Trump espera lograr que los países de la región que mantienen fuertes lazos comerciales con China, insten a este país a que aísle aún más al régimen de Pyongyang.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llegó este domingo a Manila para abordar con líderes mundiales el programa nuclear de Corea del Norte y el terrorismo del Estado Islámico (Ei), además de mantener su primer y esperado encuentro con el jefe de Estado filipino, Rodrigo Duterte.
"Recién llegado a Filipinas tras un gran día de reuniones y eventos en Hanoi", afirmó el mandatario estadounidense en un mensaje en la red social Twitter, ilustrado con una foto del Air Force One en la pista de aterrizaje del Aeropuerto Internacional Ninoy Aquino de Manila.
Trump participó en una cena de gala tras su llegada y se unirá mañana a las reuniones relacionadas con la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), grupo formado por Birmania (Myanmar), Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam.
El foro de Manila también incluirá reuniones bilaterales y multilaterales de EE. UU., China, Corea del Sur, Japón, India, la Unión Europea (UE) y la ONU, y la cumbre de Asia Oriental, en la que entran Australia, Nueva Zelanda y Rusia, entre otros.
El inquilino de la Casa Blanca espera aprovechar estos encuentros para abordar "la creciente amenaza de Corea del Norte", tal y como adelantó el domingo durante su visita de Estado a Vietnam, penúltima escala de su cuarta gira internacional y la primera por Asia que también le ha llevado a Japón, Corea del Sur y China.
Los analistas creen que Trump podría instar a los países de la región, que mantienen fuertes lazos comerciales con China, a respaldar sus presiones a Pekín para que aísle aún más al régimen de Kim Jong-un con el objetivo de forzarlo a abandonar las armas nucleares.
Antes de aterrizar en Filipinas, el presidente estadounidense publicó un sarcástico tuit en el que afirmó que desea ser amigo de Kim y a su vez llamó "gordo y bajito" al líder norcoreano en respuesta por haberle llamado "viejo" a través de los medios estatales.
Trump también abordará en Manila la cooperación de EE. UU con los países de la región para neutralizar el terrorismo del Ei, que está presente en el sur de Filipinas (donde recientemente se produjo un conflicto con más de un millar de muertos) y en Malasia e Indonesia.
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Uno de los encuentros más esperados es el que mantendrá con el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, artífice de la implacable y controvertida "guerra contra las drogas" en su país, que ha dejado en un año y cuatro meses más de 6.000 muertos, de ellos casi 4.000 a manos de la policía, según datos oficiales.
"Ambos líderes sienten cierta fascinación el uno por el otro y su primer encuentro es algo que ha sido muy esperado en los medios y en el entorno político", indicó a el profesor de Ciencias Políticas Aries Arugay, de la Universidad de Filipinas (UP).
Duterte, feroz crítico del anterior presidente estadounidense, Barack Obama, ha suavizado en los últimos meses su retórica contra Estados Unidos, mientras Trump llegó a elogiar la campaña antidroga del presidente filipino en una conversación telefónica entre ambos en mayo.
La presencia del presidente estadounidense en suelo filipino está siendo objeto de manifestaciones diarias convocadas por grupos locales de extrema izquierda. En la de hoy se produjeron 20 heridos en enfrentamientos con la Policía.
Trump regresará el martes a Estados Unidos tras poner fin a una gira de trece días que también ha estado marcada por la investigación de las agencias estadounidenses sobre la supuesta injerencia de Rusia en las elecciones del país.
El presidente incurrió este fin de semana en una contradicción en las redes sociales, tras asegurar que cree a Putin cuando dice que Moscú no estuvo implicado y después respaldar los informes de las agencias del país que afirman lo contrario.
"La conspiración con Rusia es algo con lo que tendrá que lidiar en su propio país, así que para Trump es una ventaja estar en el extranjero ya que puede evadir las preguntas de los medios o decir algo polémico y distraer la atención", opinó el politólogo Arugay.