A dos meses del estallido de las protestas, Venezuela está estancada en una crisis social y política que no ve punto final.
La crisis política y social de Venezuela está en un punto muerto. Todos los días, manifestaciones y represiones violentas se viven en las calles de las principales ciudades del país vecino. En medio de ese panorama, los líderes de la oposición y el oficialismo no se ponen de acuerdo para conciliar y la situación parece no mejorar.
El “florero de Llorente” fue la decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de asumir las funciones de la Asamblea Nacional, el pasado 29 de marzo, que desembocó en una oleada de protestas y al llamado de la oposición de tomarse las calles hasta que caiga el régimen de Nicolás Maduro y se convoque a elecciones.
Lea: Vivanco afirma que acabó “fachada democrática” del Gobierno de Maduro
El Gobierno bolivariano ha respondido con una fuerte represión que, según el Ministerio Público de ese país, ha dejado 61 personas muertas, 1.043 heridos y alrededor de 2.000 detenidos hasta el cierre de esta edición.
El panorama evoca a la Primavera Árabe y el Euromaidán, en los que el malestar social hacia líderes autoritarios provocó graves disturbios internos que, eventualmente, se transformaron en conflictos armados y dejaron a países como Libia, Siria o Ucrania en una grave crisis humanitaria y de refugiados.
Esas protestas, en las que los manifestantes se tomaban las principales plazas de sus respectivos países, se caracterizaron por ser rápidas y violentas. En dos meses, los manifestantes del Euromaidán, en Ucrania, forzaron la renuncia del entonces presidente, Víktor Yanukóvich, con un saldo de 80 personas muertas.
Más adelante, milicias prorusas del este de Ucrania se armaron para independizarse y, eventualmente, anexarse a Rusia. Hoy, Ucrania vive un conflicto armado que, según cifras oficiales, ha provocado el desplazamiento interno de alrededor de 260.000 personas y alrededor de 9.000 muertos.
Que la crisis social venezolana desemboque en un conflicto armado no internacional es poco probable. La situación en Venezuela, si bien presenta hechos generalizados de violencia similares a los que se vivieron en Ucrania o en la Primavera Árabe, en el 2011, es muy difícil que tome el mismo camino.
Juan Camilo Velandia, docente de Relaciones Internacionales de la Universidad de la Sabana, explicó que el aspecto social, histórico y cultural, hace que Venezuela muy difícilmente se pueda emancipar.
“Si bien son situaciones similares, hay que tener en cuenta el contexto histórico de cada país. La historia de Venezuela nos hace ser optimistas en que la violencia no empeorará. Venezuela es un país que lleva más de 200 años de independencia, lo que ha provocado que las instituciones estén, en teoría, consolidadas.
En los casos de los países del este, como Ucrania, la desintegración de la Unión Soviética dejó un vacío de poder que aún se nota, por ejemplo, en el hecho de que los ucranianos del este se sientan rusos y no ucranianos y se armen para defender ese ideal”, explicó el analista.
Del mismo modo, durante la Guerra Fría, personajes autoritarios se tomaron el poder en los países de Medio Oriente, como el caso de Muhammar Gadafi, en Libia, o el régimen de Assad, en Siria.
Para Velandia, la salida más adecuada para solucionar la crisis es la negociación. “Si ambas partes no se ponen de acuerdo para solucionar el problema, es posible que los sectores más radicales de la oposición sigan manifestándose en la calle, con su respectiva represión”.
Lea: Diálogo en Venezuela hubiese sido "lo sensato para el país": Borges
El miedo a que en Venezuela se geste una oposición que combata al Ejército Bolivariano para tomarse el poder por la vía armada es latente.
El reconocido intelectual argentino de izquierda, Atilio Borón, escribió en su blog personal un artículo titulado Venezuela y la guerra de civil. En él, el sociólogo y politólogo afirmó que, para evitar un conflicto armado, el Gobierno debía usar las fuerzas armadas para “aplastar” la oposición: “No hay que escatimar esfuerzo alguno para evitar tan desastroso desenlace (la guerra)”.
“Ante ello, la única actitud sensata y racional que le resta al Gobierno del presidente Nicolás Maduro es proceder a la enérgica defensa del orden institucional vigente y movilizar sin dilaciones al conjunto de sus fuerzas armadas para aplastar la contrarrevolución y restaurar la normalidad de la vida social”, escribió Borón.
