El secretariado es, con seguridad, responsable de ese crimen.
Los resultados de la negociación de Santos con las Farc están a la vista. Al despenalizar los narcocultivos y, en consecuencia, al negarse a perseguir a los sembradores y traficantes como resultado de lo negociado en La Habana, estas actividades se desbordaron, convirtiendo zonas del país, como Nariño, Putumayo, Catatumbo, el nordeste y el Urabá antioqueños, Cauca y partes de la Orinoquía y la Amazonía, en territorios fuera de la ley, donde el estado no hace presencia porque no quiere o no puede.
Para la muestra, un botón. En esta semana, asesinaron los narcos a ocho policías en Urabá, a quienes el gobierno de Santos y sus medios áulicos, los trataron como colombianos de tercera, esos que no importan porque fueron víctimas del Clan del Golfo.
Pero el asunto es más grave aún, el acuerdo no sólo no disminuye el conflicto colombiano, sino que lo está internacionalizando.
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Las llamadas disidencias de las Farc han convertido la frontera sur en un lugar de pesadilla que arrastra inexorablemente al Ecuador al terror del narcotráfico, disfrazado, como siempre, de revolucionario, con el remoquete de “disidencias” de las Farc, verdaderas bandas responsables de los peores crímenes. En Nariño y Putumayo producen coca y cocaína de manera industrial, que pasan por el norte de ese país; y no es de extrañar que existan allá, cultivos y laboratorios.
Y como resultado de la violencia del terror farcmafioso, dos periodistas y su conductor fueron vilmente asesinados por alias guacho, un ecuatoriano que comanda una estructura criminal de esas bandas. Con esta acción, el Ecuador, desgraciadamente comienza a vivir en carne propia los efectos terribles del terrorismo que nos azota hace décadas por cuenta del narcotráfico, y que ellos sólo veían por televisión o por informes sesgados de Rafael Correa, quien convirtió el norte del territorio de ese país en un santuario de las Farc, desde el que estas, al mando de Raúl Reyes, asesinaban y secuestraban ciudadanos colombianos y usaban como ruta del narcotráfico.
Así, a la presión de Estados Unidos para combatir el narcotráfico, se suma la indignación y el reclamo del gobierno y del pueblo ecuatoriano, que ven cómo su país se desestabiliza y sufre por esa nefasta actividad, ante la actitud indolente e insolidaria del gobierno de Santos, que no hizo nada para liberar a los secuestrados, pero sí salió inmediatamente a decir que las Farc no tenían nada que ver con esta repugnante acción. Algo que no se sostiene, si se tiene en cuenta que alias Santrich y Marlon Marín, sobrino de alias Iván Márquez fueros detenidos por orden de un juez norteamericano, para efectos de extradición, acusados de intentar entrar 10 toneladas de cocaína a USA.
Como dice Libardo Botero en www.periodicodebate.com, en las Farc no hay acciones individuales, sino acciones colectivas que obedecen a decisiones colectivas. El secretariado es, con seguridad, responsable de ese crimen, lo que permite inferir, esta vez basados en hechos, que no hay sino unas solas Farc, que mantienen sus actividades delictivas, de las cuales, las “disidencias” son su brazo armado. Como son responsables de la corrupción en los fondos de paz, en la persona, por ahora, de Marlon Marín, junto con personas como la contratista esposa del inefable Iván Márquez, asesora de las Farc en la Habana y de la Jep, hoy. (Qué tal que alguien de la oposición hubiese hecho lo mismo).
Ya el país ha visto las reacciones de los candidatos a estos delitos. Duque ha sido directo y contundente en condenar estos crímenes y tiene una trayectoria que le permite cumplir sus promesas. No está ligado a Santos como Vargas Lleras, quien está atado a sus ejecutorias, más ahora que recibió el apoyo del partido de la U. Y ni qué decir de los otros, que acogen la peregrina tesis del presidente de la CSJ, señor Barceló, que dice que Santrich tiene un juez natural que es la Jep. Sólo Duque pondrá en cintura a las Farc y a sus “disidencias”, evitará la impunidad y rescatará para el estado de derecho todo el territorio colombiano, incluidas las fronteras sur y norte, y evitará que Colombia termine definitivamente siendo un narcoestado fallido. Y solo él podrá combatir, de verdad, la corrupción del eje Santos-Farc.