Un hombre con 562 canciones compuestas por él a sus costillas ya es un hombre importante. Tiene ángel, no es atractivo pero todas se quieren tomar fotos con él. Es el ídolo del despecho, es Darío Gómez.
Yo he creído toda la vida que mi Dios le pone a uno al frente de las narices y de los ojos, un ser que amerita ser olfateado con cuidado. Este es un hombre que marca territorio y que además va perfumado. Sí, es de los que se echa el perfume que compra y el que le regalan. Se le siente el aroma, pero él tiene tal encanto de sencillez que al minuto el aroma se va a otra parte.
Al mirarle los ojos por ejemplo. Ojos que no son grandes, ni redondos, ojos pequeños, pero de una transparencia única. Él mismo nos dice que nació en San Jerónimo, en la vereda Los Cedros, el 6 de febrero de 1951 a las 9:30 de la noche, dicho por su madre. Y algo de esas cosas del esoterismo le llegan porque sin preguntarle me dijo que era Conejo de metal en el calendario chino. ¿Y cómo son los conejos? Respuesta de revista de astrología…
¿Y cuál es el cuento del astrologo?
Cuando le pregunte si rezaba, me dijo que era muy católico, que no va a misa cada ocho días por cuestiones de su trabajo y de estar en una y otra parte, pero que siempre que se acuesta se siente complacido de orarle a Dios. Que a él siempre le pidió desde pequeño que quería ser astrónomo o cantante y compositor y que hoy estaba feliz por serlo. No lo duden. Este hombre al que por primera vez ante mis ojos he visto con un vestido entero tres tallas más grandes que la que debe usar, me ha impresionado por su transparencia, por su fe, por su dedicación, por su compromiso ante un arte que no es nada fácil… El tan lloriqueado arte del despecho.
Tengo que ser sincera. Esas veces que prende uno el televisor y sale a la pantalla un “Darío Gómez” lo he observado por un rato corto, la verdad es que este hombre tiene algo. Pero me preguntaba… ¿Cuántos despechos tendrá este hombre encima? En el lugar en donde estábamos, invitados por una noble fundación, él será uno de los invitados a cantar. Lo que él sabe hacer con mucho sentimiento. Yo simplemente lo miraba…le veía un anillo de oro en cada mano, le miraba un reloj que también le quedaba grande y que se le marcaba encima del puño de la camisa, le miraba el pisa-corbata de moda en los años 40-50, le miraba que su camisa blanca tena unos estampados en el mismo color blanco. Bonita camisa. Yo quería saber esta respuesta. Se la hice y me dijo…
“Venga allí y yo me fumo un cigarrillito”. Me respondió que había tenido cuatro despechos que le aquejan…la muerte de su padre, la muerte de una hermana mayor, la muerte de una hija asesinada de tan solo 24 años y la muerte de su mamá hace 5 años.
¿Pero se acuerdan de aquel hombrecillo llamado Principito que insistentemente volvía sobre la misma pregunta? Volví a preguntarle…mujeres que por despecho le han roto el corazón…
Ya van dos cigarrillos Lucky que se fuma con infinito placer. Y la historia que comienza… Tres mujeres le han enseñado el despecho. Se casó muy joven de 19 años y a los siete de matrimonio ya tenía tres hijos, recibió un mal pago y hasta ahí llego el encanto. Pero se siente agradecido porque si no hubiera ocurrido esto él no sería hoy el “Rey del despecho”.
Con la segunda también muchos años de matrimonio y otros tres hijos. Fueron felices a pesar de las diferencias y aquí el culpable de la separación fue él por poner esos ojos chiquitos en otra. Serio problema. Problema que hoy no ha podido solucionar por celos y de cantaleta en cantaleta…
Interrupción de admiradoras y admiradores que quieren que él les firme un CD, que se pare y se tome una foto con ellos… llega una y varias y más de siete. Con amabilidad y sinceridad se para, se toma la foto, le piden que cante y el canta… Pasa el tiempo y veo que me queda colgada la tercera historia en despecho… No es ningún bobo, sabe que lo estoy observando. Se sienta y me da una cátedra de moda…
“Uso pantalones de pliegue y por eso se ven grandes. Lo que pasa es que hace cinco años estaba más robustecido y lo que pasa es que me encontraron hipoglicemia y me he rebajado 12 kilos”.
Darío Gómez, el Rey del Despecho, título que se merece en mayúsculas. Es sociable por su profesión, escribe sus canciones en las historias que encuentra en ellas, es su virtud de compositor… Lo sigo observando y entre el humo del tercer cigarrillo, también me llega a la nariz el aroma de su loción.
Es noble, es sencillo. No ha dejado ese dejo del campo. Él mismo dice: “No he dejado el idioma de la montaña, soy feliz, soy un campesino perfecto”. Y me apunta con el dedo y sigue: “Nací con partera, tengo 562 canciones compuestas por mí, un cinco por ciento son interpretación de otros compositores”.
¿Y cómo no preguntarle a este hombre rey de sentimientos tristes qué es el amor?
“Es algo silencioso, como un arco iris, que se llena de esperanzas gratas, ilusiones, dedicación a ese ser que uno ama. Cuando uno se siente traicionado ya esa voluntad de amor se convierte en desilusión, traición, despecho”.
Cuarenta años cantando son muchos años cantando. Ya los cumplió.
Le encanta cocinar y dice que lo sabe hacer muy bien, le gusta tomarse sus whiskis, quiere hacer historias reales de su vida, pero todavía no la ha escrito.
Tercer cigarrillo que termina…lo miro a los ojos y veo que en este hombre que es el rey del despecho no hay un amor que le llegue al corazón. Seguro que volveré a verlo con la historia que falta por contar. Con otro cigarrillo lento y silencioso.
94 muertos dejó terremoto de magnitud 6,5 en Indonesia