Se cumplen este domingo 18 años de la muerte del abogado, activista, periodista y humorista Jaime Garzón. Una muerte que se dio luego de incansables luchas contra la corrupción y el conflicto armado en Colombia.
El 13 de agosto de 1999 fue asesinado una de las figuras periodísticas más reconocidas de esa década en el país, Jaime Hernando Garzón Forero, el tercero de cuatro hermanos y oriundo de Bogotá. Abogado, activista, humorista, actor, filósofo y mediador de paz.
Sus sátiras y burlas a la crisis política del entonces presidente Ernesto Samper Pizano y el proceso 8.000, además de las denuncias sobre la expansión paramilitar en Colombia y la situación de orden público en Urabá, lo pusieron en el ojo de grupos al margen de la ley, políticos y hasta funcionarios públicos.
“Quac fue un fenómeno muy complejo y los políticos reaccionaban del mismo modo: unos se molestaban y hacían reclamos airados de rectificación, y otros, la mayoría, sentían que era un verdadero honor ser caricaturizados en el programa debido al enorme prestigio que tenía en la opinión pública”, así lo describió Diego León Hoyos en una entrevista para un medio nacional, uno de sus grandes amigos.
Gestor de paz
Pese a los detractores, el periodista continúo en su labor siendo parte además del proceso de paz que se adelantaba en los 90 con grupos como las Farc y el Eln.
Fue así como el 27 de marzo de 1998 una comisión autorizada por el zar antisecuestro, José Alfredo Escobar y liderada por Jaime Garzón, permitió la liberación de nueve secuestrados por las Farc.
La participación en procesos de liberación de secuestrados por la guerrilla y las intenciones de crear diálogos de paz, trajo consigo una serie de amenazas, las cuales no intimidaron a Garzón y de las cuales, en cambio, hablaba abiertamente en medios. Pero la amenaza más seria vino del máximo dirigente de las Autodefensas Unidas de Colombia, el jefe paramilitar Carlos Castaño Gil.
“El asesinato de Jaime Garzón probablemente esté relacionado con una infamia que prosperó en ese tiempo, que consistía en decir que él recibía comisiones económicas por su gestión en la liberación de los secuestrados, una tarea humanitaria a la que se dedicó por su civismo generoso. Era una acusación monstruosa, porque el interés que movía a Jaime era el de luchar para que hubiera paz en el país”, precisó Hoyos.
Proceso legal
A 18 años del asesinato, el caso de Garzón ya fue declarado crimen de lesa humanidad por la Fiscalía 13 adscrita a la Dirección Nacional de Fiscalías Especializadas de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario.
También, el Consejo de Estado condenó al Ministerio de Defensa, al Ejército y a la Policía tras hallarlos responsables del homicidio y ordenó pagar a los familiares de Garzón 900 millones de pesos (unos 305.000 dólares) por perjuicios morales y lucro cesante, pero es un caso que aún tiene aristas por resolver.
De acuerdo con Sebastián Escobar, abogado de la familia Garzón, en el caso se han registrado tres rupturas importantes, la primera se dio en 1999, cuando sucedieron los hechos, luego que el DAS entregara informes errados que desviaron la investigación, pese a haber vinculado como máximo responsable a Carlos Castaño, implicó a dos personas que no tenían que ver, Juan Pablo Ortiz y Edilberto Antonio Sierra.
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“En el juicio se condenó a Carlos Castaño pero se liberó a estas dos personas porque eran evidentes las contradicciones en los testimonios que los señalaban”, precisó Escobar, quien agregó que la segunda ruptura se dio cuando iniciaron las versiones libres en el desarrollo de la Ley de Justicia y Paz, en las que comenzaron a presentarse señalamientos contra José Miguel Narváez Martínez, cercano a Carlos Castaño y quien habría dado la orden de asesinar al periodista de parte también de una gran esfera militar.
“Digamos que ya ha terminado la etapa de juicio hace aproximadamente un año, pero ya es mucho tiempo desde que se dio la etapa de pruebas y lo que estamos esperando es que el juzgado dicte sentencia y expresamos una gran preocupación por la cantidad de tiempo que ha pasado sin haberse dictado sentencia por parte del Juzgado Séptimo Penal Especializado de Bogotá”, dijo el abogado defensor.
El tercer proceso, que también está en el Juzgado Séptimo Penal Especializado de Bogotá y apenas pasa por la etapa de juicio, es contra Jorge Eliécer Plazas Acevedo, quien está vinculado en varios hechos en la muerte del periodista y por actuar junto a la esfera militar que contrariaba las acciones de Garzón.
“Han pasado muchos años y para nosotros, como familiares de Jaime, han sido la denegación por parte del Estado de la verdad y la justicia. Ha habido una negligencia absoluta que raya con la complicidad por parte de la justicia en avanzar con certeza y con efectividad en la investigación”, aseguró Alfredo Garzón Forero, hermano del periodista.
Memoria viva
La conmoción que causó en el país el asesinato de Jaime Garzón creó una consciencia en cuanto a la realidad política y social que vivía el país. Además sobre la labor de los periodistas en una Colombia regida por la violencia, por eso, pese a los años, el humorista y abogado seguirá presente en la memoria de muchos ciudadanos.
“Jaime Garzón es, indudablemente, una de la principales imágenes de las víctimas del conflicto armado, uno piensa que el asesinato fue todo un proceso por el humor frente al poder y, en este caso, el poder armado; y es que evidentemente el humor ha sido la mejor forma de enfrentar el poder, la risa es la forma que tenemos los ciudadanos de sacarnos el miedo a ese poder no democrático y autoritario”, comentó Hernán Mira Fernández, profesor de la Universidad de Antioquia, la cual realizó el pasado viernes La Noche en Vela en el Paraninfo, en la que se resaltó la labor del periodista, contando con la presencia de Edsón Velandia, cantautor de la canción La muerte de Jaime Garzón.
Ricardo Santamaría, politólogo de la Universidad de los Andes, periodista y director de varios medios de comunicación, dijo que Garzón “llevó a la televisión, a través de sus programas y personajes, lo que nunca había existido en este medio: el humor político duro, contestatario. La capacidad de atravesar el discurso elaborado y vacío de los políticos, sus palabras y gestos aprendidos y, mediante la exageración, develar la realidad”.
Asimismo, Gisela Posada, líder de Cultura Centro de la U. de A., comentó que para las víctimas de Colombia, Jaime Garzón significa el poder de la dignidad y la fuerza de la palabra como manera de contrarrestar la violencia.