Contrario a la opinión del presidente Nicolás Maduro, quien fantasea con una “victoria contundente” en la sesión de la OEA del martes, al no haberse votado la aplicación de la Carta Democrática a su país, lo ocurrido en esa tensa sesión es un logro cuya evidencia es que 20 países que reúnen el 90 % de la población americana se comprometieron a concretar un mecanismo para apoyar el funcionamiento de la democracia y el respeto por el Estado de Derecho en ese país.
Dada la lentitud que caracteriza la diplomacia, y teniendo en cuenta los compromisos económicos y políticos de varios países con Venezuela, que les impide expresarse libremente, dicha declaración, aunque lejos de ser lo contundente que se desearía, es un paso adelante en un camino que se avizora largo y tortuoso.
Resaltamos que, a falta de mayor vehemencia en sus pronunciamientos, Colombia haya firmado tal declaración, frente a lo cual la desmesurada respuesta de Maduro nos deja todavía más claro que al presidente venezolano solo le sirven lacayos como vecinos y no países soberanos.
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