Un mal menor

Autor: Jaime A. Fajardo Landaeta
20 enero de 2017 - 12:00 AM

Es claro que, a pesar de los acuerdos logrados entre el Gobierno Nacional y las Farc, 

Es claro que, a pesar de los acuerdos logrados entre el Gobierno Nacional y las Farc, los puntos de preconcentración para estas últimas no son iguales a las Zonas Veredales Transitorias de Normalización –Zvtn- definidas en La Habana.

No se puede esperar de los primeros que cumplan igual misión y función que las segundas. Hubo un desbarajuste en la agenda pactada después del triunfo del NO en el plebiscito, que puso en entredicho el mismo proceso de paz. Ni los protocolos son los mismos, ni el esquema de seguridad tiene el alcance de las Zvtn, ni la relación entre la guerrilla y la población civil tendrá tantos controles y mucho menos la verificación de la comisión tripartita tendrá los mismos niveles y compromisos. Muchos detractores de la negociación no lo han querido entender, para pregonar que algunas situaciones que se han presentado en los puntos de preconcentración constituyen una violación a los acuerdos.

El tiempo que se tomó el nuevo acuerdo de paz, después de lo sucedido el 2 de octubre con el plebiscito, obligó a congelar las gestiones para habilitar las Zvtn, en correspondencia con la línea de tiempo establecida en el acuerdo, y que haría que en los 150 días después de la concentración de las Farc se diera la entrega total de armas, su desmovilización y conversión en partido político. Este tropiezo llevó a introducir cambios significativos en la agenda acordada, de manera que surge el concepto de zonas o territorios de preconcentración que hicieron posible salvar los acuerdos de paz, pero que muchos analistas lo señalamos se creaba una gran incertidumbre sobre el proceso de paz, y esperar a que el Congreso de la República los aprobara e iniciara la implementación, para darle salida a la ley de amnistía que permitiría el desplazamiento de las Farc hacia las Zvtn, proceso que ahora se está concretando.

Denunciar supuestas irregularidades ocurridas en los puntos de preconcentración significaba demandar de las partes que cumplieran con medidas y protocolos como si ya estuvieran en las Zvtn. Para ese momento la guerrilla no tenía ni siquiera las garantías jurídicas para concentrarse y las zonas veredales no habían sido adecuadas todavía para recibirla. A pesar de que los puntos de preconcentración también fueron acordados por las partes, esta modalidad no permitía que se adecuaran a lo inicialmente pactado y se había incurrido en un limbo jurídico y político que se superó luego con la aprobación en el Congreso de la República del nuevo acuerdo de paz.

Por eso cuando la oposición, uno que otro mandatario local y departamental y ciertos medios de comunicación hablaron de incumplimiento de los acuerdos, de violación sistemática de las Farc a los protocolos o incluso de que parte de la

población estaba conviviendo con la guerrilla, no habían asimilado la real situación, y generaron desinformación.

Ello no quiere decir que tanto el Gobierno Nacional como las Farc no hayan cometido errores que propiciaron los malentendidos y las distorsiones que prosperaron en algunos sectores. Incluso el Gobierno bajó la guardia en la tarea de concretar, con oportunidad y adecuación, los planes logísticos para instalar los campamentos y los diversos escenarios requeridos, otorgando con ello un aval para que los detractores del acuerdo tratarán de socavar sus cimientos.

En otras condiciones se habrían presentado más deserciones, comisión de delitos y hasta ataques entre las Farc y otras fuerzas ilegales o con las mismas FF. AA. Comparados con procesos similares, los tropiezos presentados no alcanzan el 10%. Por ejemplo, en el caso de los paramilitares, hubo registros de anomalías superiores a lo acaecido con todos los procesos de paz juntos.

NOTA: con los golpes propinados por las FF. MM. a las disidencias de las Farc se demuestra que éstas tienen los días contados, y que todo el poder bélico y político de la institucionalidad se volcará sobre ellas.

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