Carlos Hernández cursa segundo semestre de Ingeniería Informática  en el Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid. Cada día tiene un horario distinto, de eso depende cómo sea su alimentación. La mayoría de las veces, sale en las mañanas de su casa, en la Comuna 9, tras desayunar; más tarde, si tiene dinero se compra una empanada o algún otro frito y a medio día saca el almuerzo preparado de afán en casa por su hermana mayor, quien también estudia en la universidad y además tiene gemelos de 2 años. Si no llevó nada y está ilíquido, como en más de una ocasión, permanece con hambre hasta el anochecer.
Hernández señaló que él nunca ha tenido unos hábitos alimenticios definidos,  come mucho, pero sin rigor. Cuando va a comer no piensa en lo nutritivo de la comida, sino en que sepa bien y lo llene. 
Él indicó que este año pretende mejorar su alimentación y tener hábitos más saludables, evitando la comida de la calle y prefiriendo la  casera.
Los puestos de hamburguesas, salchipapas, perros y demás opciones de comida chatarra abundan dentro y fuera de las instituciones universitarias. Para algunos estudiantes, el almuerzo en días de clase se reduce a esas opciones.
Hay otros que llevan almuerzo preparado en casa: la “coca”. Es una opción más económica que comer en un restaurante y más saludable que comer en un negocio de comida rápida.
Para Natalia Zuluaga Arroyave, nutricionista-dietista, es importante que los universitarios al preparar la ‘coca’ “incluyan todos los bloques de alimentos, eviten comidas rápidas, lleven carnes, pero no fritos, pasta sin muchas salsas, ensalada o fruta y bebidas que no sean muy azucaradas”.
La alimentación dentro de las universidades, según explicó la nutricionista-dietista Beatriz Parra, magíster en Ciencias Básicas Biomédicas, “depende  del tiempo de permanencia en la institución, de la actividad física y del peso; además se debe planear cuántas comidas va a realizar durante la jornada de estudio”. 
Parra especificó que “si es un almuerzo, el estudiante debe procurar que sea completo, incluyendo: carne o huevo, una buena porción de verduras o ensalada con diferente variedad de vegetales: lechuga, zanahoria, brócoli, tomate, entre otros. Puede combinarla con frutas; entre uno y tres alimentos base, que se pueden disponer de la siguiente manera: arroz, plátano y papa; fríjoles, arroz y arepa; papa, yuca y plátano. Si va a permanecer durante la tarde en la universidad, puede tomarse un yogur, un jugo de fruta con leche o un vaso de leche y galletas. Lo importante es que revise su ingesta diaria de alimentos de los grupos principales señalados; de manera que si durante el día no los comió, pueda compensar esta falta en la en casa”.
Además, “el día siempre debe comenzar con un buen desayuno, dado que durante la noche el cerebro permanece en ayuno y si al día siguiente, en la mañana, la persona no consume alimentos, esto puede afectar la atención, concentración y el rendimiento académico”, apuntó Parra.

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Según datos de la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional 2010 (Ensin) en Colombia, uno de cada tres jóvenes entre 18 y 24 años no consume frutas diariamente, cinco de cada siete no comen verduras y uno de cada seis presenta sobrepeso. Sumado a esto, los trastornos de la conducta alimentaria (caracterizados por una obsesión por el control de peso) continúan en aumento.
“En la universidad las dietas cambian porque en muchas ocasiones los jóvenes tienen más libertad de escoger lo que comen”, señaló Zuluaga Arroyave. 
Uno de los cambios más desfavorables en la nutrición de los estudiantes universitarios es que las dietas son altas en grasas, azúcares y comidas rápidas en general, además, hay un menor consumo semanal de frutas frescas, verduras y ensaladas, según explicó.
“La deficiencia en ciertos micronutrientes como hierro, magnesio y también de vitaminas tiene un efecto negativo en el desarrollo cognitivo de los estudiantes y en sus capacidades”, resaltó Zuluaga Arroyabe.
Un estudio realizado por la Universidad Nacional, la Universidad Libre y la Universidad del Rosario evidenció que los hábitos alimenticios de los estudiantes de educación superior se ven afectados por el precio, la fuerte carga académica, la poca oferta interna y la falta de tiempo. 
Para concluir, Zuluaga Arroyabe recomendó a los universitarios reducir el consumo de refrescos, embutidos y carnes con alto contenido graso, golosinas, y todo tipo de comida rápida, puesto que el consumo de estos alimentos hace disminuir los niveles de vitamina B, indispensable para el correcto funcionamiento del sistema nervioso.