cerrar los ojos y llevar nuestros sentidos hacia el interior del cuerpo, es posible experimentar el movimiento de nuestra columna a manera de péndulo, tan lento o tan rápido como vayan sucediendo las frecuencias sonoras. Al acostarnos podemos sentir el recorrido de la vibración desde los pies, pasando por las piernas, el torso, las manos y los brazos, hasta llegar al cuello y a la cabeza. Es por medio de ese paisaje sonoro que empezamos a reflexionar sobre los paisajes de nuestra propia consciencia o sobre los patrones que conforman la mente humana. Gracias al acondicionamiento del espacio sugerido en esta exposición, tenemos la posibilidad de aislarnos y abandonarnos a la experiencia, que indudablemente nos conduce a un estado de pura presencia y consciencia del ser interior.

Claro está, que para cada persona será una experiencia única e intransferible, por lo tanto la invitación es a separar un rato del andar cotidiano y dedicarse a sentir más que a pensar, a sumergirse en la profundidad del sonido, y quizás, a descubrir su naturaleza espiritual.

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