En el Congreso Latinoamericano de Moda, Ixel Moda, Hernán Zajar rindió homenaje a las palenqueras.
Si en el país se tuviera que escoger un diseñador por su versatilidad creativa, por tener un sello propio de identificación unida a su personalidad, por su visión de empresario, por su apuesta a los mercados internacionales, pero además por tener siempre ese diseño unido a la cultura de raíces colombianas, y sobre todo por la calidad humana de su ser, ese sería Hernán Zajar
Zajar es de los diseñadores que nació pegado a la pasión por la costura, el croché en su mente baila con suavidad de cumbia, los colores del trópico son para él matices infinitos. Él ama la historia de las mujeres colombianas que van unidas a ser heroínas, a mujeres de sensualidad, a bailadoras atrevidas, arriesgadas, a la mujer de ciudad, a la reina de belleza o a las hermosas negras de un palenque. En ellas nos detenemos, porque de estas mujeres es que vamos a hablar.
Ellas, las que con una palangana de aluminio llena de aromáticas frutas y deliciosos dulces no pierden ese caminar sensual que más parece un vaivén de las olas del mar, ellas, las que visten polleras de franjas de colores chillones. Ellas, las que con una sonrisa muestran una sana franja de blancura de donde salen esas palabras abrazadoras: “Seño…quiere patilla o papaya, níspero o piña…quiere cocá”. Ellas guardan toda su tradición desde hace cientos de años. La misma tradición que Hernán Zajar puso en cada una de sus creaciones de la pasarela que preparó para este 2017. Es así como con Zajar todo es una historia de contar.
La versión número ocho del Congreso Latinoamericano de Moda, Ixel Moda, que fue realizado el fin de semana pasado en Cartagena, tenía como invitado de honor para dar la bienvenida a Hernán Zajar. Y aquí comienza la historia que relatada por él, hagan de cuenta que están en una de esas largas calles de Mompox que es su tierra natal, sentados con el taburete inclinado en la pared de una hermosa casa de ventanales que llegan al piso y puerta de madera de nazareno, tan pesadas como el mismo calor del verano. El cuento es que en el mes de enero estaba comprando un cuadro que representaba unas palenqueras y fue entonces cuando se le iluminó el bombillo y comenzó a trabajar su colección como un homenaje a las palenqueras de Cartagena. Comprar telas comunes y corrientes a las mismas que les hizo todo un tratamiento para volverlas “hermosas, lisas, brillantes telas”, luego estampar en ellas el mundo del palenque…frutas, flores, sus rostros y luego cortar, plisar, fruncir: o largo, o corto. Versiones en pantalones, vestidos de baño, vestidos largos, corpiños y todo el mundo de los accesorios, empezando por los inmensos turbantes, las joyas, tema que en Zajar es importantísimo porque para él las joyas son un adorno fundamental en la mujer. Además, los zapatos haciendo juego con la descripción de cada vestido en pasarela. Las carteras de suspiro lento que representaban formas de frutas y tupidas en piedras, fueron elaboradas por mujeres de la Cárcel de Cartagena. Todo esto en un escenario con paredes de murallas que podrían contar miles de historias por haber llegado a ser la primera catedral de la ciudad y hoy una hermosa casa de eventos.
Hernán Zajar se da el lujo como diseñador de hacer que cada una de sus colecciones tenga ese respaldo de historia, escrita en letras y en imágenes con un catálogo de lujo.
“Mujeres bellas de gran carisma y un gentil corazón, que representan sus raíces africanas. Orgullosas de su sangre negra, deambulan con su mezcla de sabores y olores, representados por las frutas que llevan en sus cabezas. Tienen un encanto único”, precisó en el catálogo que entregó como presentación de su colección.
Hernán Zajar tiene un “algo” que transmite de su ser en cada una de sus puestas en pasarela. La de Ixel Moda no fue la excepción. Fue un trabajo elaborado paso a paso con mucha intensidad en el momento de transformar la tela y luego soltarse a diseñar pensando en los vestidos de esas palenqueras. Por eso vimos plisados, ruches, croché, bordados, en una silueta muy fluida, generosa en el color que para él es muy importante, fundamental en las mezclas tropicales, esta vez con mucho brillo por el efecto de las telas que parecían mojadas. Una puesta en escena muy alegre en la que guardó el equilibrio de salir con altísimos tacones y una palangana en la cabeza. Es de esas pasarelas que no se olvidan y es el máximo galardón que puede tener un diseñador. Hernán Zajar es de los que cierran con broche de oro y sale a recibir los aplausos con alegría. Es único, es auténtico, es moda colombiana. Y todo por un cuadro que fue a comprar.