El diagnóstico de la situación también se refiere a entender la amenaza para operar contra la situación de orden público que se vive en la frontera.
La violencia en la zona fronteriza, que en los últimos meses se ha cobrado la vida de siete personas en el lado ecuatoriano, ha unido a Ecuador y Colombia en un combate que despliegan de forma coordinada, pero cada uno en su territorio.
Esa lucha se intensificó tras confirmarse el asesinato de un equipo de prensa ecuatoriano, que fue secuestrado en la provincia de Esmeraldas, fronteriza con Colombia, hasta donde acudió precisamente para recabar información sobre la violencia en la zona.
Ello porque desde que el pasado 27 de enero, cuando estalló un carro bomba cerca de un cuartel de policía en San Lorenzo, en la región fronteriza con Colombia (que el Gobierno atribuye a bandas vinculadas al narcotráfico), ocurrieron otros ataques pese a que las autoridades redoblaron la seguridad en la zona.
En uno de esos ataques fallecieron cuatro militares, otros resultaron heridos y el 26 de marzo fue secuestrado el equipo de prensa integrado por el periodista Javier Ortega, el fotógrafo Paúl
Rivas y el conductor Efraín Segarra.
Al cumplirse diecinueve días de incertidumbre por la suerte del equipo del diario El Comercio, el jefe de Estado ecuatoriano, Lenín Moreno, confirmaba el viernes la fatal noticia del asesinato de
quienes fueron secuestrados por disidentes de las Farc, según dijo Ortega desde su cautiverio en un vídeo que circuló en la prensa colombiana.
Doce horas antes de confirmar el asesinato, Moreno dio un ultimátum para que los secuestradores den una prueba de vida del equipo de prensa o adoptaría "acciones contundentes", advertencia que desató temores de quienes consideraron que con ello, se podría arrastrar al país a un conflicto ajeno, como el colombiano.
Doctor en Ciencias Internacionales y autor de varios libros sobre la estrategia de la guerra, el poder y el conflicto, Paco Moncayo comentó que ahora se habla de los conflictos "internésticos", neologismo que abarca a los internacionales y los domésticos.
"No se puede decir que se está metiendo en el problema de Colombia o no se está metiendo, el problema está en un sector en el que la frontera existe para los Estados, pero no para el crimen organizado", anota.
Por ello, las amenazas trasnacionales se deben combatir con "respuestas de seguridad cooperativa", apunta al aclarar que "no se debe hablar de defensa colectiva", pues ello implica crear "fuerzas binacionales".
Esto último "sería indeseable" para Ecuador "porque Colombia vive una guerra interna. Todavía no se resuelve el tema de las Farc completamente y está vivo el tema del Ejercito de Liberación Nacional. Esos son problemas políticos, por eso negocia el Estado con las Farc y el Eln", señala.
El general en servicio pasivo saludó que Ecuador y Colombia cooperen para controlar las amenazas en sus respectivos territorios, algo que analizaron esta misma semana, en Quito, autoridades de seguridad de los dos países y que aplican en sus fronteras.
La noticia del asesinato del equipo de prensa sumió en un duelo profundo a un Ecuador que no había visto hechos parecidos dentro de sus fronteras, y que, además, de indignación dejó un sinnúmero de preguntas aún sin responder e incógnitas también sobre la reacción del Gobierno.
"Ecuador en este momento está ávido de respuestas adecuadas en defensa de su paz, de su tranquilidad", analiza Moncayo, experto en geopolítica y catedrático universitario.
Cree indispensable el esfuerzo y unidad nacional, así como un buen diagnóstico de la situación para avanzar en la planificación.
"El diagnóstico también se refiere a entender la amenaza. Si no entendemos la amenaza, vamos a dar palos de ciego o vamos a aplicar políticas, estrategias, tácticas inadecuadas. Las respuestas tienen que ser sistemáticas, planificadas", señala el también exjefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Ecuador.
Moncayo comenta que la incertidumbre tras el asesinato del equipo de prensa y los actos de violencia en la frontera norte, se puede aplacar con excelentes sistemas de información, portavoces
calificados, mensajes claros, y ofreciendo a la población "guías y conceptos para saber que estamos liderados y protegidos".
El también excandidato presidencial y dos veces alcalde de Quito, opina que el secuestro y asesinato del equipo de prensa, marca "un parte-aguas, un antes y un después" en un Ecuador que, enlutado, reclama ahora los cuerpos de los asesinados, cuyo paradero es otra pregunta aún sin respuesta.