Una estrategia liderada por el Departamento para la Prosperidad Social, que retoma las tiendas de barrio como puntos de encuentro y comercialización de los pueblos, ha beneficiado alrededor de 500 campesinos antioqueños.
A pesar de haber vivido toda su vida en el municipio de San Rafael (Oriente antioqueño), Nelsy Aguilar Alzate pudo volverse a sentir, de nuevo, como en su casa, hace apenas siete años.
Fue una de las pocas personas que se quedó en el pueblo durante la época de violencia, y que, en un acto de desafío a la guerra, decidió continuar con su vida en la tierra que ella considera como suya.
La mayor parte de la población de San Rafael es víctima del conflicto armado, (95%), y según datos del Centro Nacional de Memoria Histórica solo en el año 2002 alrededor de 1.040 personas salieron desplazadas de ese pueblo del Oriente.
Aguilar resalta que entre ese año y hasta el 2005 la violencia se incrementó y el pueblo era un caserío fantasma, donde los pocos habitantes que quedaban no conversaban entre ellos, desconfiaban los unos de los otros y el tejido social del sector estaba prácticamente destruido.
“Hoy todavía hay personas que apenas están empezando de nuevo, hemos vuelto a cultivar el campo y a sentirnos un poco más seguros en la región, la calidad de vida ha mejorado mucho”, afirma Aguilar, quien ahora subsiste gracias a una finca donde cría pollos y cerdos.
Aguilar lidera uno de los procesos en la comunidad que ha permitido que los habitantes vuelvan a cultivar el campo, a tener proyectos agrícolas, a querer la tierra y a confiar entre ellos: Las Tiendas de Paz.
“Este proyecto ha sido un apoyo enorme para los habitantes cuando fueron regresando poco a poco, porque nos enseñó a organizar los precios, la distribución, la cantidad y la calidad de nuestros productos”, dice la líder.
La gerente de proyectos de Interactuar en Medellín (una de las empresas vinculadas a la iniciativa), Liliana Yaneth Tabares, asegura que Las Tiendas de Paz son puntos de encuentro donde los campesinos tienen la facilidad de comercializar sus productos en el municipio e intercambiarlos por otros como en una especie de trueque.
Tabares dice que el proyecto está basado en reconstruir las relaciones que la guerra fracturó. “Las tiendas de barrio se acabaron cuando se volvieron objetivo de los grupos armados, situación que generó hambre, pobreza y desplazamiento; la excusa es que además de recuperar dichas tiendas, donde las personas accedían a los productos de la canasta familiar y evitaban movilizarse durante horas hasta la cabecera municipal o hasta otros municipios, la gente recupere el lugar de reunión que propiciaba la integración social de las comunidades”, añade.
La función de la Tienda de Paz es ser un acopio donde los campesinos llevan sus productos, “es generar paz a partir del desarrollo económico”, señala Tabares.
La líder social cuenta que, además de poder comercializar sus productos en la Tienda de paz de San Rafael, ha sido posible hacerlo con otras tiendas del departamento, beneficiando a más de 500 antioqueños en su última fase.
Desde el año 2012 se han instalado 39 tiendas en diez departamentos, y la próxima se inaugurará el 21 de julio en Chaparral, Tolima.
“Estos proyectos ayudan a la comunidad a construir un objetivo común de pensamiento comunitario y le devuelven el arraigo a sus territorios compartiendo diálogos alrededor de los cultivos, es un trabajo en equipo”, dice la gerente de Interactuar.
Aguilar afirma que para ella es muy gratificante hacer parte de todo esto. “Yo soy amante número uno del campo; nuestra tienda tiene cerca de 60 socios y está conformada por gente muy berraca que ha trabajado mucho por este proyecto para sacarlo adelante”, y agrega: “sabemos que tendrá que pasar mucho tiempo para que las secuelas de la guerra se borren, pero estamos trabajando por volver a ser los mismos”.
Las Tiendas de paz, han sido un programa liderado por el Departamento para la Prosperidad Social, (DPS), la organización Interactuar y Fundación Bavaria.