Teo, firme en el camino
El atleta paralímpico Teodiselo Fajardo corrió en el Abierto Nacional que se disputa en Medellín desde el viernes pasado. Teo estrenó su nueva prótesis, con la cual espera brillar en las pistas del mundo.
Verlo correr por la pista del Alfonso Galvis erizó la piel; desde hace año y medio Teo corre por algo que tiene completamente claro. Así lo ha hecho en Estados Unidos, Brasil, Venezuela, Cali y Medellín.
Hace siete años el cabo Teodiselo Fajardo caminaba con sigilo por la agreste zona boscosa del Meta, donde adelantaba operaciones contra el frente 27 de las Farc. Un paso en falso y una mina fueron su punto de inflexión; perdió una pierna, pero ganó fuerza, sueños y una vida nueva que le deparó caminos insospechados para él.
Tenía 26 años cuando ocurrió este hecho, cinco de estos en el Ejército colombiano. Lo aceptó y siguió adelante. Pero lo que no aceptó fue convertirse en una versión menor de sí mismo. “Quería ir más allá de la rutina y mostrarle a la gente y a mis compañeros, que se puede ir más allá”, dice con su mirada firme y serena.
Ayer, en medio del Abierto Nacional Paralímpico, Teo corrió solo en su prueba estrenando una prótesis de última generación que le llegó hace dos meses gracias a una donación.
Y aunque no tuvo rivales, porque en el país es difícil encontrar atletas con su misma prótesis, Teo se exigió al máximo porque después de estos años intensos, aprendió que los límites y las motivaciones sólo las puede definir él. “Correr solo es difícil, porque estás en la pista luchando contra todos los récords a la vez, tu marca personal, la nacional y mundial. Es para personas mentalmente fuertes”, dice el atleta de las Fuerzas Armadas.
En año y medio de carrera deportiva ya tuvo logros que van más allá de la pista: “Compañeros que tuvieron accidentes similares, me ven y dicen que también son capaces. Poder ser un espejo es un aliciente para mi”, confiesa Teo.
Nunca ha sentido que le falta nada; al contrario, en estos siete años la vida le ha ofrecido pequeñas y grandes alegrías. “Gran parte de lo que hago, es porque quiero que mi hija de 5 años se sienta orgullosa de que su papá nunca se rindió. Cuando era más pequeña me hacía masajes en la pierna para que creciera como la otra”, dice Teo mientras ríe inevitablemente. “Ya más grande se lo expliqué y lo entendió todo. Ahora me dice que ella también puede correr en una pierna como hace el papá. Yo le digo: sí mi amor, todo se puede hacer con amor y ganas”.
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