Visitantes de un nuevo país

Autor: José Alvear Sanín
1 febrero de 2017 - 12:00 AM

Pocas cosas existen tan anodinas, inútiles e insulsas como los continuos viajes de los gobernantes.

Pocas cosas existen tan anodinas, inútiles e insulsas como los continuos viajes de los gobernantes. Después de largas horas de avión, el visitante es saludado por una banda de guerra que destroza el himno de su país y debe estrechar manos, sonreír a desconocidos, hablar con su homólogo tonterías, en presencia de un intérprete, asistir a interminables banquetes y tragar comida fantasiosa, leer uno o dos discursos intrascendentes y ser despedido con idénticos himnos a las pocas horas (¡y el jet lag permanente!). En realidad, esa viajadera es una adicción insaciable, como si el que más viajara fuera quien mejor gobernase. ¡En todo caso produce titulares, fotos, videos y algunas veces hasta votos!

En la presidencia de François Hollande abundan esos periplos. Hace poco estuvo haciendo el oso en Cuba, cuya miseria no le permitirá jamás comprar perfumes o tecnología en Francia.

Los desplazamientos de Herr Steinmeier, que apenas es ministro de Exteriores, son menos estirados pero igualmente anodinos e inútiles. Me detengo en los de ambos señores porque el uno acaba de visitar Colombia y el otro acaba de irse. Está previsto que Franz-Walter Steinmeier sea elevado a la presidencia de Alemania en unos pocos días, función honorífica desde donde ya no podrá inmiscuirse en otros países. En cambio M. Hollande, el presidente más desacreditado e impopular de la V República, ha tenido que manifestar que no se postulará para un nuevo quinquenio, para no quedar de último, como le ocurrirá al candidato de su partido socialista.

El mandato de Hollande es patético. En política social es izquierdista radical, promotor encarnizado de la ideología de género (hasta eliminar en los documentos de identidad el sexo de las personas), y de una mayor liberalización del aborto, que incluyó la presentación de un proyecto de ley para establecer como delito en Francia la circulación por internet de páginas en defensa de la vida humana intrauterina. Esto equivale a la negación de la democracia en el país que más se ufana de ella. No es de extrañar que en 2016 nuevamente haya rebajado la natalidad de los franceses, mientras crece la de los inmigrantes musulmanes...

En cambio, en economía es rabiosamente neoliberal, de manera que en la Francia desindustrializada aumentan el desempleo estructural y la miseria en las periferias urbanas.

En política internacional es ecléctico, por decir lo menos: en Europa actúa en llave con Frau Merkel; en África invade con frecuencia las excolonias, cuando pueden estar afectados los intereses mineros, financieros o económicos de París; en América Latina está del lado del Foro de Sao Paulo. En fin, como buen francés, es capitalista en casa y revolucionario en la del vecino.

A veces parece que lo más memorable del paso de Hollande por el Elysée fueron sus picarescas aventuras. Menos caduco y rijoso que Berlusconi, nombró a la madre de sus

hijos (que aborrecía a la nueva maîtresse), ministra de Ecología, mientas se escapaba de noche en su scooter para ver a la tercera. ¡Rigolard et drôle!

Ahora bien, este viaje, uno de los últimos en su continuo vaivén, por lo menos es novedoso. Sin duda alguna, la idea de la Cancillería colombiana de llevarlo a ver a ciertos señores (de cuyas andanzas ya no es posible hablar), es inédita y agradable puesto que se sale de la rutina protocolaria. No obstante, se le ve rígido y encorbatado frente al descamisado mandatario colombiano. ..

No pueden negarse los buenos resultados de la visita del francés, porque si bien no tuvo necesidad de defender la escarcela de las mendicantes demandas habituales de Santos dizque para el posconflicto, sin embargo se comprometió a defender un proceso fatídico para la democracia colombiana y en la búsqueda de personas desaparecidas (¡hágame el favor!); también ofreció bibliotecas para zonas aisladas, quizá para que Santrich y Calarcá lean a Chateaubriand, Proust y Balzac en sus ratos libres.

¡Lástima que François se retire de la presidencia cuando por fin acaba de recibir una lección práctica para hacer de Francia un nouveau pays! Los problemas de violencia, exclusión y desempleo podrían resolverse conversando con los terroristas, hasta llegar a cambiar la Constitución, asegurarles la impunidad y facilitarles el acceso al poder. Valdría la pena soñar con el día en que un presidente de Colombia sea invitado por Francia a visitar a los asesinos de Charlie Hebdo.

He aquí la oportunidad que perdió el franchute para pasar de la crónica morbosa a la historia…

***

A propos: Muy diciente la foto de Santos recibiendo a Hollande, cuando le muestra la carpeta roja con el escudo de la república de Cuba, que contiene las 310 páginas de la actual Constitución colombiana.

***

¿Mgr. Monsalve se parece a Bergoglio?, ¿o el Papa al arzobispo de Cali?

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