Y otra niña maltratada, abusada, asesinada

Autor: Álvaro González Uribe
7 octubre de 2017 - 12:09 AM

Los detalles sobre víctimas, victimarios y circunstancias son de pasmosa similitud. Es como repetir y repetir la misma película de terror

Apenas hace dos semanas escribí sobre el maltrato, abuso sexual y asesinato en Medellín del pequeño Miguel Ángel de tan solo dos años. Escribí que hacía cerca de cinco meses ya me había referido en otra columna al maltrato, abuso sexual y asesinato de Sarita en Armero-Guayabal, Tolima. Escribí que quizá mis lectores se iban a cansar de que opinara tan reiteradamente de lo mismo porque, además, lo he hecho en numerosas ocasiones desde hace varios años. Escribí que no me importaba si se cansaban, pero que seguiría escribiendo sobre el maltrato y el abuso contra nuestros niños y niñas.

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Pues qué pena cansarlos pero sigo porque se acaba de repetir esta tragedia y al parecer seguirá repitiéndose.

(Es que a veces uno no escoge los temas de las columnas sino que los temas lo escogen a uno. Cuando se tiene especial sensibilidad sobre ciertos hechos es imposible no escribir sobre ellos una, nueve y las ocasiones en que sea necesario).

¿Cómo no voy a gritar mi dolor sobre otra niña, Luciana Cardona de cuatro años, maltratada, violada y asesinada hace apenas dos semanas (a las dos semanas de Miguel Ángel) en el municipio de Girardota, Antioquia? ¿Cómo voy a callar mi indignación, dolor, desconsuelo e impotencia ante un caso tan aberrante que, además, dentro del horroroso drama individual que significa es apenas uno entre miles similares que se siguen presentando cotidianamente en Colombia, unos denunciados y otros no, unos publicados en la prensa y otros no?

Sarita de tres años en Armero-Guayabal, Miguel Ángel de dos años en Medellín, Luciana de cuatro años en Girardota. Maltratados, abusados y asesinados. Y eso que no me referí al brutal maltrato y asesinato de Cristopher de un año y medio ocurrido hace dos meses en Medellín ni a decenas de casos semejantes que salen en las noticias y que se van volviendo cifras hasta que otro hecho parecido estremezca dadas sus características o cercanía.

El patrón de esos crímenes es casi siempre igual: señales de maltrato muchas veces advertidas por vecinos que no reparan en los hechos o no les importan o les da temor denunciar, y autores que por lo general son los padres, padrastros, familiares muy cercanos o adultos a cargo de las pequeñas víctimas.

Para escribir esta columna investigué sobre noticias de maltrato y asesinatos de niños en Colombia, y aunque es una situación que conozco por las razones personales que ya anoté, quedé perplejo: Son cientos de hechos de este tipo en varios años. Y lo peor: los detalles sobre víctimas, victimarios y circunstancias son de pasmosa similitud. Es como repetir y repetir la misma película de terror.

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Entre enero y agosto de 2017 se han registrado en el Icbf 7.106 casos de maltrato infantil en toda Colombia, es decir, 29 casos diarios (solo los registrados). Y, horror: Las cifras se vienen incrementando cada año. Es claro: No hay una política pública de Estado eficiente para proteger a nuestra niñez. No voy a negar los esfuerzos, pero las cifras son serias y contundentes (http://caracol.com.co/radio/2017/09/19/nacional/1505779267_794426.html).

¿Y la sociedad? Tampoco voy a negar que cuando maltratan y asesinan a las Saritas, a los Miguel Ángeles y a las Lucianas la sociedad cercana del barrio o del pueblo no se indigna. Lo hace, llora, reclama, marcha. Pero los entierros, los llantos, los sermones de los sacerdotes y las marchas pasan rápido y se vuelven periódicos de ayer arrugados como los corazones por unos días. Hasta que al poco tiempo cerca o lejos se revele otro caso fatal.

Cuando hace cinco meses escribí la columna sobre el brutal trato y asesinato de Sarita, era casi seguro que los maltratos y abusos sexuales contra Miguel Ángel y Luciana ya habían comenzado. Cuando hace dos semanas escribí la columna sobre Miguel Ángel, hoy se sabe que Luciana ya estaba en sus últimos días de vida en medio de abusos y golpes. Terrible.

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Pero hay algo más terrible que ese ‘terrible’: Al momento de escribir esta columna y de usted leerla, amable lector, cientos de niños y niñas en Colombia están siendo abusados y maltratados (cierre los ojos) y muchos de ellos terminarán asesinados en similares circunstancias a las de Sarita, Miguel Ángel y Luciana y miles más. ¡Ay Colombia con tus cosas, a veces no pareces un país sino una herida!

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