Unas observaciones al señor Wasserman

Autor: Carlos Alberto Gómez Fajardo
9 mayo de 2017 - 12:09 AM

Un columnista, Wasserman, llega para reforzar fuerzas en torno al ministro desafortunado en gestión y pobre en teología

Hay algunos comentarios y extensa propaganda a las ideas de un actual alto funcionario quien hace pública ostentación de su activismo ateo. Es un ministro que en realidad poco ha hecho por la tarea que la sociedad le encomendó y por la cual sí debería rendir cuentas a los colombianos: la situación de salud. Ha intervenido desafortunadamente como aficionado a la filosofía o a la teología, como economista, en cambio, ha optado por ponerse al servicio de las fuerzas implacables del mercado, en las cuales sí cree, a ciegas. Usa la normatividad para golpear a los débiles en esta confusión. El lector podría ver las consecuencias prácticas de las diferencias de poder entre dos de los protagonistas de una interminable situación de conflicto y enfrentamiento: los intereses económicos convencionales (EPS) y quienes llevan la peor parte del juego legal actual, las IPS, instituciones que prestan los servicios sanitarios y a las cuales no se les paga de modo justo y oportuno.
Un columnista, Wasserman, llega para reforzar fuerzas en torno al ministro desafortunado en gestión y pobre en teología. Parecen coincidir estos intelectuales del progreso en sus tesis y activismo dogmático: aborto, eutanasia, matrimonio homosexual son banderas de avance, de inteligencia. Están del lado de la imposición de esas premisas ideológicas-políticas por medio de la fuerza del estado “laico”. Eso sí, a pesar de su poder y de su franco compromiso, insisten en su carácter de respetuosos con las creencias de quienes las tenemos. 
Merece Wasserman unas apreciaciones: puede decirse que las suyas son simplemente opiniones – consignas de carácter ideológico-político marxista-, no propiamente hechos o datos de la realidad. Para que lo sean tendría que ponerse en la tarea de demostrarlo. De lo contrario son apenas palabras, palabras, palabras….
“Lo seguro es que la moral no es un mandamiento absoluto de origen divino.” “Las religiones formulan códigos de comportamientos para las sociedades primitivas”, “…los tigres serían vegetarianos si fuera divino el mandamiento de no matar…” Son intentos descriptivos pero el efecto de burla que contienen sus frases es disonante respecto a un supuesto y simultáneo alegato de tolerancia y respeto laico.
Tendría que demostrar Wasserman, en primer lugar, que Dios no existe. Hasta ahora eso no ha sucedido. Que así le parezca a él, no basta; la repetición de aquella vieja idea política de Feuerbach –abuelo de la izquierda que hoy está al mando- aún es sólo una hipótesis. Podría, si lo quiere hacer, recordar el importante proceso racional y lógico de la apuesta de Pascal. Por supuesto Wasserman -es libre- puede continuar haciendo caso omiso de ello, pero debería dejar constancia de que lo omite selectivamente; es cuestión de honestidad académica. Lo de la moral que progresa por consenso también debe demostrarlo racionalmente, y no lo ha hecho. Hay dos ámbitos de acción humana diferentes y no coinciden: el derecho y la ética. El exterminio de los judíos ocurrió en un marco de validez jurídica, acatado por la mayoría del momento.
En cuando a los mandamientos, es menester recordarle al columnista, que existen en efecto, y que siempre han sido mandamientos, no opiniones o sugerencias. No basta con llevar a los lectores el pobre mensaje de que la fe religiosa es una cuestión de gentes primitivas y violentas. Para descalificar con tanta facilidad el hecho de la dimensión trascendente del ser humano sería pertinente una actitud de concordia y de reconocimiento justo al hecho religioso-antropológico-histórico, y por qué no, también, metafísico. Finamente, aunque no le guste a Wasserman, todos venimos siendo hijos de Abraham, y así ha sido por los siglos de los siglos, aunque el racionalismo del siglo XVIII, hoy vivo, quisiera cortar las cabezas de quienes aún tenemos la noción intelectual clara de que no nos hicimos nosotros mismos y que debemos respeto y consideración al Creador. Por ello también, es natural, respetamos a nuestros semejantes, y al valor no cuantificable de la dignidad de cada vida humana. La religión, como explicación última, también va de la mano con una real actitud de respeto ante la realidad.
 

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