Troncos y repiques

Autor: Rubén Darío Barrientos
10 agosto de 2018 - 12:10 AM

Al menos ya sabemos que habrá prorrata entre los trabajadores y no ocurrirá una subvención para los gastos del negocio

Voy a fungir de Poncho Rentería y en medio de la andanada de los mismos de siempre frente al discurso de Ernesto Macías, de las frases conciliadoras del presidente Iván Duque y de si habrá o no apoyo gubernamental a la consulta anticorrupción, hablaré de un tema light o, mejor aún, de un asunto que pareciera ser inane en este momento transicional en que el país ha vuelto a incendiarse, por culpa de una oposición que sin que el primer mandatario empiece a gobernar, ya lo sataniza. Así es imposible pensar en un pacto por Colombia.
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Pero vamos al grano. Dice Wikipedia que “la propina la inventaron los griegos que tenían por costumbre beber solo una parte del contenido de la copa. La propina era el resto que se tomaba la persona a cuya salud se brindaba. Como recuerdo de esta práctica ha quedado la etimología de propina, la cual proviene del latín propin?re, dar de beber”. Hace un mes, el Congreso aprobó un proyecto de ley (estuvo tres años merodeando el legislativo), que señala que las propinas en los establecimientos de servicios, tendrán que ser repartidas entre los trabajadores. Ya se aprobó la conciliación y le corresponderá al presidente Duque, sancionar la ley.

De acuerdo con la norma aprobada, “se prohíbe a los propietarios y/o administradores destinar alguna parte de ellas (las propinas) a gastos que por su naturaleza le corresponden al establecimiento, tales como: reposición de elementos de trabajo, pago de turnos, reposiciones de inversión o cualquier otra que no corresponda al pago del trabajador”. La norma, pues, elimina la “intermediación” en la repartición de las propinas y serán los trabajadores del establecimiento los que se vayan a distribuir este dinero. De igual forma, existe tranquilidad laboral pues el artículo 131 C.S.T. enfatiza que las propinas no son factor salarial.

James Rodríguez, estuvo el pasado 29 de diciembre en Santa Marta y entró a peluquearse a un establecimiento, en donde el dueño no le quiso cobrar ni un centavo. James le dejó una propina de $ 200 mil. Fue un acto voluntario del crack. Acaba de conocerse una queja de la Asociación Murciana de Consumidores y Usuarios (Consumur), sobre las propinas que se cobran en los cruceros y que no se incluyen en el precio inicial del viaje, las mismas que se exigen y disfrazan como “cuota de servicio”. El precio de este cargo, suele oscilar entre los 9 y 13 euros por persona y por noche, pago que usualmente se efectúa el último día del crucero, para acabar de ajustar. Doloroso.
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En Colombia, los meseros de restaurantes (que son el espejo de la costumbre), tienen tres ingresos básicos: a) el salario ordinario acordado con el empleador; b) la propina del 10% que se reparte entre todos y que va a un fondo común (se conoce como “tronco”) y c) la propina directa que da el cliente por el buen servicio, que se llama comúnmente “repique”. Con relación al cliente, la sumatoria de gastos por saborear una buena comida, implica un egreso significativo. Veamos: se asume: a) el valor de la cuenta; b) el pago del IVA sobre ese sub-total; c) la asunción del 10% de propina y d) el eventual valor como retribución directa del servicio, que está al libre albedrío y que se le entrega al mesero que atendió. Lo que duele verdaderamente es el pago del ‘tronco’, no la entrega del ‘repique’.
Si yo en una mesa pido una botella de vino que vale $ 50.000 y el del frente pide una botella de whisky que vale $ 200.000, ¿es justo que por un mismo desgaste de servicio yo pague $ 5.000 de propina y el del lado asuma $ 20.000? La verdad es que el sistema de cálculo de la propina es injusto: se basa en la proporcionalidad de la factura, cuando el servicio era equiparable. Al menos ya sabemos que habrá prorrata entre los trabajadores y no ocurrirá una subvención para los gastos del negocio. ¡A quitarle las llaves de la cajita de propinas al dueño del aviso!

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