William Ospina comenta el último libro de Fernando Vallejo

Autor: Darío Valencia Restrepo
11 mayo de 2017 - 12:07 AM

Las supuestas renuncias de que habla Ospina son un intento de deshumanizar a los dos científicos, de crear fantasmas para pelear con ellos.

En su columna del pasado domingo 7 de mayo publicada en el periódico El Espectador, William Ospina comenta el libro de Fernando Vallejo titulado Las bolas de Cavendish, y al hacerlo revela en forma clara el recurso que ambos han empleado para menospreciar la ciencia: intentar reducir la ciencia a la literatura, con el fin de decir algo sobre un campo que conocen y no tener que referirse a otro que ignoran. Antes de entrar en detalles, se pide al lector que lea con cuidado la mencionada columna para evitar las llamadas “citas fuera de contexto” (ver http://tinyurl.com/OspinaVallejo).

El recurso mencionado queda patente en los dos siguientes apartes de dicha columna: “Su tema secreto son las afinidades entre la ciencia y la literatura. Mostrando que ambas viven la misma agonía, la de convertir el mundo en palabras, la de atrapar la realidad en el lenguaje.” “El pobre Galileo y el pobre Newton son dos literatos patéticos que intentan atrapar la realidad en palabras, pero han renunciado de antemano a la imaginación, a la fantasía, a la emoción, a la metáfora.” Además, las supuestas renuncias de que habla Ospina son un intento de deshumanizar a los dos científicos, de crear fantasmas para pelear con ellos, recurso socorrido por quienes carecen de argumentos. Quien mencione aquellas carencias no tiene la menor idea de cómo trabaja un matemático o un físico. Sin imaginación, por ejemplo, no se tendría la teoría de la relatividad; insinuar que la fantasía y la emoción son privativas de literatos es una tontería; y las metáforas han permeado el pensamiento y el lenguaje.

Ni Ospina ni Vallejo se han dado cuenta de que el lenguaje de la ciencia es la matemática, en buena medida las ecuaciones, o las ecuaciones expresadas en palabras como lo hace Newton. Como no entienden lo que significan las ecuaciones, denigran de ellas porque no pueden decir algo sensato sobre las mismas (exclama Vallejo: “A mí que no me vengan a asustar con su garrapateo de ecuaciones”). Se recuerda que en su libro Manualito de imposturología física Vallejo muestra que tiene dificultades con la aritmética de primaria, el álgebra de bachillerato, las unidades elementales de la física y un largo etcétera (ver http://tinyurl.com/Manualito). En tanto que Ospina revela sus dotes de comentarista científico cuando calificó hace algunos años a Vallejo de físico y biólogo (ver http://tinyurl.com/VallejoCiencia).

No conviene pasar sin comentario lo que Ospina le dice a Vallejo: “Cómo harán esos pobres con Newton, que es mucho más difícil de leer, y como tú demuestras, menos preciso. Se escandalizan de que un colombiano se crea con derecho a discutir a Galileo o a Newton. Como si no fuera el deber de todo lector leer críticamente cada texto.” De manera que la ignorancia no es obstáculo para leer críticamente un texto de física, así sea clásico, pues no es necesario estudiar o conocer algo de física con antelación a ese tipo de lectura. Y, como ocurre en algunos casos, el lector puede difundir el resultado de su “lectura crítica”.

Se terminan las citas con el aparte final de la columna de Ospina: “…sientan la nobleza de Fernando Vallejo, que es capaz de reírse con gracia de Dios y del átomo, pero sabe callar conmovido ante el dolor de un perro.”

Es muy curioso que Vallejo y Ospina se rían del átomo. ¿Qué tiene de gracioso el átomo? Y si ambos se conmueven ante el dolor de un perro, por fin acertaron en algo.

Es lamentable que en un país que no muestra mayor interés por el desarrollo de la ciencia, dos conocidos escritores se dediquen a descalificarla sin ningún argumento serio. Como se trata de dos personas importantes, no faltarán colombianos poco preparados que terminen creyendo que Galileo y Newton son unos pobres “literatos patéticos” o que Newton es un farsante, como sostiene Vallejo.

 

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