Cedemos este espacio al exgobernador y exalcalde Aníbal Gaviria Correa, porque coincidimos plenamente en los argumentos que aquí expondríamos para anunciar, como siempre lo hemos hecho por transparencia, nuestra decisión de votar por Iván Duque en las próximas elecciones del 17 de junio.
Aníbal Gaviria Correa
En 2010 declaré, pública y libremente, mi apoyo a Antanas Mockus y a Sergio Fajardo para la segunda vuelta presidencial. No me arrepiento y sigo considerándolos protagonistas positivos y de primer orden en el panorama político nacional. La votación este 27 de mayo por la Coalición Colombia que ellos encabezan, con Claudia López y Jorge Robledo, es, sin duda, un importante capital político y de opinión, que les representa un gran reto: cómo mantenerlo y aumentarlo, sirviendo en forma paralela a los más altos intereses del país.
Debo recordar que en aquella ocasión manifesté, como ha sido constante en mi vida pública, que mi voto era por esa opción y no contra la que se le enfrentaba, la de Juan Manuel Santos y Angelino Garzón.
En 2006 como gobernador de Antioquia y en 2014 como alcalde de Medellín, estaba impedido para apoyar públicamente cualquier candidatura. Ahora, en 2018, considero mi deber como ciudadano que ha ejercido importantes responsabilidades por elección popular, manifestar nuevamente en forma pública y libre, el sentido de mi voto para el próximo 17 de junio.
No votaré en blanco
Las candidaturas enfrentadas en segunda vuelta representan opciones bien diferentes y eso es positivo. Sn opciones democráticas que además lograron en la primera vuelta un 65% del apoyo ciudadano, cerca de 12’500.000 votos. Por supuesto que en cada una hay apoyos y/o personas que representan posiciones extremas e indeseables, pero los candidatos y las candidaturas son coherentes y respetables. Venderles la idea a los ciudadanos de la “perfección política” es equivocado, irreal y extremo; ningún fanatismo es bueno y menos en política. Es una opción que respeto, pero no la comparto.
No votaré contra Petro
Conocí y coincidí con Gustavo Petro en muchas ocasiones, él como alcalde de Bogotá y yo como alcalde de Medellín, no tuvimos una relación cercana, pero sí respetuosa. Estoy de acuerdo con muchas de sus críticas, con algunos de sus diagnósticos y francamente con muy pocas de sus recetas, pero no me cabe duda de que su presencia en el Senado enriquece y fortalece nuestra democracia. Espero que sus actuaciones en la escena política nacional, que son y serán muy importantes, demuestren que puede, cuando sea pertinente, trascender la crítica y dialogar para construir los acuerdos que Colombia necesita ahora y hacia el futuro.
Mi voto y mi invitación a votar es por Iván Duque.
Variadas razones me llevan a esta conclusión, pero me concentraré en los siguientes cuatro argumentos:
1. Aun cuando entiendo que no se puede desligar candidatura de candidato, mi voto, mi depósito de confianza es en Iván Duque. En todo este período, como senador y como precandidato y luego candidato, ha demostrado liderazgo, inteligencia, prudencia, gran capacidad de estudio y análisis. No deja de ser exótico que quienes quieren enarbolar las banderas de la juventud lo ataquen precisamente por joven. Es tan evidente que no hay argumento para descalificar a Iván Duque que todas las baterías se enfocan a movimientos o personas que han apoyado su candidatura. Yo también tengo reservas y estoy en desacuerdo con algunas de estas personas y/o movimientos, pero tengo total confianza en que con su sereno y firme liderazgo será capaz de sacar lo mejor de cada persona, de cada tendencia, y poner en su sitio a cualquiera que traspase la legalidad o atente contra la institucionalidad, la ética y la transparencia.
2. Iván Duque es un líder joven, fresco, no contaminado, sin odios, moderno y lleno de energía y amor por Colombia, esto lo hace en mi concepto el adecuado para enfrentar el gran reto que después del defectuoso pero inocultable avance de la paz le quedará a nuestro país: la construcción de la unidad en la diversidad. Es el líder para “sin hacer trizas los acuerdos de paz” poner a las víctimas, como tiene que ser, y no a los victimarios en el centro de los mismos. Es el líder para lograr a través de una gran convocatoria nacional los acuerdos necesarios para a unir a una Colombia fragmentada y polarizada; fortaleciendo, revitalizando y modernizando nuestra institucionalidad, en un marco de respeto y fomento del pluralismo y la diversidad.
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3. Conocí a Iván Duque entre los años 2004 y 2007 cuando tuve el honor y la responsabilidad de ser gobernador de Antioquia y siempre en nuestras conversaciones y trabajo un concepto fue central: La Equidad. Compartimos la convicción de que el mayor problema de nuestra sociedad es la desigualdad, empezando por la mayor y más lacerante: la desigualdad en el respeto y la protección de la vida, se por violencia, por exclusión o por cualquier otra causa. No tengo duda de que la lucha por la equidad, y las transformaciones estructurales que ella requiere, tendrán que ser la columna vertebral de su gobierno.
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4. Iván Duque tendrá el privilegio y la satisfacción enorme de estar acompañado por una gran mujer, Marta Lucía Ramírez, como primera vicepresidenta de Colombia, con mi voto también quiero participar en ese avance histórico, convencido además de que ese será uno de los muchos rasgos que harán que su gobierno sea un hito en el aporte y el empoderamiento político de la mujer en Colombia.
La fiesta democrática del pasado 27 de mayo fue copiosa, alegre, libre, pluralista; invito a todos los colombianos y colombianas a poner el listón aún más alto en la segunda vuelta. Del inagotable legado de nuestro libertador recuerdo hoy esta hermosa frase “La gloria está en ser grande y en ser útil”, seamos útiles a nuestro país y democracia, votemos el próximo 17 de junio.