Lejos de conocer y analizar a las selecciones que dominan sus continentes, el interés en la Copa Confederaciones en Rusia ha girado en torno al asistente de video arbitral, que en vista de los hechos, tendrá que mejorar mucho para el ganarse un lugar en el Mundial.
unca y en ningún lugar ha estado de más un poquito de justicia. Partiendo de ahí es claro que en el fútbol, un deporte anquilosado y reticente a cambios, también era necesario desde hacía tiempo dar unas mínimas garantías para un desarrollo justo del deporte más importante del planeta con 207 países asociados, más que la mismísima ONU.
El asistente de video se está empleando en esta Copa Confederaciones como soporte del cuerpo arbitral en situaciones como goles confusos, fuera de lugar y sanción de infracciones. Es un banco de pruebas para su aplicación en el Mundial de 2018 y su posterior inclusión definitiva.
Según David Elleray, presidente de la International Football Association Board “la filosofía del VAR es la mínima interferencia y el máximo beneficio”. Elleray considera que sin restarle autonomía al árbitro y a la esencia natural del juego, la tecnología será vital para desterrar “simulaciones, conductas violentas, además de prácticas corruptas y errores garrafales”.
Para el máximo dirigente de la International Board será fundamental en ese paso del fútbol hacia la tecnología que exista un uso inteligente del VAR por parte de los jueces y que no olviden la máxima de su oficio: su juicio y criterio sobre el campo prima sobre todo.
Ahora bien, lo que ha sucedido durante la Confederaciones es todo lo contrario al estado ideal citado por Elleray; confusiones, caos, reverzasos, malas decisiones, demoras molestas y usos innecesarios. En el resonado juego entre Chile y Camerún, que tuvo varias interrupciones, el juez tardó una infinidad mientras el VAR le constataba el gol de Eduardo Vargas que ya él antes había convalidado y al que no le cabía mayor duda sobre su legalidad.
Días después, el central del partido entre México y Nueva Zelanda detuvo el juego por interminables minutos luego de un conato de pelea sólo para determinar “gracias” al VAR que el autor de la jugada que originó la gresca, merecía amarilla (aunque por la gravedad de la patada que pegó era más justa la roja). Ante esta evidencia lo claro es que, por ahora, no se cumple con la premisa de “mínima interferencia y máximo beneficio”.
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Elleray, exárbitro inglés, sostuvo que durante las pruebas hechas en Estados Unidos hubo tres interrupciones cada diez partidos. Y ahí radica un problema fundamental que la Fifa tendrá que solucionar si es que quiere tener el VAR en el Mundial y que no se convierta en un desastre.
Actualmente sólo trece federaciones han implentado el VAR y ligas como la alemana y MLS están a un paso de una inclusión definitiva, por eso dichos jueces alemanes tienen ventaja. Pero con estas cifras reducidas quiere decir que un porcentaje considerable de árbitros que actúen en la Copa Mundo de Rusia no habrá tenido experiencia de campo suficiente en el uso de la tecnología, y el problema es que llevar el VAR a decenas de ligas será difícil por tema de costos y logística. Pero será necesario para que esas torpezas como la excesiva demora y usos innecesarios vistas en Confederaciones sean superadas. “Jugadores, técnicos y los hinchas no están muy convencidos porque ven que aún hay confusión entre los mismos árbitros y la Fifa. Pero cuando se superen esos aspectos seguro va a ayudar para mejorar la dinámica del fútbol”, opina Rafael Sanabria, exárbitro Fifa y habitual analista en diferentes medios.
La posición de los profesionales del fútbol cada vez es más receptiva hacia este paso. “La tecnología no es ajena a la evolución del mundo, el juego y el fútbol no es una excepción. Si ayuda al fair play, me parece correcto”, expresó el profe Juan Carlos Osorio, técnico de México.
Siempre y cuando el VAR sea una mano justa e invisible será un beneficio para un futuro sano del fútbol más allá de las prevenciones naturales al cambio. El temor más grande es que se toque la esencia del fútbol como un deporte en tiempo real, que lo contrasta afortunadamente de otras disciplinas. Pero con una pizca de justicia el fútbol puede seguir siendo lo que siempre ha sido, o incluso mucho mejor.