Dado el caso de salir ganador el voto en blanco no tendría efecto jurídico directo y el ganador sería el de mayor votación entre los dos contrincantes.
En los últimos días se viene dando la discusión en el país sobre la legitimidad del voto en blanco en la segunda vuelta presidencial el próximo 17 de junio, gracias a la postura de varios perdedores que manifestaron irse por el medio y no apoyar directamente a Duque o a Petro.
Aunque es clara la normatividad vigente, Constitución Política Artículo 258 y el Artículo 137 del Código electoral colombiano, algunos expertos constitucionalistas han expresado, qué dado el caso de salir ganador el voto en blanco no tendría efecto jurídico directo y el ganador sería el de mayor votación entre los dos contrincantes, dado qué para ello la Constituyente de 1991, creó el mecanismo de la doble vuelta presidencial, con el fin de depurar los candidatos en la primera convocatoria, dejando solo a dos de los contrincantes. Hasta ahí queda clara la ineficacia del voto en blanco.
Pero resulta que la otra cara de la moneda del voto en blanco es el del efecto político. Esta opción democrática, en la que el elector decide optar por participar democráticamente, pero expresa que no está de acuerdo con los personajes que están en disputa por el cargo.
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Dado el caso que alguno de los dos finalistas para llegar al Palacio de Nariño llegase a obtener el favorecimiento en las urnas por parte de los electores en segunda vuelta con un margen estrecho o qué el voto en blanco resulte ser ganador, el margen de gobernabilidad no será tan amplio y estará sujeto a un control social que afectará su “libertad” para gobernar y/o la oposición será más intensa.
Lo ideal para el próximo 17 de junio es tomar partido y votar libremente por Duque o por Petro, dos enfoques para gobernar diametralmente opuestos, el primero representa el fortalecimiento del modelo de desarrollo capitalista y el segundo, aunque ha venido cambiando su discurso en defensa del modelo actual con algunos ajustes, esa carreta no se la cree ni él.
Bajo el supuesto que Petro quede presidente, espantaría la inversión directa tanto nacional como extranjera, y en ese escenario, muchos empresarios están pensando en el plan B, es decir, irse del país con su capital, algunos dejarán inversiones de sostenibilidad en sus negocios o hacen desinversión. Ese es el gran temor que cunde en el escenario nacional.
Duque deberá demostrar que no es un “títere” de Uribe. Cuando le preguntan sobre su independencia del expresidente, pareciese que hubiese sido preparado para la respuesta, como lo hacen los abogados para con sus testigos. Pero, a la hora de la verdad, Duque representa seguridad y tranquilidad para la inversión y sustentabilidad del tejido empresarial colombiano.
En varias ocasiones desde este mismo espacio he invitado a votar en blanco, para esta oportunidad le invito a que tome partido y voto a consciencia por el bien del país, y en esa línea Duque es la mejor alternativa.