Muy cercano a Uribe, es el más indicado, el más capaz y el más idóneo para aglutinar a ese partido
Del cuestionado y poco creíble escenario en el que se adelanta la actividad política en Colombia, un poco ha ido aclarándose en los últimos días en uno de los actores principales que tendrán decisivo juego en el futuro, el llamado Centro Democrático que comanda el expresidente Álvaro Uribe, aunque todavía falta mucha agua bajo los puentes.
El hecho de haber mostrado ya sus precandidatos a la Presidencia de la República, a pesar de que ninguno de los cinco expuestos al juicio de la opinión vaya a ser el finalmente ungido y presentado al elector, comienza a despejar el confuso panorama cuando todavía faltan doce meses y nueve días para la contienda electoral.
Sucede que ninguno de esos cinco personajes lanzados al ruedo, para utilizar un socorrido dicho, aunque sería mejor afirmar, al foso de los leones cuenta con real opción de llegar al Palacio de Nariño. Los cinco resultan apenas elementos de utilería dentro de la función que al final tiene productor, guionista, consueta, director y actor único: Álvaro Uribe.
Como teloneros están aceptables aunque haya entre ellos -como en todos los partidos y grupos en puja– unos elementos que son verdaderos hazmerreir y que de tan solo verlos en semejantes ajetreos no se sabe si causan risa, desconcierto o ganas de llorar.
Es el caso, en el Centro Democrático, de -primero las damas– Maria del Rosario Guerra y Paloma Valencia, así como Carlos Holmes Trujillo y Rafael Nieto Loaiza, figuritas de segundo orden y de escaso relumbrón, disponibles apenas para cualquier cargo burocrático o papel de extra que quiera asignarles su patrón Álvaro Uribe.
De la primera vale la pena recordar el nutrido pero desastroso recorrido de su familia por el escenario político y público, nada digno de mostrar como ejemplo, y de la segunda su histérica y desaforada intervención en la reciente convención del uribismo, que la retrató de cuerpo entero y de entrada la descalificó para más altos destinos.
Descrita así la segunda parte del título de la columna, queda por aclarar la primera referida al fijo, que no es otro que el exalcalde de Medellín, exgobernador de Antioquia, exministro de Estado, exembajador y ojalá exsindicado por paramilitarismo, como seguramente va a darse esto último por decisión de la Corte Suprema de Justicia.
No hay que ahondar mucho y resultaría hasta ofensivo con Ramos Botero, compararlo a él y a sus actuaciones en el sector público y privado con las de los hazmerreir que engrosan la nómina de aspirantes del CD a la Presidencia, incluidos los que también desempeñan ese papel en otros partidos, como Ubeimar Delgado, en el conservatismo y Roy Barreras, en lo que llaman Unidad Nacional, por ejemplo.
De extracción netamente conservadora pero también desde hace tiempo muy cercano a Uribe, es el más indicado, el más capaz y el más idóneo para aglutinar a ese partido y a las huestes del uribismo, y constituir un bloque bastante fuerte de cara a la primera vuelta de las elecciones el 25 de mayo de 2018, pues es una persona no sectaria, conciliadora, amiga del diálogo y curtida con éxito en contiendas electorales.
Ramos Botero no parece, de acuerdo con sus antecedentes, que esté dispuesto, por ejemplo, a “romper ese maldito papel” firmado en La Habana, como lo pidió salido de la ropa en la convención del CD, un encolerizado exministro, más afecto a las acciones en la bolsa que a las acciones en favor de la paz.
Contará además el exgobernador de Antioquia, si la Corte Suprema de Justicia lo exonera definitivamente como todo parece indicarlo, con esa aureola de mártir tan fructífera y bienhechora en determinadas circunstancias. Bajo estos argumentos es que puede afirmarse que Luis Alfredo Ramos Botero es el candidato más idóneo y y con clara opción de triunfo que pueda presentar el uribismo.
Twuitrrercito: La pregunta es: ¿Cómo hará Uribe para salirse de donde está metido? La respuesta la puede dar Liliana Rendón.