Aquí está el quid de la batalla que se aproxima para reemplazar al juez Anthony Kennedy quien anunció su renuncia en carta al presidente Trump.
La Corte Suprema de los Estados Unidos está compuesta por 9 miembros que son nominados por el presidente y confirmados por el Senado. Su permanencia es vitalicia y se requiere de la renuncia o muerte del magistrado para que haya una vacante. Como órgano judicial de última instancia, sus decisiones se deciden por una mayoría. Desde siempre la Corte ha tenido un grupo afín a la causa conservadora y el otro a la corriente progresista-liberal. Y aquí está el quid de la batalla que se aproxima para reemplazar al juez Anthony Kennedy quien anunció su renuncia en carta al presidente Trump.
Kennedy de corte conservador y conjuez desde 1988, fue el voto decisivo que establece el aborto como derecho constitucional, el reconocimiento a la igualdad y dignidad para la comunidad Lgtb y el matrimonio de parejas del mismo sexo. Igualmente, partidario de la “acción afirmativa” que protege a las minorías en su derecho a ingresar a la educación superior y votando en contra de las excesivas sentencias en contra de jóvenes y los incapaces mentales.
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En resumen, el magistrado Kennedy fue el último de la línea republicana-conservadora de jueces que hasta hace poco fue una voz moderada de la tendencia reaccionaria que hoy impera en la Corte. Muchos de los fallos que pasaron por el máximo tribunal en los años recientes, se decidieron por una mayoría de 5 contra 4, donde Kennedy fue el voto que inclinó la balanza. Desde ya se anticipa que el nuevo integrante de la Corte Suprema será alguien que provenga de la derecha.
El país vive su momento más oscuro por la polarización exacerbada desde la Casa Blanca y que se extiende hacia la Corte Suprema. No es común que un presidente tenga en sus manos la posibilidad de nominar a 2 jueces de clara tendencia conservadora. El primero fue Neil Gorsuch quien se alinea a favor de controversiales decisiones como lo ocurrido en Tejas donde las autoridades locales limitaron los mapas de votación en contra de los hispanos. Gorsuch también se unió a la mayoría conservadora en el fallo que le prohíbe a los sindicatos recoger aportes de trabajadores no sindicalizados poniendo en peligro los derechos de asociación.
Con un congreso de mayoría republicana Trump podrá poner a un magistrado que este en sintonía con los intereses de los poderosos y que no sienta empatía con las necesidades y protección de las minorías. En otras palabras, muy seguramente con la adición de este nuevo conjuez, la Corte Suprema va a deslizarse a favor de los que ya están o tienen poder y en contra de los que poco tienen. El momento económico es favorable para las grandes empresas y los más ricos pero la desigualdad e inequidad se consolida.
El Supremo es una institución diseñada como contra poder que opera como garante de la justicia cuando se busca preservar el interés de las mayorías. Antes de la confirmación del magistrado Gorsuch el senado debía tener una mayoría de 60 votos a favor del nominado. Una tradición de 40 años. Gracias al juego político imperante, el jefe de la bancada republicana Mitch McConnell acabó con la figura del ‘’filibusterismo’’ para hacer que con una simple mayoría el candidato del presidente lograra la aprobación. El senado hoy está conformado por 51 republicanos y 50 demócratas.
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Si bien Trump ha dado a conocer una larga lista de 25 candidatos para suplir la vacante del magistrado Kennedy, los expertos coinciden en afirmar que la Corte quedará en manos de alguien conservador por muchas décadas. ¿Veremos una aplanadora que aplasta sin consideración? ¿Se van a respetar los derechos de las minorías?