Vestidos totalmente de blanco, para simbolizar la paz, esperan con entusiasmo el acto que pondrá un colofón simbólico al proceso de paz con las Farc.
Algunas de las cerca 6.000 víctimas que este viernes acudirán al acto de reconciliación celebrado por el papa Francisco en Villavicencio, a pesar de todo lo que han pasado durante estos años de conflicto armado, coinciden en que hay que perdonar a sus agresores para dejar una Colombia diferente. Vestidos totalmente de blanco, para simbolizar la paz, esperan con entusiasmo y algo de nerviosismo el acto y que pondrá un colofón simbólico al proceso de paz con las Farc, que ha dividido al país.
Uno de ellos es Leiner Palacios, que representa a las víctimas de Bojayá en el departamento del Chocó, una de las mayores masacres causadas por las Farc, ahora convertidas en partido político. "En 2002 hubo una confrontación con las Farc y unas 600 personas se refugiaron en una Iglesia pero tiraron un cilindro bomba que impactó contra la iglesia y murieron 79 civiles, de estos 48 niños, 32 de ellas eran personas cercanas, 28 eran mis primos y sobrinos", dijo.
En Bojayá el 2 de mayo de 2002 una bomba lanzada por las Farc durante un combate con las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) cayó en la iglesia donde había buscado refugio buena parte de los pobladores. Las 16 personas de Bojayá que hoy estarán presentes en el acto han llevado el cristo mutilado de esa iglesia y esperan que este viernes, con la bendición de Francisco, "se convierta en un símbolo de la unidad colombiana y una señal de que estamos empezando a sanar las heridas en este país", explicó Palacios. Asegura que él ha perdonado "aunque se necesita tener mucha esperanza y mucha fe".
"Yo veo a los niños que corren y pienso en aquellos niños que murieron en aquel día, pero tenemos el compromiso moral de dejarle una Colombia diferente a esos niños", agregó. Palacios explicó que para llegar a la reconciliación se está trabajando y él mismo discute y se encuentra con aquellos "actores armados para que esto no se vuelva a repetir".
El perdón ha sido más difícil para Birleida Ballesteros Bermúdez, una mujer de carácter fuerte, pero a la que le brillan los ojos cuando recuerda todo lo que ha pasado. Ballesteros representa a las víctimas del Departamento de Antioquia y sobre todo a las mujeres víctimas del conflicto. Perdió a su marido, asesinado por las FARC, consiguió salvar a sus hermanos de ser reclutados y para ello tuvieron que huir de su casa, pero no consiguió salvarse de una violencia sexual "que le ha marcado la vida para siempre".
"Sentía la necesidad de venir a ver al papa porque sentía una rabia dentro. Aquí mientras se acerca el acto siento paz y siento que se va soltando esa carga", aseguró. Ballesteros añade "pero quiero decirle a los señores que deben hablar, que tienen que explicar por qué hicieron esto, cuál era su objetivo, por qué cometieron esas masacres".
"Una persona cuerda no hace lo que hicieron ellos, pero no soy Dios y no puedo juzgarles, solo les pido que traten de reconciliarse con todos los colombianos y colombianas porque este país es divino", dijo. "Ahora ya entrando a los 40 me toca perdonar, porque tengo hijos y quiero vivir en paz y no quiero llevar esa carga para siempre, una carga que marcó mi vida para toda la vida", aseguró emocionada.
Uno de los más jóvenes que estarán en el acto de reconciliación representando a las víctimas es Jonathan Cardona, de 16 años, del municipio de Santuario, en el departamento de Risaralda, pero tuvo que huir. Cardona explicó que cuando tenía 5 años, un grupo de paramilitares llegó a Santuario a llevarse a la fuerza a todos sus hermanos. "Mi madre consiguió sacarlos a escondidas, pero tuvimos que marcharnos y nuestra vida cambio", afirmó. Ahora Jonathan se ocupa en la fundación "Amanecer" de ayudar a niños víctimas del conflicto armado para que olviden lo que han vivido. Niños que no tuvieron la misma suerte que él.