Resulta inevitable pensar en Colombia y en sus ejércitos de parásitos. Gentuza enferma que ha dedicado su existencia a esquilmar a este país
Refiere Michel Onfray en Cosmos su formidable texto sobre el materialismo, la existencia de un gusano nematodo que se introduce dentro de los grillos (también en otros insectos como arañas, langostas y saltamontes) y desencadena una cosa extraordinaria: Los grillos “movidos por una fuerza irreprimible, ciegos”, conducidos por una potencia que los controla, se lanzan al agua. “En ese momento el grillo parece muerto, queda echado sobre el lomo, amorfo, con las patas paralizadas mientras que un largo gusano perfora su abdomen y sale ondulando en el agua, que es el medio que necesita para vivir…”
Onfray se pregunta ¿cómo hace ese nematodo para entrar en un huésped , parasitarlo, dejarlo vivir lo suficiente para que pueda albergar ese asombroso proceso, nutrirse de él, manejar su cerebro, “no aniquilar a ese ser de cuyos comandos se ha apoderado para forzarle a hacer lo que habitualmente él no hace en la naturaleza para luego dejarlo una vez que ha realizado su plan?”
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Y responde: “El gusano toma los comandos del cerebro del grillo modificando su dispositivo cerebral: programa al insecto para que produzca células nerviosas en abundancia, en lógicas de conexión que no son las del grillo sino las del parásito. El sistema de decodificación central del insecto reconoce esas miméticas producidas por el gusano y el grillo, con el cerebro perturbado por las proteínas así fabricadas, obra en contra de su propio interés, en la perspectiva del único beneficio del gusano…”
Parece la descripción de una película de terror.
El capítulo que recoge esta historia se llama El mundo como voluntad y depredación y se extiende en descripciones de las formas múltiples de parásitos que existen sobre la faz de la tierra. Una de ellas llama la atención: La toxoplasmosis.
Explica que ésta última pone en escena a un parásito llamado Toxoplasma gondii. Un protozoario que solo se reproduce en los gatos y utiliza a los ratones de campo y a las ratas para alcanzar sus fines. Explica entonces que este parásito suprime en esos pequeños mamíferos su temor natural al gato, lo cual lo conduce a los parajes de su depredador. “Inhibido, impedido, manipulado, conducido, determinado, el roedor se acerca al felino que lo come. Así, el parásito contamina a los roedores que, devorados por los gatos, los contaminan a su vez antes de contaminar a los seres humanos a través del felino”.
Y entonces resulta inevitable pensar en Colombia y en sus ejércitos de parásitos. Gentuza enferma que ha dedicado su existencia a esquilmar a este país, a manipularlo sin reposo, sembrando “verdades”, instalando en los cerebros de sus habitantes ideas contrarias a lo que el sentido común enseña: Vivir en paz, administrar justicia, defender los intereses nacionales, propiciar la equidad, disminuir las desigualdades, cuidar la naturaleza, no disponer de los recursos públicos en su propio beneficio, en fin.
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Estamos tirados ahí en el estanque de la corrupción, inermes, flotando de espaldas, paralizados, mientras nos perforan las entrañas, sonriendo en medio de la enajenación, delirando, delirando, asumiendo en nuestra esquizofrenia que los gusanos son los héroes, que no causan ningún mal, que el abismo no existe, que nada malo nos va a pasar…