En temas justamente como el de seguridad, el encargado de dicha oficina es el que menos puede hacer, pues el resultado depende de muchas cosas, muy bien hechas, durante mucho tiempo y por todos los despachos
Es la era del mercadeo, de los grandes despliegues publicitarios para convencer a los consumidores que los milagros existen. Las arquitecturas con edificios retorcidos, las intervenciones sociales con historias de vida contadas de manera cinematográfica, entre otras, son los mecanismos que usan los gobiernos para vender sus ciudades, pero más que a ellas, a las estrategias implementadas por ellos para sobresalir, independientemente que sea lo que se necesita en realidad.
La arquitectura se convirtió en el vehículo publicitario de las ciudades, es la excusa para mercadearlas, para fanfarronear.
No son los edificios lo que importa acá, son las zonas verdes y los ríos recuperados los que han hecho de algunas regiones, las mejores del mundo para vivir. Ciudades como Bilbao y Vitoria Gasteiz, en España, Friedrichshafen y Meersburg en Alemania, para no nombrar ciudades capitales con grandes intervenciones arquitectónicas, resaltaron décadas de trabajo ininterrumpido en sus recursos hídricos, al punto que se pasean por todo el centro de la zona urbana estos ríos recuperados, que forman grandes lagos con agua potable, llenos de vida y completamente navegables, integrando paisaje, espacio público y encuentro, la triada por excelencia del bienestar.
Vea también: La ciudad un palimpsesto urbano y humano
Hay que trabajar en la construcción de las ciudades. Una buena arquitectura no va a transformarlas, en cambio un muy buen urbanismo, sí que lo hace. Determina lo importante, lo subraya y saca del primer plano lo accesorio. Poner a las personas como eje fundamental de cualquier intervención urbana es un uno de los grandes aciertos de las urbes actuales, que durante casi un siglo, estuvieron contaminadas con el modelo anglosajón y hoy retoman el rumbo por el camino correcto.
La expectativa en la ciudad es muy alta. Es el momento de las ciudades y por esto la urgencia de trabajar en la resolución satisfactoria de todos sus procesos de manera integral. Cada que se atomiza un componente para hacerle publicidad a la ciudad, se evidencian todas las desarticulaciones. No se pueden combatir cada inconveniente que se presente, sin analizar los demás. En una de las ciudades que visité la semana pasada, estaban ya presupuestadas todas las situaciones de vandalismo y homicidios del siguiente año, mejor dicho, se aspira a bajar en un 30% en el 2018 todos estos indicadores de seguridad, esto quiere decir que ya saben cuántos muertos y cuantos robos habrán. Este es el combate estadístico de la delincuencia, uno de los vicios de los gobiernos actuales en toda América Latina, en un ejercicio un poco más aterrizado, se trabaja por cero muertos, cero robos, ya las cifras dirán cosas del resultado de la estrategia. En temas justamente como el de seguridad, el encargado de dicha oficina es el que menos puede hacer, pues el resultado depende de muchas cosas, muy bien hechas, durante mucho tiempo y en todos los despachos. Pedirle a la policía que salga a las calles a patrullar para capturar los ladrones es como decirles a los bomberos que salgan a buscar incendios por toda la ciudad, en ambos casos lo preventivo es el centro de la acción cotidiana, lo reactivo es la anécdota.
Lo invitamos a leer: Urbanidad más urbanismo es el nuevo modelo
Parece que las ciudades que han trabajado más por hacer muchas cosas, muy bien hechas, durante mucho tiempo y muy articuladas, no tienen interés en ser reconocidas, ni encasilladas en ningún ranking, no quieren hacer Juegos Internacionales, ni ser las más, sin embargo, The Global Liveability Report 2017 realizó su importante estudio, avalado por el equipo de investigaciones de The Economist donde hace una confrontación de las ciudades que tienen todos los mínimos básicos resueltos, valga decir que, de las cientos de miles de ciudades que existen con dificultad 140 los tienen, arrojó como resultado que poblaciones como Helsinski en Finlandia, Auckland en Nueva Zelanda, Perth en Australia y Calgary en Canadá, entre otras, hacen parte de los mejores lugares para vivir en el mundo. La respuesta común de estas ciudades fue: “no trabajamos para ser reconocidos” pero todo funciona muy buen allí, aunque sus nombres no suenen en todos los avisos publicitarios. Con todo esto pienso que el significado de transformación podría ser claramente: hacer muchas cosas, muy bien hechas y durante mucho tiempo. No tenemos que ser el ícono, tenemos que estar bien.