Sin embargo, la falta de un argumento ideológico por parte de la oposición dificulta que se genere una movilización armada. Por eso, es poco probable que, en los próximos meses, la oposición opte por la vía bélica.
Giovani Areiza, politólogo y docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, aseguró que “las ideologías políticas, con un proyecto social y de Estado claro en la mente, es lo que puede llevar a las armas, pero la oposición está compuesta por una amalgama de intereses e ideologías que no tienen un fin claro”.
Agregó que el malestar social se debe, principalmente, por la escasez de productos básicos y la hiperinflación. “El Gobierno no muestra cifras y eso es gravísimo. Según la Organización la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) y la Organización de las Naciones Unidas, este año la inflación podría llegar a un 700%. En otras palabras, la gente está protestando por la falta de bienes básicos y no por ideologías. Así, las condiciones en Venezuela no están hechas para que se forme un conflicto armado”.
Como una forma de calmar los ánimos, Maduro anunció el pasado 1 de mayo la realización de una Asamblea Nacional Constituyente, que tentativamente se hará en julio, para reformar la Constitución de 1999, señalando que “no tiene otra alternativa y que, de esta forma, se logrará la paz y será vencido ‘el golpe de Estado’”.
Sin embargo, para Areiza, la Constituyente podría empeorar la situación. “La Constituyente implica la entrada de nuevos actores en la escena política y polariza mucho más a la gente. Maduro debe buscar un escenario de consulta en la que la gente apruebe la convocatoria”.
Lea: Almagro ve Constituyente de Maduro como "crisis y no solución"
El analista agregó que Maduro sabe que, en cualquier escenario electoral, lleva las de perder. Por eso, impuso una Constituyente muy acomodada en la que, seguramente, la mayoría de representantes serán del chavismo.
“Maduro tiene que evitar, a toda costa que sus decisiones pasen por la Asamblea Nacional, que es de mayoría opositora. Por eso, toma decisiones autoritarias y no hay un contrapoder que lo frente”, añadió Ariza.
Lea: Fiscal general venezolana rechazó Constituyente convocada por Maduro
Para Román Nicolás Abásolo, taxista venezolano que vive en Medellín desde hace cuatro años, uno de los aspectos que más afecta el fin de la crisis social venezolana es la corrupción. Para él, tanto el oficialismo como la oposición tienen “serios problemas de corrupción que, siendo optimista, resolverán la problemática en unos 20 años”.
“Mira, yo la verdad no le veo solución al asunto venezolano. Por ambos lados, todos tienen las manos sucias”, opinó Abásolo.
Según la ONG Transparency International, Venezuela está entre los diez países más corruptos del mundo, de un total de 176 evaluados.
Abásolo alegó que hay “una de corrupción total”, ya que "es sabido que funcionarios y familiares de Nicolás Maduro tienen orden de captura en países como Estados Unidos o España”.
Asimismo, la semana pasada se conoció que los sobornos de la constructora brasileña Odebrecht llegaron a la campaña de Henrique Capriles, en 2012, que se supo por la confesión de Euzenando Azevedo, un alto ejecutivo de la multinacional, quien afirmó que transfirieron dinero fuera de la contabilidad oficial para la campaña presidencial del líder opositor.
El pasado miércoles, los cancilleres de los países miembros de la Organización de Estados Americanos se reunieron en Washington, Estados Unidos, sin la presencia de representantes venezolanos, para analizar la crisis política y tomar medidas sancionatorias.
Era grande la expectativa que se tenía de la reunión. Sin embargo no se llegó a nada. Los cancilleres no lograron consensuar una declaración sobre la crisis de Venezuela y se emplazaron a otra reunión antes de la Asamblea General de junio en Cancún, México.
Caracas informó que participará en esa Asamblea, que se hará entre el 19 y 21 de junio. La canciller venezolana, Delcy Rodríguez, celebró la falta de consenso que se impuso en el organismo al tratar la crisis en su país.
Venezuela inició el mes pasado los trámites para retirarse de la OEA “para defender los derechos legítimos de Venezuela de un grupo “intervencionista” que pretende “tutelar” la Revolución bolivariana.
En la Asamblea de Cancún, si se toman medidas que vayan más allá de una sanción o una condena moral, se podría definir el rumbo que tomará Venezuela en los próximos meses.