Tribunas violentas, soluciones lentas
Un buen complemento a las medidas ya probadas sería el castigo a las expresiones o a las incitaciones violentas en redes sociales.
Este fin de semana coinciden dos hechos importantes en el amplio espectro futbolero de nuestro país. Por un lado, comienza la fase final de la Liga con la disputa de los Cuartos de final y, por otro lado, se definen los equipos que llegarán desde el Torneo de Ascenso, también conocido como Primera B, a la primera división del fútbol profesional colombiano. Un programa altamente atractivo para los seguidores de los equipos involucrados, entre ellos Nacional y Medellín en la Liga, y un sorprendente Leones de Itagüí en el Torneo. Pero será en otro momento que nos ocupemos del buen desempeño de los clubes de la región, pues más allá de lo deportivo está la alta tensión que se respira en algunas ciudades ante los riesgos que estos eventos acarrean para el orden público.
Las autoridades del Valle del Cauca están en máxima alerta ante el duelo de la Primera B entre América y Deportes Quindío, mañana. El ganador ascenderá a la primera categoría. Aunque ambos son equipos de tradición, la trayectoria del conjunto caleño le da el mayor favoritismo, situación que algunos de sus hinchas, agrupados en una mal llamada “barra brava”, ha aprovechado para sembrar el miedo entre los demás seguidores y entre los propios jugadores. El extremo se alcanzó cuando la barra exhibió, en el último partido, un cartel amenazante contra los árbitros, que llevó a las autoridades a suspender el acceso a la tribuna en la que se ubican; algo que para muchos puede generar aún mayores desórdenes. Entre tanto, en Bogotá se prepara para mañana un amplio dispositivo de seguridad, luego de que circularan en redes sociales mensajes amenazantes contra la hinchada de Nacional, equipo que visitará a Millonarios en el estadio El Campín.
Pero estos no son los únicos episodios lamentables en el fútbol nacional: si nos remitimos a sólo algunos del segundo semestre del año, tenemos que en agosto hinchas de Millonarios invadieron el campo y atacaron a los jugadores de su propio equipo en un juego ante Bucaramanga, lo que llevó a la suspensión del ingreso de público durante cuatro fechas. El pasado 31 de octubre, algo similar ocurrió con hinchas del Deportivo Pereira, equipo de la Primera B, quienes causaron disturbios en el estadio bogotano de Techo, cuando su equipo salió derrotado en el inicio de los cuadrangulares de la B. Y el pasado 17 de noviembre, tras la final de la Copa Colombia, que Nacional le ganó al Junior de Barranquilla, hinchas “tiburones” invadieron la cancha del Estadio Metropolitano y persiguieron y agredieron a los jugadores del equipo antioqueño, mientras afuera del estadio causaban destrozos en locales comerciales y en buses del sistema Transmetro.
Suficiente evidencia de que la seguridad en los estadios se le está saliendo de las manos a las autoridades. Y más preocupante aún es que algunos equipos pretendan delegar todas las soluciones en los alcaldes, aun cuando la Ley 1445 de 2011, conocida como Ley del Fútbol, es explícita en su Título V en asignar responsabilidades compartidas a los clubes y a las administraciones para la “vigilancia, control y prevención respecto a los integrantes de las barras, aficionados y asistentes a los eventos deportivos”. Hay que ser justos y destacar que los clubes de Medellín, de la mano del proyecto Estadio Seguro, inaugurado en diciembre de 2015, han sido pioneros en el enrolamiento y carnetización de sus abonados. De hecho, son ya varios los hinchas expulsados del estadio por causar desmanes. La capital antioqueña, la ciudad más futbolera de Colombia por el nivel de sus equipos, es también la pionera en el control de este fenómeno.
Lo que asombra es que otras ciudades no hayan decidido seguir el ejemplo, pues las soluciones para contener el avance de los violentos ya están inventadas. El sistema implementado en Medellín y varios países europeos, permite identificar rostros en tiempo real en cada puerta de acceso al escenario deportivo, información que se confronta con bases de datos e, incluso, permite detectar a personas buscadas por la justicia; así como reseñar a los protagonistas de actos violentos. La tecnología es, pues, la principal aliada en la lucha contra este fenómeno, de la misma manera en que ha sido usada por los violentos para promover el odio y la intolerancia, o para provocar actos vandálicos. Creemos que un buen complemento a las medidas ya probadas en nuestra ciudad sería el castigo a las incitaciones violentas en redes sociales; un mundo aún poco regulado, pero en el cual no pierden su esencia la invitación al delito, la amenaza o la injuria, conductas tipificadas penalmente, de modo que la justicia tiene todas las posibilidades de intervenir allí. Y debe hacerlo pronto, antes de que de los estadios expulsen definitivamente a quienes sólo quieren ver un juego.
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