America First, un eslogan lleno de vacíos y arbitrariedades que ha llevado a vetos
Se cumplen 6 meses del gobierno Trump lo que obligatoriamente lleva a preguntarse qué ha cambiado desde su posesión. Desde comienzos de la campaña que lo llevó a ser el candidato del partido republicano, la conclusión era que Trump carecía de las calidades para liderar a los Estados Unidos, pero hábilmente se vendió como el apolítico que llegaba a solucionar los grandes problemas gracias a sus habilidades como negociador en el sector privado. Al fin y al cabo la gente mostraba y sigue mostrando su desdén por la clase política. Apelando a su mantra populista ‘’devolver a los Estados Unidos su grandeza‘’ (let’s make America great again) logró el apoyo de amplios sectores que se sentían abandonados a su suerte.
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Si algo está claro a lo largo de este corto periodo es el cuentagotas de los escándalos que protagonizan el presidente, su familia y colaboradores cercanos. Contrario a la ideología republicana que en política exterior se centra en una ampliación del comercio, un liderazgo global y la defensa de la democracia, Trump ha optado por el aislacionismo abandonando a sus tradicionales aliados y acercándose peligrosamente a regímenes poco amigos de los Estados Unidos o regidos por personajes autoritarios. Una agenda inspirada en pasiones e intereses personales.
America First, un eslogan lleno de vacíos y arbitrariedades que ha llevado a vetos a la comunidad musulmana y persecución a los indocumentados aunque cumple con las promesas de candidato, en poco ayuda a la seguridad interna y la economía pues las compañías no encuentran trabajadores. Por otro lado, America First no aplica para el conglomerado Trump teniendo en cuenta que sus productos son en su gran mayoría manufacturados en el extranjero.
Una y otra vez la administración del presidente Trump se muestra incapaz de gobernar a pesar de tener un congreso de mayoría republicana. La derogación y reemplazo de la ley de salud no logra tener un consenso en el senado y se convierte en el principal fracaso en el comienzo de su mandato. Las divisiones en la bancada republicana se profundizan mientras la agenda de gobierno no arranca. El proyecto de ley para mejorar la infraestructura, la reforma al sistema tributario, los dineros para la construcción de un muro en la frontera, y la modificación al Tratado de Libre Comercio con México y Canadá no aparecen por ninguna parte.
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Trump pudo haber transformado la forma de hacer política si se hubiese dedicado a escuchar las voces de quienes lo eligieron, pero su obsesión por el twitter, los asuntos triviales, lo convirtieron en el hazmerreír de la gente. Un mandatario incompetente en todas las áreas que no aporta a la discusión de los temas importantes, liviano, que no lidera sino que ordena irrespetando la división de poderes. El Washington Post se tomó el trabajo de hacerle un seguimiento a las mentiras y verdades a medias en las que incurre a diario. Un Pinocho que miente en promedio 4.6 veces al día.
Trump solo quería ser presidente, viajar por el mundo en el Air Force One para visitar los países donde tiene negocios y tomarse fotos en la Oficina Oval. Entretanto, la influencia norteamericana pierde terreno y los avances en lo doméstico brillan por su ausencia.
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Hasta ahora Trump no ha sido el hombre que iba a revolucionar a Washington y volver a hacer a los Estados Unidos un país grande. Más bien, es un millonario converso a la ideología republicana donde los intereses corporativos y personales tienen prioridad. Un ignorante e incapaz con el ropaje de populista.