Este sábado 15 de mayo se conmemoran los 15 años del asesinato del que fue gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria Correa, y su consejero de paz, Gilberto Echeverri Mejía. En el departamento se harán varios homenajes para honrar la memoria de las víctimas, que empezarán este mismo sábado con eucaristías y actos culturales en parque del municipio de Urrao.
Como unos luchadores incansables por la defensa de los derechos humanos y la consolidación de la paz. Así recuerdan las personas que alguna vez tuvieron la oportunidad de compartir con Guillermo Gaviria Correa y Gilberto Echeverri Mejía alguno de los momentos de su corto paso por el territorio antioqueño; lugar al que tanto defendieron y por el que terminaron dando la vida, en lo que sería el inicio de un legado por la búsqueda incansable de la no violencia, que ahora da sus primeros frutos.
Ellos iniciaron el camino de la paz en este territorio y en todo el ámbito nacional, ese punto es indiscutible, y en él concuerdan las personas que los conocieron, amigos, colegas, allegados y familia.
Hace 15 años, la ya desaparecida guerrilla de las Farc, asesinó a Guillermo Gaviria, entonces gobernador de Antioquia, y a su fiel amigo y gestor de paz, Gilberto Echeverri, junto a ocho militares más: los suboficiales del ejército Héctor Ducuará, Francisco Manuel Negrete, Mario Francisco Marín, José Gregorio Peña Guarnizo, Samuel Ernesto Cote y Yaircinio Navarrete; al igual que al teniente infantería marina, Alejandro Ledesma Ortiz; y el teniente del ejército, Luis Guarne Tapias.
Desde ese momento son incontables las personas que han manifestado sus palabras de agradecimiento para el trabajo, la vida, obra y legado de estos hombres, a los que muchos siguen extrañando y de los que otros retoman sus enseñanzas.
Guillermo Gaviria era un inspirado en los colores de la esperanza, era un hombre que en todas sus facetas respiraba reconciliación. Él apuntaba porque tuviéramos las mejores de las convivencias, quería una sociedad transparente donde todos pudieran expresarse.
Su mayor legado fue buscar la posibilidad de reconciliarnos y el mejor escenario para entendernos. Gilberto, por su parte, era un apóstol de la paz, de que los corazones palpitaran en el mismo sentido, y todo lo enseñó a través del ejemplo.
Gilberto era tan cercano a la gente como Guillermo, tenían ese propósito, de no ser sólo cercanos, sino, íntimos con los demás. Si aún estuvieran vivos serían muy importantes en esta etapa de posconflicto que está viviendo Colombia.
Lea también: Morales se adhiere a campaña de Duque
Guillermo y Gilberto dejaron un vacío enorme porque fueron pioneros en hacer un llamado desde la institucionalidad pública a la no violencia y a la reconciliación, con la creación de programas y estrategias para trabajar por eso, tema que fue muy importante para la región. Nos hacen mucha falta, porque ellos fueron los responsables de tejer puentes entre los sectores sociales para dialogar, y extrañamos lo valioso de ese papel.
La sociedad se ha fragmentado de manera profunda y eso ha alejado la posibilidad de construir la paz, nos queda recoger con orgullo los aprendizajes que nos han dejado.
De Guillermo Gaviria destaco su gran calidad humana y su extraordinaria ética empresarial y publica. Su desempeño y su solvencia moral es el legado que nos queda a los antioqueños. Como gobernador tuvo un gran compromiso por la paz y la reconciliación, además de su valor civil, que le acompañó hasta el último momento en el que lastimosamente entregó su vida.
Su pérdida es irreparable. Desde el sector gremial nos queda rendirle un homenaje y recordar su gran capacidad personal y profesional, que nos acompaña a todos.
De Gilberto es muy valioso su aporte cómo líder de la telefonía móvil en el sector privado, en el sector público su paso destacado por el Gobierno deja una huella imborrable de eficiencia y bien común. Destaco su simpatía y capacidad de pensar primero en los más necesitados, además de haber acompañado a Guillermo en esa odisea de búsqueda por la paz.
Hoy le rendimos un tributo de recuerdo y admiración a ellos dos por el legado que le dejan a Colombia, dejando muy en alto la bandera del departamento.
Hace 15 años esta región y este departamento quedaron huérfanos de dos de sus mentes más brillantes. Yo rescato aspectos comunes de los dos: el amor que tenían por esta región y su capacidad de pensarla en grande y con visión de futuro.
Ambos tenían sueños construidos en la realidad a través de procesos de planeación; además, tenían una obsesión con la educación como motor del desarrollo. Pero tal vez, el legado más grande fue su obsesión por la paz.
Este momento de reconciliación que está viviendo el país, es el momento idóneo para recordarlos, porque les tocó lo más duro del conflicto en el final de sus días. Cada día nos hacen más falta, pero ese legado de amor por la tierra y rectitud en su actuar nos deja ver que fueron arboles que crecieron derechos, y ahora, son la sombra de nuevos árboles.
Fueron dos seres humanos que trascendieron en su época, capaces de colocar por encima de sus intereses particulares el territorio, la convivencia y sus habitantes. Nos enseñaron a ir más allá de la propuesta a la acción, porque tenían una ruta y gran capacidad de convocatoria. Ellos sumaban y multiplicaban el amor con sus propuestas transparentes, la inclusión y el desarrollo sostenible del departamento y el país.
Sin duda hacían un extraordinario complemento. Aunque con personalidades y formas de pensar diferente, tenían una profunda mirada espiritual para observar las problemáticas del territorio.
En la modernidad se ha vuelto muy escaso que los líderes ofrezcan hasta su propia vida por defender sus principios. El doctor Guillermo Gaviria era un gran convencido de la no violencia y cada vez iba consiguiendo más y más personas que lo respaldaran; en ese camino conoció al Gilberto Echeverri y empezaron una labor al estilo antiguo pero con visos de modernidad, para que convenciéramos a todos los ciudadanos que es necesario trabajar juntos por una cultura de la no violencia.
Lastimosamente los actores violentos fueron inferiores al propósito y a sus metas. Todavía hoy lloramos a unos hombres llenos de ideales, trabajo y con ganas de transformación de este territorio.
Guillermo y Gilberto fueron grandes hombres, para mí fue muy dolorosa su muerte porque tenía una muy buena amistad con ellos. De Gilberto Echeverri fui compañero de estudio desde niño, hasta que nos graduamos de la universidad, y aunque tuvimos muchas veces posturas políticas diferentes los dos destacaban por el respeto.
El legado más importante que nos dejaron fue su honestidad, su transparencia y su amor por el país y el departamento, cosas que ahora hacen tanta falta. Su partida fue un gran sacrificio por conseguir la paz.
De Guillermo Gaviria y Gilberto Echeverri tenemos, después de 15 años de su muerte, todavía mucho por aprender. Ambos fueron grandes líderes, que dedicaron su vida a servir y que defendieron el camino de la no-violencia.
Creo que un asunto fundamental para construir una ciudad tranquila y en paz es dar herramientas a las personas para compartir espacios, resolver conflictos y construir comunidad. Su trágica partida nos duele todavía, pero la mejor forma de honrar su vida es seguir el camino que ellos trazaron para lograr una buena convivencia en los territorios.
El legado que nos dejó nuestro querido amigo y compañero Guillermo Gaviria es la defensa de los derechos humanos y el afán de trabajar por la paz. Ellos eran unos líderes.
Las Madres de la Candelaria lamentamos aún su partida, porque teníamos la esperanza de que con ellos cambiara esta triste realidad.
Compartir con ellos era muy satisfactorio, eran unas personas humildes e interesadas por la situación de todos los municipios de Antioquia. De ellos dos destaco su respeto, su trabajo por la dignidad y su lucha por la verdad. Si vivieran estarían trabajando por esos ideales.
La honestidad, el servicio a lo público, y el gran compromiso de la lucha contra la inequidad y la pobreza son los valores que hay que destacar de Gaviria y Echeverri.
Tuvieron una gran apuesta para llevar la educación superior a los lugares más alejados del departamento y cerrar esas brechas de desigualdad tan grandes que aún tenemos.
Su lucha significó también, hacer, sin necesidad de recurrir a la violencia y mostrándole a los violentos lo injusto que era agredir a los demás. Ese fue uno de sus legados más importantes, sobre todo en un momento tan oscuro para el país.
Por fortuna hoy hemos cambiado un poco esa realidad con los Acuerdos de Paz y aunque seguimos con problemas, el país reconoció que ese era el camino.